Los colores de la luz de los Guzmán

I.M.L. / Caleruega
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Las vidrieras que relatan cuatro hitos de la vida de Santo Domingo de Guzmán regresan a su lugar de procedencia, el Torreón de los Guzmanes • La labor de restauración integral de estas cuatro piezas ha sido una labor experta del artesano ribereño Rub

Los vestigios patrimoniales y su conservación solo se puede entender de manera global y si lo que se pretende es devolver a los bienes históricos su esplendor, se debe hacer con respeto a lo que existe y a su aspecto inicial. Desde que en septiembre de 2013 se abriese al público el Torreón de los Guzmanes, el inmueble carecía de uno de sus elementos: las cuatro vidrieras que adornaban los vanos de las ventanas de la segunda planta, que se retiraron para la restauración del edificio y que, debido a su mal estado de conservación, no se volvieron a colocar.

La iniciativa de un joven artesano vidriero, Rubén Llorente, formado en la escuela de La Granja de San Ildefonso en esta materia, ha posibilitado que estas piezas recuperen su color original y se puedan admirar en los huecos originales que ocuparon. «Conocía de la existencia de estas vidrieras y les propuse a los dominicos restaurarlas, una la hice gratis, para que conocieran cómo trabajo, y viendo el resultado me encargaron las otras tres», apunta el artista, que cuenta con un taller en la localidad segoviana pero que se ha montado un pequeño taller en Fuentespina.

Cuando empezó con esta labor, se encontró con que las piezas tenían una importante capa de suciedad, con manchas de pintura, escayola, cemento y hasta silicona, fruto del abandono y de algunos malos arreglos que se hicieron en torno al año 2000. «En un panel abatible se intervino, porque se había roto, y quitaron todo el plomo que tenía y le pusieron uno nuevo, con siliconas y todo, que es corrosivo para el vidrio y la pintura, lo que en dos siglos habría acabado ennegreciendo todo», se lamenta Llorente.

Con sus conocimientos, este artesano del vidrio ha podido utilizar materiales apropiados para que estas vidrieras se mantengan como el primer día por muchos, muchos años. «Lo más complejo son las roturas, que he rellenado con una resina epoxi que es la mejor que hay ahora mismo para restaurar, se pega y se repasa con una pintura en frío. Todos estos procesos son reversibles para que, si el día de mañana se encuentra algo mejor, que se pueda retirar para hacerlo mejor», aclara Rubén Llorente.

El prior del convento calerogano, fray Emilio García, se muestra satisfecho del resultado final. «Hemos respetado la labor de rehabilitación llevada a cabo por la Junta y hemos colocado las vidrieras en el mismo orden en el que estaban antes pero un poco separadas de los vidrios que cubren las ventanas», explica. Estas obras de arte en vidrio, relata el prior, «cuentan episodios de la vida de Santo Domingo de Guzmán: la primera de ellas representa a la madre del santo con sus hijos; otra a la madre con Santo Domingo delante de su tío, el arcipreste de Gumiel de Izán; la tercera representa al padre de Santo Domingo presentando a su hijo a la Universidad de Palencia, y la cuarta alude a la dispersión de los frailes hecha por Santo Domingo el día de la Asunción de 1217».