Crearán una bolsa de familias de acogida para niños de hasta 6 años

Gadea G. Ubierna / Burgos
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La Junta y Cruz Roja quieren ponerla en marcha de forma inminente, dado que desde el verano pasado la ley prioriza el acogimiento familiar frente al residencial porque es más beneficioso para el desarrollo de los menores

La Junta de Castilla y León, como administración responsable de la protección a la infancia, y Cruz Roja, como entidad responsable de gestionar el programa de acogimiento, han detectado la necesidad de crear en Burgos una bolsa de familias dispuestas a hacerse cargo de un menor de entre cero y seis años en cualquier momento. La idea es ponerla en marcha de forma inminente, por una parte para cumplir con los últimos cambios legales, que priorizan el acogimiento familiar frente al residencial y, por otra, para evitar que haya listas de menores en situación de vulnerabilidad por circunstancias personales a la espera de poder recibir la protección que se presta en un hogar ‘normalizado’. En este momento, en Burgos hay cuatro adolescentes esperando que surja esta oportunidad y 24 que ya la han conseguido y están residiendo de manera temporal en viviendas particulares.

Hace mucho tiempo que los expertos en protección a la infancia defendían la conveniencia de priorizar el acogimiento de menores cuyas familias están pasando por un mal momento y no pueden hacerse cargo de ellos en otras familias en lugar de en centros gestionados por la Administración. Y no porque en los espacios públicos no se hicieran bien las cosas, sino porque se considera que en una vivienda las relaciones son más estrechas que en un espacio en el que los trabajadores entran y salen en función de sus horarios. Y esa afectuosidad favorece al desarrollo de la personalidad, refuerza la autoestima y favorece la integración del menor, que es el objetivo a alcanzar.

Así que, tras años de recomendaciones, en la última modificación de la ley que regula el sistema de protección a la infancia y a la adolescencia, en vigor desde el verano pasado, se incluye este aspecto como «necesidad ineludible». En concreto, el texto indica que «existe total consenso entre psicólogos y pedagogos» en los beneficios de crecer en un ambiente familiar y añade que «si este objetivo es común para todos, cuando son menores de seis años, y de forma aún más señalada e imprescindible si son menores de tres, la conveniencia se torna en necesidad ineludible».

No obstante, la legislación sigue contemplando la posibilidad de recurrir a un centro, aunque matiza que debe ser en «supuestos debidamente justificados» y en los que se pruebe que «es la única medida» de la que se dispone o que «convenga al interés superior del menor».

Cuestión de voluntad

 

En los últimos cuatro años el número de familias que han asumido la crianza de menores en riesgo ha oscilado entre las 33 del 2012 y las 37 de 2014. Ahora son 35 las que están inmersas en el proceso o esperando que los especialistas de Cruz Roja les asignen un crío, algo que se hace teniendo en cuenta el perfil tanto de niños como de potenciales candidatos.

Cruz Roja siempre destaca que cualquiera puede dar el paso, aunque hay que estar convencido del compromiso que se va a asumir. Pero es indiferente si se está soltero o casado, la orientación sexual o el poder adquisitivo, siempre y cuando se pueda garantizar que las necesidades del menor estarán cubiertas. En este sentido, la Administración presta un apoyo económico, cuya cuantía depende de cada supuesto y que, subrayan los especialistas, en ningún caso puede llegar a determinar la decisión de ofrecerse como candidato.

La motivación de cada familia es uno de los temas que se tratan en los cursos de formación y en las entrevistas previas a los acogimientos para los que siempre hay necesidad de voluntarios.

Ahora mismo, para cuatro adolescentes.

 

José Ramón Sainz de Lomas y Ana Delgado | Padres de acogida de Javier

«Se adaptan muy bien al cariño, al respeto y al protagonismo que les das»

 

Ana Delgado explica que la idea de acoger a un menor con necesidades le rondaba desde hacía años, así que cuando sus dos hijos biológicos fueron mayores lo habló con su marido, José Ramón Sainz de Lomas, y en 2013 hicieron el curso formativo de Cruz Roja para dar un paso que no se materializó hasta junio de 2015, cuando Javier, de 7 años, llegó a sus vidas.

La pareja se vio entonces buscando colegio y planificando una vida que ya habían olvidado. «Hemos rejuvenecido 15 años», apuntan, destacando que la educación, la disciplina y el afecto hacia el niño son los mismos que hacia sus hijos biológicos a su edad. «La experiencia es muy positiva. Llegan con muchas carencias y nosotros tratamos de reconstruir todo lo que no ha tenido», apostilla esta pareja, antes de añadir que en estos ocho meses ya se nota evolución en el niño, que sigue teniendo contacto con su familia biológica. «Es muy inteligente y se va acomodando a las circunstancias», dicen los padres de acogida destacando que, en general «estos niños se adaptan muy bien al cariño, al respeto y al protagonismo que tú les das y que antes, por sus circunstancias, no tenían».

No saben cuánto tiempo convivirán con Javier y no ocultan que temen la despedida, pero también tienen claro que «somos un puente para él, aunque siempre estará en nuestros corazones».