Se vende fábrica de morcillas

I.P. / Rioseras
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Tras 20 años con el negocio, la familia Díez Sedano se desprende de su empresa en Rioseras, sin relevo tras la jubilación del patriarca

Nunca es fácil decir adiós a un trabajo y menos si le ha levantado uno mismo con ilusión, sacrificio, esfuerzo económico y pensando que un día los hijos pueden seguir al mando del mismo. Eso es lo que pensaron Fernando y Candelas cuando en la década de los 90 se embarcaron en montar la fábrica de morcillas y embutidos Rioseras, en el pueblo del mismo nombre (capital del Ayuntamiento del Valle de las Navas), aprovechando un terreno que Fernando había heredado de sus padres. Siempre se habían dedicado al comercio en la capital, regentado primero carnicería y alimentación, y luego charcutería-carnicería donde ya vendían morcillas de elaboración propia. Así que, con esos conocimientos, ganas y siguiendo las recomendaciones de uno de sus hijos, dieron ese paso.

No se arrepienten, aunque al principio costó, luego han vivido bien, con años muy buenos, sobre todo, recuerda Fernando, cuando eran los suministradores de morcillas de toda la región militar (Burgos, Araca, Vitoria). Entre sus clientes, muchas tiendas de la capital -incluida la de su hijo mayor en el Mercado Norte-, hostales, bares... Pero los años pasan y ahí se presentó hace 5, Fernando con sus 65 años y algún problemilla de salud; fue entonces cuando se jubiló y Raúl, el tercero de los hijos, pasó a ser el administrador de la empresa, con una actividad productiva que mantiene junto a un empleado y con su madre al pie del cañón, enseñándoles todos los ‘secretos’ para hacer buenas morcillas, chorizos, choricillos, lomos y picadillo, unos productos de calidad de los que se sienten más que orgullosos.

Ahora, la fábrica está a la venta en una inmobiliaria, y claro que Fernando, Candelas, Ana, su hija, y seguro que los otros tres varones, sienten dejar el negocio con el que se han criado, porque todos han echado una mano en la elaboración de morcillas y embutidos y reparto, pero, como dice el patriarca «no se puede obligar a nadie a trabajar en lo que no le gusta». Y es que el aún administrador de la empresa tiene otros sueños que quiere cumplir y está detrás de montar un negocio que nada tiene que ver con lavar tripas de cerdo, embadurnarse con arroz y sangre y envasar al vacío morcillas, lomos y chorizos. Sus padres y hermanos respetna su decisión porque también ellos tienen sus propios negocios y Ana -que hasta no hace muchos trabajaba en La Caixa- es posible que hasta acabe trabajando en la nueva empresa de su hermano.

Así las cosas, y una vez que el anuncio ya ha salido en prensa, la familia se apresta a recibir llamadas interesándose por la fábrica y a atender a cuantos quieran acercarse a conocer las instalaciones. Candelas, además, dice que ella está dispuesta a enseñar a quien quiera seguir con la elaboración de morcillas y embutidos, las medidas de cada cosa, las especies que hay que echar, los tiempos de cocido, las curaciones, el envasado al vacío... todo el tiempo que necesiten quienes quieran dedicarse a esto en unas instalaciones perfectamente adecuadas y modernas que no requieren ningún tipo de inversión porque ya se hizo en su momento.

En cuanto a la producción que se  hace en Rioseras, la morcilla (unos 300 kilos al día) y el picadillo se elaboran al día, mientras que los chorizos al precisar de curación, siguen otro proceso y otros tiempo. En este sentido, Candelas dice que sigue sus propias reglas y que tiene muy en cuenta el calendario lunar, como se ha hecho siempre en las matanzas de los pueblos. La calidad de los productos Rioseras está avalada no solo por sus ventas, sino por diversos premios. El último, con la morcilla en 2014, con el primer premio de la cata de morcillas de Burgos.