Una sentencia avala la construcción del muro denunciado por el alcalde

I.P. / Burgos
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Fue levantado por el dueño de un establecimiento rural para garantizar la seguridad de los usuarios. El Juzgado también reconoce que es obligación de la junta vecinal asfaltar la calle

La casa casa de turismo rural El Pastor y en primer término el muro de protección que levantó el dueño. - Foto: DB

El largo desencuentro entre el actual alcalde pedáneo de Ros, Nicolás Miñón, y el vecino José Antonio Martínez, que también ocupó responsabilidades municipales en el pasado, vuelve a tener ahora un nuevo episodio de enfrentamientos, una vez que se ha hecho firme la sentencia del Juzgado de Primera Instancia Número 5 de Burgos a favor de éste último, tras la denuncia presentada por el representante de la junta vecinal.

Miñón denunció la construcción de un muro de contención de unos cuatro metros de alto por doce de largo, que levantó Martínez en la calle La Solana, una de las tres a la que da  la casa rural El Pastor, de la que es propietario en nombre de la empresa Margar de Ros, por entender que dicho muro usurpaba un espacio por el que pasaban las redes de teléfono y luz, lo que parece haber quedado demostrado que no es así, según los informes de los técnicos, recogidos por la sentencia que sí reconoce que se trata de un vial público, por lo que es competencia de la junta vecinal mantener su urbanización en buen estado como en el resto de calles del pueblo.

         La protesta de José Antonio Martínez viene dada porque desde la alcaldía pedánea ni se arregla la calle La Solana, que va desde el muro a la vivienda rural, ni se le autoriza, pese a haberlo pedido varias veces, a Margar de Ros a urbanizarla por su cuenta y a colocar una valla en el muro para protegerlo aún más y evitar que pueda haber algún accidente cuando haya usuarios en el alojamiento  rural. Martínez denuncia que la «inquina personal» de Nicolás Miñón contra él no justifica que no se cumpla con la obligación municipal o se le autorice a hacer una obra que lo único que pretende es garantizar la seguridad de las personas, y que él está dispuesto a hacer según le autorice la junta vecinal, porque no quiere «saltarse ninguna norma»;no obstante,  añade que está pensando recoger firmas entre los vecinos para exigir que se arregle la calle.   

Martínez hace hincapié en que si la junta vecinal no tiene dinero para asfaltar la vía, lo entendería, de ahí que pide que se le autorice a hacer las obras, con cuyo coste correría, así como colocar la valla del muro, «pero no que se de la callada por respuesta». El alcalde se niega a todo, añade el propietario, que recuerda que lo que trata es de hacerle la vida imposible acosándole y con constantes denuncias, como las que interpone por la otra casa rural de Martínez -al lado de la vivienda de Miñón- o los avisos un día sí y otro también ante la Guardia Civil cuando tiene inquilinos, explica el propietario. «Es un acoso constante que hasta me ha perjudicado económicamente porque han dejado de venir mucha gente», reconoce el dueño que añade que, sin embargo, la casa El Pastor, más alejada, « casi siempre está completa».

Ros es una pedánea del Ayuntamiento de Valle de Santibáñez.La alcaldesa del municipio, María del Amor Andrade, reconoce que ha intentado que lleguen a acuerdos, pero sin éxito, por lo que muestra su preocupación por el enfrentamiento entre ambos. María del Amor explica que en el caso del asfaltado de la calle la competencia para la obra es de la junta vecinal, pero que, sin embargo, fue el Ayuntamiento del Valle de Santibáñez quien dio la licencia y el final de obra, al tratarse de competencias urbanísticas, para el alojamiento rural, que además estuvo condicionada a unas modificaciones que Martínez ya realizó en su día, con informes favorables hasta de Diputación. La alcaldesa recuerda que fue el propio José Antonio quien rellenó el desnivel que había entre el muro y los tres escalones de la entrada a la vivienda por la calle La Solana.