«Lo que pasa en el estudio se queda en el estudio»

I.M.L. / Aranda
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José Caballero • Productor musical e ingeniero de sonido de los estudios Neo Music Box

Este arandino de 40 años lleva más de la mitad de su vida relacionado de una forma u otra con la música. Primero como aficionado y después de manera profesional, comenzó como músico hace 22 años en el grupo ‘Zirrosis’, pasando por ‘Mirada de Ángel’ hasta recalar ‘Drow’. En 2010 entraba a formar parte del estudio de grabación Neo Music Box y desde entonces ha colaborado en la salida al mercado de decenas de trabajos discográficos.

El espacio cultural ‘El sótano de Cascorro’, en el barrio de La Latina, es hoy el escenario para la gala de entrega de los I Premios Daw, un galardón a nivel nacional que nace para reconocer la labor de los productores musicales. En su primer palmarés, se encuentra un arandino, Jose Caballero, que lleva seis años como ingeniero de sonido de los estudios Neo Music Box, ubicada dentro de Bodegas Neo, un escaparate para dar a conocer el tándem que forman el vino y la música.

¿Cómo sienta recibir un galardón tras seis años trabajando aquí?

Es una alegría enorme que te den un premio y que valoren tu trabajo, a todos nos gusta. A parte, compartirlo con los otros dos premiados, Dany Richter y Luca Petricca, es una pasada porque son artífices de muchos de los grandes discos que escuchamos en nuestro país hoy en día, eso quiere decir que estamos haciendo las cosas un poco mejor cada día y que podemos llegar a equipararnos con estos dos gigantes.

Los que le conocen a nivel profesional aseguran que esto, más que su trabajo, es una filosofía de vida.

Si, porque me siento muy afortunado porque tengo un trabajo que me encanta y eso, al final, se plasma. Cuando viene una banda, la labor de producción ya no es tanto el arreglo musical o el cambio de estructuras, sino que consiste en crear un ambiente de trabajo y que la banda esté a gusto, que el músico esté tranquilo, que seas tú el que tome las decisiones finales quitándoles un poco la presión y dirimir en las pequeñas controversias que pueda haber entre músicos. Aquí han entrado muchas bandas que son cuatro, cinco, seis músicos y han salido cuatro, cinco o seis amigos, y eso es muy bonito.

En la cultura musical actual, ¿el gran público reconoce la labor de un productor musical?

La gente ajena todavía desconoce el papel de un productor en un disco, pero en parte no está mal que permanezcamos un poco en la sombra, porque lo que tiene que brillar es la banda. Cuando estás trabajando con un grupo, lo que quieres es que salga un producto final en el que el grupo esté identificado, no hacer todos los discos como quisieras que sonasen para tu propia banda. Lo ideal sería recuperar ese momento en que escuchábamos canciones en los ‘80 o a principios de los ‘90, cuando con solo oír los diez primeros compases de una canción ya sabías qué grupo era porque tenía un sonido muy identificado.

Entonces, no es muy amigo de las figuras de esos productores estrellas que imprimen su sello personal a las bandas o cantantes con los que trabajan.

Yo no lo comparto, yo tengo otro sistema distinto, que no es mejor ni peor, solo diferente, pero tampoco les quito mérito. Por ejemplo, los productores con los que comparto galardón, escuchas sus trabajos y creo que comparten la misma filosofía que yo, porque no suena todo a lo mismo. Luego hay otro tipo de productores más mainstream, podríamos llamarles así, que igual llevan todo a un mismo terreno, pero lo comercial no es malo, que una banda le guste a mucha gente no es malo.

En sus años de trabajo en Neo Music Box, ¿cuántas bandas han pasado por sus manos?

Nos acercamos peligrosamente a las tres cifras, estamos haciendo una media de 20 bandas por año, entre discos, EP’s y otros trabajos, como locuciones para películas de animación. Por estas cifras nos sentimos hiperafortunados porque tenemos una lista de espera de trabajo larga, la primera fecha que tengo libre para este año es a partir de finales de septiembre.

Y hablamos de bandas nacionales e internacionales.

En efecto. Hemos trabajado con los canadienses The Corner, con The Andy Warhols, Exsonvaldés, que han titulado su último disco Aranda, Banda de Turistas, Carla Morrison, una cantante mejicana con siete Grammys, The Lorentos,... son muchas bandas extranjeras que me ha aportado otro punto de vista sobre la música, sobre el flujo de trabajo, que es muy importante, y ha sido genial.

Anécdotas imagino que habrá a decenas.

Si, hay muchas, pero somos un poco confesores, lo que pasa en el estudio se queda en el estudio. La gente tiene el concepto de estrella de rock muy endiosado y normalmente son trabajadores de lo suyo y gente supereducada, formal y que viene aquí a currar.

Pero fuera de las puertas del estudio también se crea una relación con ellos.

Eso es. Que te llame el cantante de la banda X que está en todos los festivales españoles el día de tu cumpleaños y te canten todos a coro el Cumpleaños Feliz mola mucho. Es bonito crear una relación que termina siendo amistad. Por ejemplo, la banda con la que estoy trabajando estos días, Shinova, ya es el segundo disco que hacen aquí y son mis amigos. O mi hija mayor, de cuatro años, ha colaborado en el disco de Izal y en el anterior de Shinova también colaboró.

¿El hecho de que sea el único estudio de grabación que hay dentro de una bodega llama la atención a las bandas para que lo elijan para grabar aquí?

Claro que sí, porque el binomio música-vino está guay. Porque hay gente que viene a grabar que no tiene cultura de vino y gente que viene a conocer el vino y termina conociendo la música. Le voy a contar una anécdota: una vez grabando a un guitarrista americano, necesitábamos unos coros bastante grandiosos y había una misión comercial de daneses y los metió a todos en el estudio para hacer coros. Ellos nunca habían tenido relación con un estudio de grabación y se creo un punto de unión. Como dice mi jefe, y es una frase muy buena, esta es «la bodega que suena».