Cívica explosión festiva

J.C.O. / Aranda
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Miles de arandinos disfrutaron ayer del cañonazo anunciador de las fiestas patronales • Durante el acto se vertieron sobre la multitud cientos de litros de gaseosa y no se registró ningún acto de protesta

Aspecto de la multitud concentrada en la Plaza Mayor instantes después de explotar el cañonazo anunciador del inicio de los festejos. - Foto: DB

El supuesto clima de crispación que parece dividir a la sociedad arandina por la cuestionada resolución del contencioso de la plaza de toros cubierta no se dejó traslucir ayer en el cañonazo anunciador de las fiestas de la capital ribereña y, a diferencia del año pasado, cuando se escucharon sonoras pitadas y corearon  unos insultos irreproducibles en estas páginas dirigidos a la alcaldesa, Raquel González, las miles de personas, en su gran mayoría jóvenes, que ayer al mediodía se dieron cita frente a la Casa Consistorial para celebrar el inicio de las fiestas patronales dieron sorprendentemente todo un ejemplo de civismo y de sana diversión.

Una hora antes de que el reloj de la torre del Ayuntamiento diera la señal cientos de chavales se concentraban ya en la Plaza Mayor. Los más impacientes no pudieron contenerse y comenzaron a descorchar sobre sus cabezas botellas de gaseosa y agua en todo tipo de recipientes al ritmo de la bailable música pinchada por un altruista  Dj Ziry, que donó sus emolumentos de la jornada a la Asociación de Enfermos de Alzhéimer. Un acto que, gracias al férreo dispositivo  desplegado por los voluntarios de Protección Civil en los puntos de acceso al recinto para evitar la entrada de botellas de vidrio y, este año botes de espuma, propició un acto algo más limpio que los ‘cañonazos a la romana’ de los últimos tiempos. Eso sí, la harina y el colorante alimentario se hicieron bien patentes en algunos corros.

Cinco minutos después del mediodía, y por primera vez previo canto a coro por toda la multitud del himno de Aranda, la alcaldesa, Raquel González, encendía la mecha del cohete anunciador que,  tras surcar el despejado cielo, detonó con gran estruendo, provocando una explosión de júbilo y alegría entre la multitud sobre la que se desparramaron cientos de litros de agua carbonatada.

El pregonero de las fiestas, Carmelo de la Fuente, calificaba de «impresionante» el ambiente vivido desde el balcón.El pregonero de las fiestas, Carmelo de la Fuente, calificaba de «impresionante» el ambiente vivido desde el balcón. - Foto: DB El pregonero de las fiestas, el artista ribereño Carmelo de la Fuente, calificaba de «impresionante» el ambiente vivido desde el balcón. «Da busto ver esta juventud llena de vitalidad y estas ganas de juerga; ojalá tuviera yo 20 años ahora, aunque eso sí, con lo que sé», manifestaba. Reconocía que  hubiera tenido su encanto leer pregón en ese mismo acto, como se hacía antiguamente, pero coincidía en la conveniencia de adelantarlo al viernes «porque por el ruido sería imposible escuchar». «Ayer fue un día muy bonito y hoy lo ha sido también», resumía.

Para la reina, Elena Blanco, que, junto a las damas Ana Belén Alcalde, Bea García y Aída Miguel, no paró de animar a los asistentes para que cantaran y bailaran, la jornada de ayer fue «muy especial y la voy a recordar toda mi vida pese a que aún quedan nueve días de fiesta para que la gente disfrute a tope y se lo pase bien», confesando que se había sentido rara ‘en las alturas’ «porque nunca me hubiera imaginado ahí».

Por su parte la alcaldesa, Raquel González, no ocultaba su satisfacción porque el acto se desarrolló sin ningún tipo de incidente. «La gente está dispuesta a vivir la fiesta a tope y eso es lo que nos han demostrado», manifestaba. La alcaldesa se mostraba orgullosa de haber logrado que se entonase en el acto del cañonazo el himno local «que era algo que siempre había querido hacer y nunca habíamos conseguido y al cantarlo todos a coro ha sido el acto más entrañable que he vivido todos estos años». La primera edil destacaba la lección de civismo dada por la gente «porque yo creo que lo que la gente quiere es fiesta y disfrutar de estos días y creo que otros temas están olvidados desde el momento que empiezan las fiestas. Borrón y cuenta nueva y seguimos adelante», manifestaba.

Chapuzón

Mientras los servicios de aseo urbano se afanaban en dejar la Plaza Mayor como una patena, antes incluso de que el público la abandonara, cientos de chavales se desplazaron hasta el embarcadero del Barriles para darse un chapuzón en el Duero con el que desprenderse de la suciedad acumulada. Un costumbre que cada año gana más adeptos y obligó a a cortar la pasarela peatonal sobre el río para evitar posibles accidentes.

Tras el cañonazo la fiesta se expandió como la pólvora y hasta bien entrada la tarde por las calles del casco antiguo donde los bares de la zona instalaron barras al aire libre y pinchadiscos. Los gigantes y cabezudos realizaron su recorrido inaugural por el centro arrancando sonrisas y alguna temerosa lágrima a los más pequeños.