«Sin el fracaso el mundo sería aburrido, es el motor del éxito»

Raúl Canales / Miranda
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Las conferencias de Iñigo Sáenz de Urturi son un derroche de energía. - Foto: Diario de Burgos

La mayoría de mirandeses quizá le conozca más por su faceta de mago, pero tres décadas sobre el escenario le han permitido probar en primera persona todas las teorías aprendidas durante su formación como comunicador y ahora, movido por su deseo de promover un cambio positivo en las personas, las traslada en conferencias en las que ofrece las herramientas psicológicas más efectivas para alcanzar el éxito tanto personal como profesional. 

Su experiencia en el mundo del ilusionismo y su conocimiento de la inteligencia emocional  provocan que Iñigo Sáenz de Urturi sea conocido como ‘El mago de la comunicación’, un sobrenombre más que merecido, como demostrará en los seminarios Tell&Sell que impartirá en el mes de octubre en Valladolid y Madrid. 

Las palabras miedo escénico, ¿le dicen algo? 
Sí, porque yo también lo he sentido hasta que conseguí gestionar esa emoción y ahora disfruto encima de un escenario.
¿Por qué genera tanto respeto hablar en público?
Por el miedo a no estar a la altura. Las encuestas reflejan que después de las mudanzas y los divorcios, hablar en público es la situación que mas estrés genera en un ser humano, incluso más que la muerte. 
Quizá la mayoría no tenga que enfrentar nunca el desafío.
Es complicado, aunque solo sea por cosas cotidianas como ser presidente de la escalera. Diariamente hablamos en público con mucha gente, el problema es que en la escuela nos enseñan a escuchar pero no a hablar. 
Su paso de la magia a la oratoria motivacional, ¿fue por casualidad o por evolución? 
Por ambas. Yo siempre he utilizado la magia como estrategia de comunicación para acelerar el aprendizaje de los menores, hasta que un día me propusieron trasladar el concepto a otra escala. 
Enseñar a ser un buen orador en menos de seis horas, ¿es su mejor truco de magia? 
(Risas). Mis seminarios se basan en el concepto de la supresión consciente, común en la magia. Cuando haces un truco la gente se queda sorprendida pensando: «¿qué ha pasado?». En ese momento su cerebro se suspende y toda la información entra al subconsciente, lo que orientado a la comunicación, permite que la gente deje de prejuzgar y aprenda el contenido mucho más rápido. 
Apunta más a la emoción que a la razón. 
Hay estudios que avalan que los humanos somos más emotivos que racionales y es muy fácil de demostrar: ¿cuándo estás enfadado no dices cosas que realmente no quieres o debes decir? 
Pero las emociones también se pueden controlar. 
Se pueden gestionar porque una vez que se activan se disparan sustancias químicas como la adrenalina que no se pueden dominar. El objetivo es que se disipen lo antes posible. 
Habrá quién piense que es un manipulador o al menos un maestro de futuros manipuladores. 
¡Mis amigos cuando trato de convencerles para ver la película que quiero en el cine! La delgada línea entre influir y manipular se llama ética. Si solo buscas tu provecho sin importar tu interlocutor, eres un manipulador. 
Hay que llegar al win to win (ganar y ganar) tan famoso en técnicas de negociación. 
Efectivamente pero no entendido desde un punto de vista solo económico. Se pueden cerrar tratos que cuesten dinero pero a los que sacar otro tipo de rendimiento. La clave es es que las dos partes acaben satisfechas. 
¿Es la palabra el arma más poderosa?
En realidad el lenguaje solo supone el 7% de la comunicación, mientras que la forma de decirlo representa casi un 38%. 
¿Y el porcentaje restante? 
La comunicación no verbal, porque las emociones se expresan a través del cuerpo. 
Entonces la primera impresión sí que cuenta. 
Desde luego, sobre todo si es mala, porque cuesta revertirla.
Los políticos, ¿son más comunicadores o magos? 
La retórica no es sinónimo de buena comunicación. Hay gente que embarra su discurso con palabras complicadas para que no se entienda. Al 99% de nuestros políticos les recomendaría un buen curso de oratoria porque no son buenos comunicadores. 
¿Qué les falta para serlo? 
Salir fuera del atril. La gente percibe el lenguaje no verbal como que se están escudando, mientras que si te sitúas a la misma altura que tu interlocutor, conectas más con la gente porque te muestras vulnerable, ¡por eso los políticos y grandes ejecutivos tienen tanto miedo a salir del atril! 
Sus cursos parten de que el fracaso es el motor del éxito, ¿es inevitable sufrir un varapalo previo para llegar a la cima?
Si no fuese por los fracasos el mundo no evolucionaría. Lógicamente el fracaso duele, y por eso hay que aprender a gestionarlo para que el significado que se le otorgue sirva de estímulo. 
¿No se puede aprender del fracaso ajeno? 
Es el mejor camino pero implica ser un sabio. 
¿Éxito y dinero siempre van de la mano? 
No, ni tampoco ser famoso. El éxito es la realización progresiva de tus sueños, sin que implique un reconocimiento social. Hay padres de familia que son más felices, porque se sienten más realizados, que muchos millonarios.
¿Hay en el día a día muchos exitosos que no saben que lo son? 
Seguramente, pero tampoco hay que olvidarse de que el espíritu humano aspira a crecer. Hay diferentes pilares que conforman nuestra vida (familiar, espiritual, financiero,...) y la felicidad está en lograr el equilibrio entre todos teniendo claro que el fracaso se cruzará en el camino. ¡Y menos mal, porque sino nos aburriríamos mucho!
¿Todos tenemos una capacidad innata para ser exitosos? 
En principio sí, pero nos frenan las creencias limitantes instauradas en nuestro cerebro en los seis primeros años de nuestra vida. 
Entonces quienes no se consideren triunfadores, ¿pueden culpar a sus padres?  
Son inocentes porque no lo saben, pero a partir de leer esta entrevista deberán sentirse culpables (risas). Hay que tener cuidado con el mensaje que se le da a un niño, porque un simple ‘no vales’ para esto o aquello, le condiciona de por vida.