El mayor salto de España, al pie de casa

A. Castellanos / Berberana
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El cañón del Nervión y sus 300 metros de altura ofrecen estos días un gran espectáculo, a vista de pájaro desde Monte Santiago

El gran salto del Nervión expulsa estos días una gran cantidad de agua. - Foto: Ana Castellanos

A dos días de la entrada de la primavera, el pasado lunes la nieve aún teñía con su manto blanco los hayedos de monumento natural de Monte Santiago, a pocos kilómetros de Berberana. La temperatura era gélida y el tiempo desapacible, pero decenas de personas llegadas de distintos puntos se adentraban en sus caminos y senderos en busca de la belleza que estos días ofrece el salto del Nervión, un chorro de agua que vuela nada menos que 300 metros hasta encontrarse de nuevo con la superficie, una distancia que lo convierte en el más alto de España. La gran cantidad de lluvias y nevadas de este invierno han hecho posible que la cascada esté en plenitud, aunque hay que ser rápido, porque en cuanto el tiempo mejora deja de manar agua.

No es fácil encontrarla en activo y menos con tanta cantidad de agua. Su origen está en el nacimiento del río Nervión, situado a apenas dos kilómetros en territorio alavés. El valle alavés de Delica es el que recibe las aguas abajo y por el que serpentea un pequeño arroyo que luego da vida al río. Pero las vistas más privilegiadas de la cascada se pueden observar desde el territorio burgalés. El mirador del salto del Nervión, uno de los principales atractivos de Monte Santiago, se suspende en el aire y produce vértigo a la mayoría de los que se asoman ávidos de curiosidad por contemplar la cascada lo más cerca posible.

Si la cascada es imponente, las vistas del valle de Delica y de la cordillera Cantábrica son infinitas. Permiten a los caminantes no habituados al montañismo, tener ante sí el horizonte de quien ha hecho una cumbre y tiene la oportunidad de otear una extensa porción de tierra. A 800 metros de altitud, el mirador del Nervión da también la oportunidad de observar a pocos metros una gran cantidad de aves rapaces, buitres leonados, águilas reales o alimoches, que aprovechan las corrientes ascendentes que produce el valle para jugar con el viento.

Las cifras oficiales de la Junta de Castilla y León indican que 20.016 turistas entraron el pasado año en el Centro de Visitantes de Monte Santiagol. Pero los aforadores de vehículos ubicados en la entrada al espacio natural contabilizaron hasta 100.000. Si se estima que portaban una media de dos personas cada uno, significa que entorno a 200.000 personas admiraron la belleza de Monte Santiago en 2012, aunque la mayoría no entró en su Centro de Recepción de Visitantes. En este espacio de 2.537 hectáreas protegidas, que se distribuyen entre Monte Santiago y Hollalante, siempre hay un caminante respirando naturaleza pura y serpenteando su inmenso hayedo.

Además, Monte Santiago, con varios aparcamientos de vehículos, es un espacio accesible para toda la familia e incluso para personas discapacitadas, dado que hay pistas de gran amplitud y pequeñas áreas de descanso cada pocos metros, tal y como marca la normativa de accesibilidad.

Anfibios

Junto a la casa del parque nace la Fuente Santiago, cuyas aguas realizan un corto, pero bello recorrido de cien metros hasta desaparecer bajo tierra en un sumidero. Ahora al comienzo de la primavera, estas aguas permiten contemplar anfibios muy diversos, algunos en situación vulnerable, como el tritón alpino o la rana patilarga, y otros en verdadero peligro de extinción, como la rana ágil. Otros más comunes, como la rana bermeja, la salamandra o el tritón jaspeado también surcan las aguas de Fuente Santiago, donde se desarrollan talleres de identificación de anfibios y de aves rapaces.

Asimismo, la lobera de Monte Santiago, una de las mejor conservadas y recuperadas de Las Merindades, es otro hito que se puede visitar y con el que se comprende la lucha que en su día mantuvo el hombre con su entorno natural. Con dos grandes paredes de piedra sobre piedra -sin mortero- que van haciendo un embudo hasta llegar a un foso, la lobera se convertía en una trampa mortal para estos cánidos que acechaban al ganado antaño.