Orgullo y espectáculo

M.S.B. / Burgos
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El polideportivo municipal del Plantío se llenó ayer para disfrutar del Festival de las Marzas • Dos horas y media de danzas y de música rescatadas, entre otros, por Justo del Río, a quien se dedicó esta gran fiesta del folclore

La palabra folclore siempre se presenta hermanada y enraizada con la tradición. Es su esencia. Y ayer, desde la siete y media hasta las diez, ambas vivieron su día grande de 2015, el Festival de las Marzas. Tras las tradicionales colas para adquirir las invitaciones hace unos días, se sucedieron otras para entrar al polideportivo municipal del Plantío, que se llenó de espectadores (con mayoría femenina), de artistas del baile y de la interpretación musical (unos 350 en total) y de deseos de volver a escuchar y admirar las melodías y las danzas de raíz.

También resulta tradicional el formato de este espectáculo del orgullo rural burgalés -que alcanzó su edición 34-, su duración, su inicio (el canto de las marzas), su final (el baile de la Jota Burgalesa por parte de 144 hombres y mujeres y el Himno a Burgos), la marcada presencia de la dulzaina (con 28 representantes), el respeto y los aplausos del público; el buen hacer de quienes se vistieron de antaño, de la organización (Comité Internacional de Folclore Ciudad de Burgos e Instituto Municipal de Cultura) y de los voluntarios de Protección Civil...

Emoción, recuerdos, móviles fotografiando y grabando... En fin, la bendita tradición, que en esta tierra siempre triunfa en el escenario y en la grada.

Este año, el hilo conductor de la fiesta fue el impagable trabajo y la imborrable huella dejada por Justo del Río. Su elección se debió a que en junio se cumplen 30 años de su muerte. Si es que alguien muere de verdad cuando tanta gente le recuerda tantos días y con tanto cariño y admiración.

Bailaron los Danzantes y los grupos Diego Porcelos, Los Zagales, Estampas Burgalesas, Tierras del Cid, Justo del Río y Nuestra Señora de las Nieves. Y tocaron la Asociación de Amigos de la Dulzaina y de la Escuela Municipal de Dulzaina. Instrumento arropado anoche por castañuelas, guitarras, bandurrias, tambores, acordeón y botella de anís.

Como decíamos, el folclore vive en y de la tradición. Pero quizá no esté de más evolucionar en la presentación. Y, quizá, habría que conseguir un formato algo más breve, pues abunda entre el público gente de edad a la que le cuesta, además de trasnochar y subir las escaleras, estar sentado dos horas y media. Pues eso, que llegue pronto la primavera y larga vida al rico folclore burgalés.