El cerro de bodegas corre peligro de desaparecer por los derrumbes

I.M.L. / Aranda
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Circunstancias como la composición del subsuelo, el tráfico rodado o el desuso al que se las ha relegado han provocado el hundimiento de galerías enteras en la zona

Están a punto de cumplirse tres años desde que, tras copiosas lluvias, empezasen a constatarse derrumbamientos y grietas en el cerro de las bodegas de Fuentespina. Una situación que se ha agravado con el paso del tiempo y la inacción de los propietarios de las galerías subterráneas, que ocupan más de tres kilómetros de extensión. Tras un estudio de campo científico y técnico, el ingeniero geológico Marcos Núñez Feito avisa del peligro de desaparición de todo el barrio que conforman estas construcciones bajo tierra y los merenderos y viviendas que hay sobre ellas. «En dos años, esto ha empeorado mucho, es un proceso exponencial, cuanto más se vaya asentando el terreno, más se va a notar y dentro de dos años estará peor de lo que está», comenta Núñez Feito, que ha dedicado su Proyecto Fin de Carrera a esta herencia etnográfica.
Los motivos que han llevado a este entorno a la situación actual, con el tránsito de vehículos y peatones prohibido por la zona, son diversos y alguno evitable. «Los factores condicionantes de este estado generalizado de las bodegas no responden solo a cuestiones relacionadas con el terreno, sino que atienden a una combinación de factores como pueden ser las condiciones de humedad, el tráfico rodado y edificaciones suprayacentes o el abandono de muchas de ellas por parte de los propietarios», enumera el autor del estudio.
Dentro de su trabajo, este ingeniero ha propuesto cuatro soluciones constructivas para paliar los efectos de los derrumbes. La más radical, para las bodegas irrecuperables, «es la de tapado: con una excavadora, hacer la zanja hasta abajo, sacar al descubierto la galería de la bodega y volverla a tapar». Para las galerías que todavía se mantienen en pie, Núñez Feito aboga por una rehabilitación que aúne elementos tradicionales como arcos de ladrillo o mampostería con medios propios de la actualidad, como pilares de hormigón, zapatas y muros. Una propuesta que evitaría el efecto dominó en las galerías que aún se mantienen en pie.