El peligroso gas carbónico que se desprende durante la fermentación alcohólica del mosto en su proceso de transformación en vino se ha cobrado otra vida en la Ribera del Duero. La nueva víctima del tufo es Ilie Cazar Talpa, un trabajador de nacionalidad rumana de 42 años que falleció el pasado domingo en el Hospital Universitario de Burgos a consecuencia de la inhalación de dióxido de carbono (CO2).
La letal intoxicación por las emanaciones gaseosas se produjo el pasado jueves a última hora de la tarde cuando el operario realizaba labores en las instalaciones de Bodegas y Viñedos Ortega Fournier S.L, de Berlangas de Roa, pequeña localidad enclavada al pie de la BU-120 entre Aranda y Roa.
El servicio de emergencias 112 recibió un llamada sobre las 20:40 horas requiriendo asistencia médica para una persona inconsciente en la Finca El Pinar, donde está ubicada la bodega, pero sin especificar las causas del desmayo, por lo que se dio aviso al médico de Roa y a la UVI móvil.
Los primeros en llegar hasta el lugar fueron los miembros de una patrulla de la Guardia Civil, uno de cuyos agentes realizó una reanimación cardiopulmonar básica por espacio de unos 15 minutos, hasta que fue relevado por los servicios sanitarios, que prosiguieron con las maniobras de reanimación durante otro cuarto de hora hasta que lograron recuperar al herido, cuyo cuerpo, al parecer, había sido encontrado 15 minutos después del desvanecimiento, por lo que dado el largo tiempo transcurrido presentaba importantes daños cerebrales de carácter irreversible.
La UVImóvil le trasladó hasta el Hospital de los Santos Reyes, donde según fuentes del centro sanitario ingresó inconsciente. Después de proceder a su estabilización decidieron derivarle al Hospital Universitario de Burgos (HUBU) donde cuentan con una tecnología más avanzada para el tratamiento de lesiones neurológicas de este tipo. Pese a los esfuerzos realizados para mantenerle con vida e intentar recuperarle fallecía el pasado domingo.
A última hora de ayer la noticia aún no había trascendido entre los vecinos de Berlangas, porque, como justificaba su alcalde, Silvio Pascual, que tuvo conocimiento del luctuoso suceso a través de DB «apenas tenemos relación con la bodega, que está situada en pleno campo, y los trabajadores ni siquiera residen en el pueblo».
DB intentó contactar con responsables de Bodegas y Viñedos O. Fournier para conocer las circunstancias que rodearon la muerte del operario, pero el gerente no devolvió ninguno de los mensajes dejados en el contestador de su móvil. Las llamadas realizadas a las instalaciones de Berlangas únicamente recibieron como respuesta de una voz femenina sin identificar un lacónico «no estoy autorizada a hablar sobre ese tema».