«Huimos de la imagen de pesebreros, la subvención es un concepto maldito»

H. Jiménez / Burgos
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Noguero, ante un panel con los logos de todas las entidades que conforman Equalbur - Foto: Jesús J. Matías

A sus 51 años, licenciado en Empresariales por la Universidad de Zaragoza, preside desde 2011 la figura que reúne a 23 entidades burgalesas cuyo punto en común es el trabajo por la inclusión social. Equalbur está inmersa en un proceso de reinvención, obligada por la finalización de programas como Equal o Urban que proporcionaron fondos para su crecimiento. Pero sigue con las mismas ganas de trabajar por los más desfavorecidos y especialmente por su inserción laboral en un momento especialmente complejo.

Coincidiendo con su entrada en la cuarentena dejó el prosaico mundo de la informática (tenía una empresa) para embarcarse en el de lo social. Desde entonces está al frente del Comité Anti Sida de Burgos.

¿Qué ha pasado en los últimos años con Equalbur, que apenas ha tenido presencia mediática y pública?
Nuestro origen fue en torno al empleo, y así empezamos de la mano del programa Equal, con 80 y tantas entidades y una importante financiación europea. Luego pasamos a estar dentro del Urban, otro programa que duró tres años, e hizo que nos mudáramos al centro. Y ahora desde el mes de abril nos hemos realojado en el Espacio Ágora, con una filosofía low cost, puesto que ya no tenemos ningún convenio con el Ayuntamiento. 
¿Y ahora?
Digamos que ahora somos una nueva versión de Equalbur, para la que entre otras cosas hemos rediseñado el logo. Tenemos el valor de habernos juntado 23 entidades, con una alta participación en las reuniones, y somos muy conocedores del terreno. Queremos ser la voz autorizada ante las instituciones sobre la exclusión social y tener una fuerza reivindicativa. A nivel interno estamos trabajando en una plataforma digital para compartir documentos, proponer actividades... Antes de final de año queremos generar dos documentos, uno hablando sobre la situación del empleo en Burgos y otra sobre la futura Ley de Régimen Local y la reorganización de competencias que plantea. De ella solo sabemos que su filosofía es «una administración, una competencia». Aquí hay muchas que el Ayuntamiento de Burgos asumió porque sí, y nos parece estupendo, pero a ver ahora con este cambio si va a ocurrir algo.
¿Y qué dice ese informe sobre la situación del empleo que presentarán a final de año?
Estamos rematándolo porque desde el verano han llegado mejores noticias que nos obligará a introducir matices. Pero en Castilla yLeón, y por comparación con otras comunidades, tenemos un sostenimiento del sistema social bastante bueno. Al menos a nivel local se hace un esfuerzo. Aunque somos críticos respecto a aspectos como la calidad de las ofertas, la situación de la mujer, el desempleo juvenil o el de los colectivos socialmente desfavorecidos.
¿Temen que ese nuevo reparto de competencias que antes mencionaba  les deje en tierra de nadie?
Entendemos la situación en la que estamos, y la idea de repartir mejor las competencias no parece mala para que la administración sea más eficaz. Pero los niveles locales somos los más cercanos y tememos que las apuestas que ha habido estos años en Burgos se caigan con la excusa de que ahora eso corresponde a Junta oMinisterio. Los políticos, en cualquier caso, siempre tendrán un margen de maniobra que dependerá de su interés. Nuestro empeño es fortalecernos, cubrir unas necesidades cuya rentabilidad social y económica está demostrada, y sensibilizar. Queremos huir de la imagen de pesebreros, porque la subvención hoy en día es un concepto maldito. La subvención es una redistribución del presupuesto que se concede con dinero de todos y previa presentación de un proyecto. Con la cantidad de justificaciones que nos piden no hay ninguna duda del buen uso del dinero público. Yo me asombro del despiporre que ha habido en otros sitios, cuando aquí nos piden todo tipo de papeles.
¿Se les mira a ustedes peor desde que empezó la crisis, por esa recepción de subvenciones?
Sí, sí. Esa es la desgracia de la pobreza, que encima es miserable. Entre nosotros nos llevamos muy bien y ese es un valor. Nos conocemos desde hace años, nos sentamos a una mesa y hablamos perfectísimamente. No existe competencia entre nosotros. Pero frente a esto la sociedad, en una sociedad de crisis, se cuestiona por qué tenemos nosotros derecho a algunas cosas y no ellos mismos, que sienten que lo están pasando muy mal. Es un enfoque frentista, sin darse cuenta de que las personas en exclusión necesitan más que nunca las ayudas. Es ahora cuando salen frases xenófobas, frases de «vaya morro, menudo abuso». 
