En efecto, una gran noche

I.M.L. / Aranda
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El plato fuerte de Sonorama Ribera 2014 no decepcionó y Raphael fue capaz de llenar el recinto como nunca se había visto antes

Raphael, todo sentimiento y entrega. - Foto: Julio Calvo

Ayer fue el primer día completo de esta décimo séptima edición de Sonorama Ribera 2014. La primera jornada que comenzó a medio día y se iba a extender muy entrada la madrugada de hoy, pero cada actividad, cada concierto, cada cambio de escenario, cada mirada casi tenía detrás esa calma tensa que provoca la espera de algo deseado, la tensión de no saber lo que va a pasar unas horas después, si será tan positivo como se quiere o todo lo contrario.

Los más incondicionales del festival arandino, los jóvenes y los que acudieron ayer a Aranda a ver a algún grupo en concreto, se volcaron con los conciertos programados por la mañana tanto para descubrir los nuevos talentos del autobús de la plaza de La Sal como para apoyar a sus artistas en la ya mítica plaza del Trigo y gritar a todo pulmón esa frase de guerra de «¡Escenario principal!», que ya se dejó oír con insistencia sobre todo durante la actuación de Bravo Fisher!, una de las bandas del sello Subterfuge que tiene dedicado este enclave por estar celebrando sus 25 años apoyando la música independiente y nacional.

Impresionante imagen aérea del concierto de Raphael, el plato fuerte del Sonorama.Impresionante imagen aérea del concierto de Raphael, el plato fuerte del Sonorama. - Foto: Trece Grados Productora Audiovisual La explosión

La tarde comenzó pausada, con los asistentes guardando fuerzas para la larga noche. Y eso que algunos, como La M.O.D.A., se empeñaron en cambiarlo poniendo todo su ímpetu musical en el escenario para hacer que la gente olvidase, si quiera por un instante, que estaba a punto de asistir a un momento histórico en los 17 años de Sonorama.

Y todas las expectativas se quedaron cortas. Ya en el cambio de escenario se intuía que aquel no iba a ser un concierto normal, como tantos otros en un festival. Con un gran piano de cola negro presidiendo el escenario a la espera de los músicos y el artista con mayúsculas, la gente se fue arremolinando en las primeras filas, mezclándose abuelas de más de 70 años charlando animadamente con los modernos más pintureros, como si se conociesen de toda la vida y hablando de gustos musicales, entre los que compartían, por supuesto, a Raphael.

Unas grandes letras le anunciaban y, antes de pisar el escenario, le precedió una introducción instrumental de Estoy aquí, que los miles de asistentes, más de 15.000, se apresuraron a cantar a mandíbula batiente. Y salió él, de riguroso traje y camisa negra solo roto por los lunares de su corbata, también negra, con su aplomo característico. Una gran sonrisa y a interpretar Si ha de ser así sin mediar palabra. No había tiempo que perder y se notaba que el de Linares estaba disfrutando cada minuto, viendo lo que tenía delante: un público entregado a cada acorde, a cada verso, a cada mirada y a cada personal paso de baile.

Como ya confirmó el propio Raphael en la entrevista que concedió a DB, en su largo concierto invitó a subir al escenario a otros artistas. Juan Alberto de Niños Mutantes estrenó las colaboraciones con Estuve enamorado y le siguió Vega con Hablemos del amor, entre otros. El protagonista de la noche se lucía en el escenario, se movía como el pavo real de la canción española que es, se deleitaba haciendo cantar a los festivaleros y a los espectadores más entrados en años y que dieron un toque especial al momento. Y el gran mito artístico, genio y figura, hizo bailar y cantar a la multitud al son de clásicos de su repertorio y sus últimos temas.