Carreras con meta en la cocina

A.R. / Burgos
-

Tienen entre 24 y 49 años y han reconducido sus estudios de Comunicación Audiovisual, Historia del Arte, ingeniería, topografía y aparejador • Les une su pasión por los fogones

Los estudios de cocina han unido sus vidas. Tras formarse durante años para otras profesiones e incluso ejercerlas durante un tiempo, ahora su futuro profesional pasa por los fogones.

Yira González es la más joven del grupo. En 2012 finalizó sus estudios de Comunicacion Audiovisual en la UBU y tras un tiempo enviando currículos, se topó con la triste realidad de que no encontraba trabajo. Este hecho, unido a su afición por la Cocina, le llevó a iniciar el grado superior en la Escuela de Hostelería. En un mes viajará a Londres y allí realizará sus prácticas durante medio año en un hotel, una experiencia que le hace especial ilusión. En su caso, además, la hostelería no le es ajena, puesto que sus padres tienen un restaurante en un pueblo de Burgos y ya ha trabajado allí como camarera. Pese a ello, no cierra la puerta a dedicarse al mundo de la comunicación.

También Paula de la Pisa estudió una carrera de Letras. En 2013, esta leonesa de 27 años se licenció en Historia del Arte por la Universidad de León. «Pero la situación es cruda para nuestro sector. La cultura no puede más con tanto varapalo y tenía dos opciones: o irme a trabajar al extranjero o adaptar mis estudios a algo que me diera de comer en España», apunta. Y optó por la segunda y por una profesión que también le gusta. Ya está en segundo  de Cocina y Gastronomía y reconoce que la experiencia le ha servido para darse cuenta de los «paralelismos» que hay entre la nueva cocina y la Historia del Arte. Estas clases las compagina también con un Máster en Gastronomía por las tardes, que cursa a distancia. «Me estoy abriendo puertas para tener más opciones de cara al futuro y me gustaría combinar todo un poco, por ejemplo, a través del periodismo gastronómico. En todo caso, sí se plantea trabajar unos años en un restaurante. Porque, ¿cómo vas a escribir de algo sin conocerlo a fondo?», se pregunta.

La crisis en el sector de la construcción ha pasado factura a miles de trabajadores en España y también a Ángel Fernández, Rodolfo Pérez y Manuel Loro, quienes han tenido que reconducir sus respectivas carreras. Ángel nació en Zamora, pero lleva «toda la vida» en Burgos. Aquí estudió Ingeniería de Obras Públicas y después Ingeniería Civil. «Por motivos de trabajo, hubo un momento en que la cocina supuso para mí un desahogo, una relajación», cuenta este ingeniero de 49 años.Después, las difíciles circunstancias laborales que le tocó vivir le obligaron a dar un vuelco a su actividad laboral.   «Pensé en estudiar FP y la primera opción que me planteé fue Cocina, porque me gusta mucho», apunta, aunque reconoce que su primer plato no lo hizo hasta cumplidos los 38 años: «Es algo que había visto en mi casa porque mi abuela y mi madre eran cocineras, pero nunca me lo había planteado». Hoy reconoce que le gustaría dedicarse a ello «porque creo que quienes estamos aquí llevamos un pequeño cocinero dentro».  

Como Rodolfo Pérez, topógrafo, a quien la crisis, por un lado, y un cierto descontento con su trabajo, por otro, le llevaron a este camino. Está finalizando Dirección de Cocina y asegura que ahora está disfrutando especialmente con la elaboración de platos de comida japonesa. De hecho, confiesa que le gustaría montar un restaurante de este tipo «porque creo que tiene cabida en Burgos», o si no trabajar en alguno especializado y que tenga buen nivel. De su paso por la escuela destaca el «buen ambiente» que hay.

En ello coincide también Manuel Loro, que vino de Irún a Burgos a estudiar Aparejadores en 1998 (subraya que no llegó a terminar la carrera) y que durante varios años pudo ejercer esa profesión. «Estábamos en pleno boom de la construcción y además me especialicé en representación virtual [infografías en 3D] y me fue muy bien. La última obra en la que trabajé fue la del nuevo hospital, durante cinco años», recuerda. Tras ello llegó el paro y se planteó estudiar Cocina: «Me encanta, pero estamos sometidos a mucho estrés y los horarios son duros, de ahí que pienso que es una profesión muy vocacional».  En una primera etapa estudió un curso en la Fundación Lesmes e hizo sus primeras prácticas en el Abba. «No esperé a que me buscaran nada. Fui allí, me presenté a Antonio Arrabal y él me dijo que empezaría el lunes siguiente». Con él hizo prácticas y después estuvo contratado como extra para banquetes. Posteriormente, en agosto de 2013 Arrabal le puso en contacto con el chef Félix Manso, lo que le permitió trabajar en el  Gaztelumendi-Antxon, en Irún, aquel verano. Finalizada aquella etapa, volvió a estudiar Cocina a Burgos -donde vive con su mujer y su hija- y está a punto de concluir sus estudios. «El futuro me lo planteo trabajando para mí mismo en una casa de comidas,  sin grandes pretensiones gastronómicas», apunta Manuel, que también el verano pasado trabajó con el chef Patxi Álvarez. Ojalá todos puedan cumplir sus sueños.