Carlos Romero González: «El PP olvida que la constitución avala a los sindicatos»

G. Arce
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Carlos Romero González: «El PP olvida que la constitución avala a los sindicatos»

 
Apelando a la unidad y al orgullo de ser sindicalista, el cántabro Carlos Romero, de 59 años, abrió el viernes una nueva etapa en MCA-UGTal asumir la Secretaría General de la federación con el apoyo del 81,47% de los delegados al Congreso de Burgos (365 votos a favor y 80 en blanco) y tomar así el relevo de Manuel Fernández ‘Lito’ y sus 25 años de gestión.
 
¿Cómo asume la máxima responsabilidad de MCA-UGT?
Con la sensación de haber sido capaces de hacer un relevo tranquilo, ordenado y con consenso, que era lo que buscábamos desde el día en que ‘Lito’ anunció que no optaba a la Secretaría General. Sustituir a ‘Lito’ no es una tarea nada sencilla. 
 
¿Hay continuidad o cambio?
El sindicato tiene la obligación de adaptarse a los cambios que la propia sociedad ha sufrido. Hay que tener en cuenta que la crisis ha afectado al propio sindicato y a la evolución de la afiliación, lo que nos genera problemas. Tenemos que ser capaces de mejorar los ingresos y para ello hay que mejorar la afiliación. Esto implica que hay que dar mejores servicios.
 
¿Va a exigir más cercanía al trabajador y menos despacho?
La normativa laboral nos impone estar más cerca del centro de trabajo porque es ahí donde se van a tomar la mayoría de las decisiones. Esto nos exige un contacto más cercano con nuestro delegados y afiliados. La figura de los agentes sindicales será la encargada de estar en contacto permanente, pero tenemos que hacer un trabajo previo de formación y de capacitación técnica y sindical.
 
¿La reforma laboral les ha pillado con el pie cambiado?
La reforma laboral ha acentuado un trabajado de desgaste para entorpecer la labor sindical. Se pretende desmembrar nuestra capacidad de negociar convenios de ámbito sectorial para que sea más difícil llegar al conjunto de los trabajadores. La línea de individualizar las relaciones laborales que pretende el Gobierno nos dificulta enormemente nuestro trabajo, pero es una situación nueva a la que tenemos que enfrentarnos. 
 
¿Los pactos de competitividad en la automoción son el modelo a seguir?
Sí. Eso formaba parte del ideario de los sindicatos y también de la patronal, que perseguía el enfrentarnos a la crisis con más flexibilidad interna para evitar despidos y dar estabilidad a empleo. El Gobierno no tuvo en cuenta estos acuerdos y tiró por la calle de en medio con la reforma laboral. La búsqueda de medidas de flexibilidad interna se está convirtiendo en un éxito para el sector del automóvil y esa misma problemática la tenemos en todos aquellos sectores donde hay empresas multinacionales. Tienen obligación de ser competitivas en costes, pero esto no se consigue solo reduciendo los salarios como nos plantea la reforma laboral. 
 
¿Qué percepción tienen los sindicalistas internacionales que han asistido al Congreso de la crisis en nuestro país?
Hay de todo. Hemos recibido críticas porque no entienden lo que está ocurriendo en España. Nos acusan de estar haciendo dumping social, de rebajar los salarios para competir con ellos. Nosotros les decimos que esta rebaja viene impuesta por la reforma laboral por la que, para el empresario es muy fácil poner sobre la mesa dos alternativas: o aceptas unas condiciones peores o me llevo tu producto a Chequia o Polonia...  Frente a estas críticas también recibidos mucha solidaridad, sobre todo de los sindicatos alemanes. IG Metall está mostrando una comprensión hacia la situación de crisis porque ellos ya la vivieron hace tiempo y vieron la necesidad de contar con la UE.
¿Qué tienen los sindicatos alemanes que no tengamos aquí?
Nuestro modelo sindical se asemeja muchísimo al alemán, pero allí hay un respeto institucional desde los gobiernos y los partidos a la actividad sindical. Allí no solo no la consideran una rémora, sino que la participación de los trabajadores en la toma de decisiones es estratégica para el futuro de las empresas. Aquí se nos ve como un problema y no parte de la solución.
¿Su falta de adaptación y renovación puede estar detrás de esta percepción?
No. El problema no depende las personas sino de las políticas. El sindicalismo que hacemos en España es perfectamente homologable con el que se hace en el conjunto de la UE. Tenemos abiertos varios procesos de diálogo social en el ámbito europeo y formamos parte de ese movimiento sindical europeo. En España tenemos un problema cultural: todavía la democracia no ha dado el salto para considerar que sindicatos y empresarios formamos parte de la sociedad y tenemos reconocimiento constitucional. Este Gobierno, que utiliza la Constitución como arma arrojadiza para de