Objetivo: normalización del día a día

Marta Blanco / Burgos
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Casarse y tener hijos son algunas de las ilusiones en la vida de los discapacitados intelectuales. Trabajar con ellos al principio es delicado, hasta cogerles en punto; luego, resulta estimulante

Sonia, empleada de industria - Foto: foto: Gäetan Baudoux

 
Para conocer con más detalle la labor de una de las asociaciones más arraigadas en la provincia, Sonia nos cuenta de primera mano su experiencia través de las actividades en las que participa y que van dirigidas a personas con discapacidad física e intelectual, además de a sus familias. 
El objetivo principal de la entidad es «que tengan la vida lo más normalizada posible y que sean independientes». Y es que «ellos tienen las mismas ilusiones que cualquier otra persona. Quieren tener novio, casarse y tener hijos», comenta esta voluntaria. Todo ello con el hándicap de que «sus capacidades les merman a la hora de hacer muchas cosas». Si algo pretende esta organización es que «tengan decisión, iniciativa y que no hagan las cosas por obligación». Desde la asociación se organizan actividades divididas en deporte -bolos, natación, fútbol, baloncesto o hockey- y ocio -danza, informática o teatro-, las cuales se estructuran en grupos en función de las edades y del grado de discapacidad. 
Detrás de cada una de estas personas está el trabajo que realizan las familias. «Hablamos de personas que necesitan que estén todo el día pendientes de ellas, que tienen muchas necesidades». De ahí que con el trabajo que se hace con los chicos se pretenda «quitar un poco de peso a las familias para que tengan su propio tiempo y desconecten», lo que también se fomenta con las actividades que desde la asociación se organizan para las familias. 
A Sonia el tema le toca de cerca, lo que sumado a su experiencia laboral previa en la asociación hizo que hace dos años y medio decidiera retomarlo. «Hay mucha gente que necesita ayuda y mañana puede ser al revés, así que hay que echarse un cable uno a otro». A cambio, Sonia recibe mucho más de lo que les da: «Tendrán sus capacidades limitadas, pero valoran mucho que les quieras. Saben perfectamente quién les da cariño y les molesta que les traten como a niños pequeños. Al mismo tiempo te hacen pensar y comparar cómo unos y otros abordamos un mismo problema. Es envidiable la forma en que viven las cosas porque disfrutan de la vida de una manera completamente diferente a la nuestra». 
La paciencia, las formas y el saber medir las palabras son las principales características de estos voluntarios. Su día a día con ellos también es duro: «Al principio tiendes a sobreprotegerles, hasta que les coges el punto, y es duro cuando ves que ellos quieren y que no van a llegar. A pesar de ello, tienen una capacidad de superación impresionante», concluye Sonia.