Existe la sensación de que los nuevos excluidos, la antigua clase media que ha perdido su empleo, es la que no tiene ayudas. ¿Es eso cierto?
No, si hiciéramos números el porcentaje que se destina a nuestros programas es ridículo. Lo que pasa es que existe esa idea, de que asociaciones como las nuestras tienen todo tipo de apoyos. Ynosotros también estamos recibiendo a gente que en la vida se habrían visto en estas y que les da vergüenza pedir alimentos o ropa. La exclusión ha avanzado, y las mismas entidades tenemos que afrontarla con recursos iguales o menores.
¿Y cómo logran cuadrar ese círculo? 
Las hemos pasado muy canutas, pero aquí seguimos. Estamos especializados en sobrevivir, en flotar. Siempre hemos estado en la franja baja. Algunas están llegando al límite, otras tienen más solidez estructura o bancaria y resisten mejor, pero en términos generales estamos más débiles, y sobre todo en la parte estructural y financiera. Nos ocurre, por ejemplo, que firmamos convenios con el Ayuntamiento, teóricamente para todo el año, y resulta que en nuestro caso por ejemplo hemos cobrado en septiembre, así que desde enero hemos sobrevivido. ¿Cómo lo hacemos? Pues yo por ejemplo avalo un crédito personalmente. Los trabajadores no cobraron ni la extra, ni julio ni agosto, y decidimos pagar 750 euros al mes a todos hasta que llegara el dinero y pudiéramos regular nóminas. Cada uno tiene su truco, pero se pasa muy mal.
Hemos conocido recientemente el caso grave de La Rueda, que ha llegado a temer por su desaparición. ¿Hay alguno más?
Bueno, espero que no, que todas sigamos. El caso de La Rueda necesita más apoyo económico y necesita un local. La pregunta es, ¿quién tiene que financiar una asociación? En principio podríamos pensar que los socios, pero con las cuotas no es suficiente. Así hay que sostener la estructura, y hay que buscar donde sea. Creo que La Rueda saldrá adelante, pero acabas quemado.
A la vista del reparto que hace de sus presupuestos, ¿tienen la sensación de que la administración tiene dinero para lo que quiere?
Sí. A ver... es que... hemos llegado a gestionar unos programas que inicialmente deberían ser responsabilidad de la administración. Hablamos de vivienda, de la renta mínima, de comida. El Estado debería cubrir eso y nosotros nos hemos metido en medio promoviendo desde nuestras áreas nuevas necesidades y recursos. En cierto sentido echamos a la administración y dijimos:«Esto ya lo gestiono yo». Así empezamos a crear estructura, y eso llega un momento que tiene que alimentarse. Y llegan las vacas flacas y...
¿Cómo decirle ahora a la administración: «Toma, que yo ya no puedo con esto»?
Pues ahí está. Encima con una administración adelgazante en la que lo público se está perdiendo. El nuevo enfoque que se percibe es la idea de privatizar este tipo de cosas, y aquí en Burgos ha ocurrido que empresas que en origen eran constructoras han creado medio filiales de servicios sociales porque han visto que ahí había negocio. Así nos expulsan. Y por eso pedimos que haya cláusulas sociales, algo que hemos pedido hace tiempo, para que el Ayuntamiento valore en sus concursos públicos la trayectoria y el conocimiento de las asociaciones.
¿Y en eso les hacen caso?
En la Gerencia de Servicios Sociales yo diría que sí, que tratan de incorporarlo.En el resto no. Es un trabajo difícil de trasladar porque no lo ven, no tienen la sensibilidad necesaria.
En este tiempo de crisis han vivido dificultades, pero, ¿han encontrado un mayor reconocimiento a su labor?
A mí me sorprende mucho que la gente aún no sepa que existimos y lo que hacemos, incluso gente que me conoce bastante. La percepción que tenemos es que mucha gente ignora las entidades sociales y el trabajo que hacemos. Aun así, en Burgos hay mucho asociacionismo, aunque también otra gran parte piensa que estamos de más, no se dan cuenta de que somos un colchón social. Hoy en día cada uno mira por lo suyo y eso genera sentimientos distintos.
¿Burgos sigue siendo una isla que está mejor que el resto de España, podemos seguir presumiendo como hace unos años?
Igual que a nivel industrial Burgos es una ciudad potentísima también lo es socialmente. No tenemos nada que envidiar al típico ejemplo del País Vasco. Por parte de todos, ¿eh?
¿Y eso a qué se debe?
A una trayectoria de muchos años. Yo solo estoy aquí desde el 92, pero hay entidades tan históricas que vienen desde los años 50 o 60. Aspanias, por ejemplo, está celebrando su medio siglo. Y aquí siguen, y haciendo proyectos de una gran dimensión. Los tiempos cambian, hay altibajos en las asociaciones, pero hay una trayectoria detrás.
