En un año en el que la circulación creció de forma notable -como el último trienio- reducir las cifras de siniestralidad vial constituye todo un logro. Como no se cansa de repetir del jefe provincial de Tráfico, Raúl Galán, «siempre que hay que lamentar un muerto en carretera es una mala noticia». Pero los ejercicios en que las cifras de fallecidos caen representan un espaldarazo a las estrategias que emprende la DGT -junto a la Guardia Civil- para sensibilizar a los ciudadanos de que hay que poner los cinco sentidos a la hora de conducir. 2018 se cerró con 21 personas muertas en accidente, dos menos que en 2017 y cinco menos que en 2016.
No son los mejores números, pues hay que recordar que en 2014 se produjeron 16 víctimas mortales en las vías burgalesas (récord histórico positivo), pero esos 21 muertos están muy lejos de los 70 u 80 que se registraban algunos ejercicios a principios de este siglo. Por tanto, la tendencia a la baja continúa, una evolución que Galán confía en que «se mantenga» en el futuro, aunque admite que «cuando se llega a cifras tan bajas seguir disminuyéndolas resulta complicado».
Pero es optimista en que las víctimas mortales continúen reduciéndose, sobre todo si -tal como anuncia el actual director general de Tráfico, Pere Navarro- «se le da una vuelta al carné por puntos y se establecen otras reformas». Y es que, recuerda Galán, la carrera descendente de la siniestralidad vial se inició precisamente con la puesta en marcha del «permiso de conducir por puntos y de los cambios en el Código Penal que transformaron en delitos lo que antes eran meras infracciones administrativas». Ahora la DGT adelanta que el uso del móvil, la velocidad excesiva y no usar los sistemas de retención infantil y el cinturón serán penalizadas en breve con la pérdida de más puntos.
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