Antonio Martínez toma las de Villadiego

R.P.B. / Burgos
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Apasionado de la historia de su pueblo, este investigador recoge en un libro que presenta mañana los posibles orígenes de uno de los dichos más acendrados en la voz popular

El autor de la obra ha escrito varios libros sobre Villadiego. - Foto: Patricia González

Aquí el primero que ha tomado las de Villadiego ha sido el autor del libro, que prefiere que sea el lector el que saque sus conclusiones acerca del ‘dichoso dicho’, como recoge Antonio Martínez a modo de antetítulo de su obra Tomar las de Villadiego, libro editado por Balnea que presentará mañana, a partir de las ocho de la tarde, en el Monasterio de San Agustín.Martínez, que estará acompañado por María José Furelos, Ana Isabel Núñez y José Manuel Crespo, realiza en el libro un análisis histórico, no exento de humor, de cuantas referencias acerca de la frase se conocen hasta ahora. Un estudio pormenorizado pero ágil que se adentra en los posibles orígenes de la famosa cita, que significa huir, poner los pies en polvorosa, salir zumbando, largarse...

Martínez, que es natural de Villadiego, pueblo al que ha dedicado ya varios libros, se inclina por una de las teorías. Para él, la paternidad del dicho hay que encontrarla en la persecución de los judíos. Sólo un lugar, merced a privilegio del rey Fernando III, prohibía el apresamiento de cualquier hebreo. Para éstos, Villadiego se convirtió durante la Edad Media en uno de los principales refugios. Este cobijo, cuenta en el libro Antonio Martínez, entrañaba «una universal obligación», esto es, quienes en Villadiego se refugiaban debían llevar un distintivo especial que acreditase que, en efecto, se hallaban bajo la protección todopoderosa del rey.Este distintivo no era otra cosa que unas calzas amarillas.

«Para mí, Tomar las de Villadiego hace referencia a esas calzas amarillas que, huyendo de ser prendidos, se ponían los judíos para estar a salvo», dice el autor, que recuerda que en la puerta trasera de la iglesia de San Lorenzo aún puede leerse una tablilla de madera con la inscripción ‘Iglesia de Asilo’.Antonio Martínez, quien también hace un recorrido por clásicos de la literatura que han recogido esa expresión, de Cervantes a Fernando de Rojas, de Quevedo a Pérez-Reverte reconoce que el libro es una declaración de amor por su pueblo natal.

«Es mi pueblo y lo quiero mucho. Yo no sería quien soy sin Villadiego», subraya emocionado.