«Me quedaré en Canadá hasta ver si España se recupera»

B.G.R. / Burgos
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El ingeniero burgalés Rubén García lleva desde septiembre de 2010 viviendo en Toronto, donde capitanea un grupo de españoles nacido en la red social Facebook

Rubén García posa delante del City Hall, sede del ayuntamiento y emblema de la ciudad de Toronto. - Foto: DB

A sus 32 años, Rubén García es un burgalés de mundo. Ha vivido en México y en Italia, gracias a sendos intercambios cuando era recién titulado, y desde septiembre de 2010 su residencia se encuentra en Toronto, la ciudad más grande de Canadá (2,5 millones de habitantes) y centro financiero del país. «Estaré aquí hasta ver si España se recupera y se vea hacia dónde va», reconoce este ingeniero industrial por la Universidad de Burgos, a pesar de que ahora se encuentre en desempleo después de haber trabajado durante dos años  en el sector de la construcción.

Como muchos otros jóvenes, Rubén decidió abandonar su país de nacimiento por la situación de dificultad laboral a la que se enfrentaba. Eso y mejorar su nivel de inglés fueron los dos motivos que impulsaron un viaje que, en principio, tenía otro destino. Primero se fue a México, lugar que ya conocía previamente, para después entrar en Estados Unidos. Sin embargo, las trabas de acceso a la primera potencial mundial le llevaron a decantarse por Canadá. Y lo que en principio iba a durar tan solo un par de meses, se fue prorrogando con permisos de trabajo hasta la actualidad y sin fecha de vuelta, ya que en dos años espera poder tener el pasaporte canadiense.

No obstante, eligió un país en el que asegura que no resulta nada fácil entrar, sino más bien todo lo contrario. No es de esos lugares para los que solo necesitas un vuelo y una maleta con la que emprender una aventura. «Se requiere tener un permiso de trabajo y el Gobierno solo oferta 1.000 visados para jóvenes españoles de entre 18 y 35 años», subraya este joven burgalés a modo de consejo, para no crear falsas expectativas y que se repitan situaciones de dificultad que ha visto en otros compatriotas suyos. Además, incide en la importancia de contar con un buen nivel de inglés, que no de acento, para poder acceder al mercado laboral, desenvolverse con soltura y poder hacer ver al futuro empleador que «eres bueno».

Su experiencia como inmigrante está resultando muy positiva. «Aquí la inmigración es bastante bien recibida. No hay discriminación porque todo el mundo es de todas partes», explica en conversación telefónica mientras reconoce que, aun siendo burgalés, lo peor que lleva es el frío canadiense, con 2 grados bajo cero y nevando en pleno mes de abril.

50.000 euros al año. A pesar de encontrarse en el paro, Rubén afirma que la situación laboral en este país de América del Norte es mucho más favorable que la de España. Como ejemplo asegura que un ingeniero recién titulado puede cobrar 50.000 euros al año, si bien es cierto que se trata de un destino con un alto nivel de vida. «Es un país muy estable económicamente. No tiene muchos altibajos, ha sufrido un pequeña recesión pero no una crisis económica», afirma, para después asegurar que «no es un paraíso pero sí una buena alternativa».

Porque entre los aspectos a los que más cuesta acostumbrase, este burgalés incluye el carácter de los canadienses, no por nada negativo sino porque «no estamos en un país latino». «Son más cerrados que nosotros, aunque muy honestos y educados», explica para después exponer situaciones como la ausencia de conversaciones en los autobuses, en los supermercados o en el trabajo. Y es que, según relata, las relaciones laborales son  solo eso: «No te vas a tomar cañas con tus compañeros. Comen en apenas 20 minutos, e incluso delante del ordenador, y nadie hace horas extras, solo trabajan».

Esta aparente frialdad de la sociedad canadiense dificulta la adaptación de los españoles, que hace que «al principio les guste el país y luego ya menos». El carácter local, el alto nivel de inglés y la complejidad a la hora de conseguir los permisos y visados son las principales dificultades a las que se enfrentan muchos jóvenes.

Para resolver estas dudas (y otras muchas) y ayudarse entre sí, Rubén capitanea el grupo Españoles en Toronto, que nació en la red social Facebook y tiene 2.700 seguidores. Su cometido, además de brindar apoyo, pasa por organizar eventos y quedadas que sirvan para recordar el origen que les une. Pero más allá de las actividades informativas y lúdicas, es mes de abril ha organizado una conferencia que reunió a 200 españoles  y en la que participaron representantes de la Embajada y del Consulado de España en Canadá, así como del Club Hispano (asociación de emigrantes veteranos) y un directivo español que trabaja para una empresa de cazatalentos. El objetivo de la cita no fue otro que el de intercambiar experiencias, analizar el mercado laboral local y aportar a los jóvenes emigrados herramientas que hagan más fácil su estancia.