Cuando cambiaron la Junta Directiva hace dos años se marcaron dos objetivos principales. Uno se llamaba «Retos en ciencia política». ¿Qué pretendían con ello y qué balance hacen?
Es un convenio que tenemos con el Ayuntamiento. Es una plataforma dirigida por el Ministerio de Trabajo que se orienta a la Responsabilidad Social Corporativa. Se trabajan territorios socialmente responsables, se buscan buenas prácticas que hayan implicado instituciones y empresas. Como balance podemos decir que hay muchas buenas ideas, y que si hubiera un impulso político y continuado podrían salir muchas adelante. 
El otro era «Sensibilización y comunicación».
De ahí deriva la renovación de nuestro logotipo. Estamos ahora en la tercera fase de nuestra vida, ya no queremos tener una gran estructura y lo que nos importa es invertir los recursos que nos quedan en una nueva imagen.
¿Cómo conseguir empleo para las personas en exclusión cuando no lo hay para nadie?
Pues es una situación todavía más complicada, pero nosotros estamos pidiendo un mínimo, la igualdad, que también tengan una oportunidad. Estas personas lo tienen difícil, pero no se lo hagamos más. Si cumplen los requisitos que exige su puesto pues son totalmente aptos. Muchas entidades han acabado creando sus propias empresas de inserción social, y eso quizá es un camino para muchas, porque ves que de lo contrario va a ser imposible encontrar trabajo.
¿Ycómo ven ustedes la receptividad entre los empresarios?
Es una cuestión de feeling personal, de relaciones entre unos y otros, y por eso hay entidades que trabajan con empresas concretas. Necesitamos a los empresarios, y entendemos que busquen su rentabilidad. Hay mucho camino por recorrer en este tipo de colaboraciones.
La integración de los inmigrantes es el objetivo de algunas de las asociaciones de Equalbur. ¿La crisis ha truncado lo conseguido en los últimos años?
Bueno, muchos se están yendo porque no tiene sentido estar aquí. Burgos nunca ha sido un sitio de acogida excesiva, no hay un alto porcentaje de inmigrantes que podría generar tensiones. Los extranjeros y los pobres no gustan a mucha gente, como tampoco gusta ver a gente pidiendo o excluida, pero ellos como colectivo no generan mayores problemas. Y aún así se les han cerrado algunas puertas del sistema sanitario, y tienen miedo, se limitan, temen que les pidan facturas... Esa es una exclusión gratuita
¿Qué opinión le merecen iniciativas como la del cubo en favor del ELA? ¿Es contrario o partidario de la ‘espectacularización’ de este tipo de campañas?
Es el signo de los tiempos y no puedes ir contra ello. Es lo que se lleva ahora, amplifica el mensaje y consigue fondos. Yo seguramente, por la edad que tengo, prefiero un enfoque más meditado, a medio y largo plazo. Pero es un éxito lograr una foto, un posicionamiento mediático y un dinero. En este mundo hay muchas cosas que hacemos de tapadillo, pero ahí estamos trabajando.
¿Y los programas de televisión que muestran el sufrimiento de tanta gente, aun con el objetivo de lograr fondos?
El fin no justifica los medios. Esa exhibición impúdica es como desnudarse delante de los demás y eso no es el camino correcto. No podemos vivir de la caridad, como si fuera una subasta, siempre anunciando lo que hemos recaudado. Y ya no trabajamos en esos términos. Tiene que haber servicios sociales organizados por la administración para atender este tipo de casos. 
¿Y entonces, cuando la administración no hace lo que debe?
Yo creo firmemente que la sensibilidad con lo social es apolítica. Es tan simple como que si hubiera una sensibilidad entre la gente que está en el poder eso cambiaría. Del tirón. 
¿Se nota mucho la sensibilidad de los distintos alcaldes o concejales que han pasado por el cargo desde que existe Equalbur?
Muchísimo. Cuando hay una apuesta es evidente. Y ahora mandan más los del área económica que los del área social, cada uno está en su papel. Pero ojo, está demostrado que los recortes a medio plazo lo que harán será empeorar el problema original. Por ejemplo, si se rechaza a gente en la sanidad pública dentro de unos años los problemas se multiplicarán. Si uno se carga un programa de inserción social los afectados volverán al mal camino, y dentro de unos años tendremos la misma situación. A ver qué brecha estamos creando. Insisto: la exclusión está cada vez más arriba en las capas de la sociedad y todos tenemos a alguien cercano que está en riesgo o puede estarlo.