El misterio de los sillares ocultos

R.P.B. / Burgos
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El derribo de una casa en Cerezo puso al descubierto unas piedras que pertenecen con toda seguridad al arco

Sillares encontrados en Cerezo. - Foto: Segisamunculum

Hace unos años, tras el derribo de una vieja casa de Cerezo, quedaron al descubierto unas piedras de sillería de todo punto enigmáticas. Los vecinos del pueblo supieron pronto que no se trataba de unas piedras cualquiera y hoy, después de un sesudo análisis, han llegado a la conclusión de que pertenecían al arco románico de la iglesia de la Llana. Se trata de ocho piezas, todas ellas dobles, que con toda seguridad pertenecían al fuste del arco. Cotejadas con viejas fotografías del arco y comparando con el esta actual de éste, han comprobado que, en efecto, pertenecían al conjunto del pórtico. Incluso una de ellas está tallada y formaba parte, según todos los indicios, de una arquivolta.

Además, han constatado un hecho revelador: en ellas se puede apreciar la misma marca de tinta que la que puede verse en las fotos de cuando el conjunto, desmontado y embalado en cajas en el almacén del anticuario Raimundo Ruiz en Vitoria, se hallaba preparado para salir rumbo a Estados Unidos, hecho que, por fortuna, no sucedió finalmente, ya que fue intervenido y trasladado a Burgos.

Según el historiador Marino Pérez Avellaneda, uno de los principales conocedores de los avatares de la iglesia de la Llana, esas piedras pudieron ser ‘recogidas’ por algún vecino de Cerezo no en Vitoria, sino ya en Burgos y en el emplazamiento actual del arco, en el Paseo de la Isla, después de que el conjunto escultórico se hundiera y desmoronara en 1945 después de su reconstrucción en este emblemático parque de la ciudad.

«Pienso que fue entonces cuando alguien de Cerezo se llevó las piedras desde Burgos a Cerezo, y luego, por miedo, las escondió detrás de una casa que se construyó por entonces, y han quedado al descubierto hace unos años cuando se tiró para construir otra en la avenida Andrés Gutiérrez de Cerezo, la calle principal del pueblo. Esta noticia es muy novedosa y no hay referencias a ella en la literatura técnica sobre el arco», indica.

Piedras nuevas

Pérez Avellaneda cree que la persona que se llevó las piedras aprovechando el desvalimiento de éstas -cuando el arco se hundió permaneció desmoronado durante mucho tiempo-, las escondió por temor. Una simple comparación entre fotografías anteriores y posteriores al hundimiento permiten comprobar que, en efecto, se perciben perfectamente cómo hay varias piezas nuevas, como delata su intenso color blanco.

Además de las ocho aparecidas en Cerezo, se sabe, por una crónica periodística de la época, que otras pudieron terminar formando parte de las tapias del antiguo matadero de Burgos (que se hallaba cerca del actual colegio de La Salle), adonde pudieron ir a parar de la mano de los albañiles que en su momento trabajaron también en el arco.