Cuando la fe sale a la calle

DB / Burgos
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El Círculo Católico recordó a los «agobiados por problemas económicos» y a los enfermos en su rezo de los misterios dolorosos

Apenas pasaba un minuto de las ocho de la tarde cuando salía de la sede del Círculo Católico de Obreros de la calle Concepción el paso de Jesús atado a la columna.  Un poco antes se habían colocado ya con ánimo procesional el Santo Sudario y los miembros de las diferentes cofradías que iban a participar en el Rosario Penitencial Obrero organizado por la de la Santa Columna y Círculo Católico de Obreros. Así que con una puntualidad exquisita comenzó el recorrido por la zona sur de la ciudad mientras se rezaban los misterios dolorosos. Las calles Progreso, Santa Clara, Las Casillas, Andrés Martínez Zatorre, Miranda, Madrid y Concepción fueron testigos de la oración de un nutrido grupo de personas que iban siendo aleccionadas por la grabación que, en los primeros minutos, falló estrepitosamente en el paso del Santo Sudario. La que acompañaba a Jesús atado a la columna se escuchó a la perfección todo el recorrido.

Así, mientras la noche caía sobre la ciudad y el viento soplaba cada vez con más fuerza haciendo que la ropa de los cofrades realizara alegres cabriolas, se fueron desgranando los peores momentos de la vida de Jesús, según consideran los católicos: La oración en el Huerto, la flagelación, la coronación de espinas, el camino del Monte Calvario y la crucifixión y muerte. La música la puso el Círculo Musical Burgos, cuyos componentes iban de riguroso traje negro con corbata amarilla.

Para cada uno de ellos hubo una reflexión. El de la flagelación se vinculó  con las víctimas inocentes que mueren de hambre «mientras otros viven en la opulencia» y con las del terrorismo. «Que no triunfe la sinrazón», resumía la voz enlatada. Cuando llegó el del camino del Monte Calvario se pidió a los creyentes que «ayuden a llevar la cruz a los doloridos y marginados».

Los objetivos de estos rezos, de esta demostración de fe católica en la calle fueron varios, según se explicó antes de que todo empezara. El Círculo Católico de Obreros quería pedir por todas las familias burgalesas, por las personas enfermas a las que les hubiera gustado participar en la procesión y no podían y a todos aquellos «agobiados por problemas sociales y económicos».

Tampoco se olvidó de los trabajadores, a quienes pidió que no olviden «seguir luchando por la justicia y la solidaridad», recordando el viejo lema de «unos por otros y Dios por todos». En el último tramo del Rosario el ritmo de los procesionantes se aceleró de tal manera que el consiliario, José María López, tuvo que pedir que tuvieran más calma porque casi le hicieron correr. Y todos llegaron con bien al punto de partida.