Cualquier derribo es complejo y más si se realiza en el centro histórico por sus especiales características, como la estrechez de sus calles y la antigüedad de sus edificaciones. De ahí que la demolición de la esquina de San Gil, que conforman los portales 6, 8 y 10, no haya sido una excepción.
Una enorme máquina empezó ayer a morder las viejas edificaciones provocando que los escombros cayeran sobre un muro y la escalera de la contigua iglesia de San Gil. Los trabajos suscitaron una gran expectación entre los vecinos y curiosos y también alarma cuando los ladrillos y las grandes piezas de uralita acababan en el suelo provocando un gran estruendo y mucho polvo. A pesar del vallado, los restos se fueron acumulando a los pies del templo.
Hace unos días se instaló una rampa de hormigón para proteger la escalinata y permitir el acceso de una gran maquina con una pinza que va comiendo poco a poco los bloques. Los trabajos está previsto que duren unas dos semanas y posteriormente se emplearán otras máquinas más pequeñas y se terminará la demolición a mano.
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