Hábitos saludables en la 'vuelta al cole'

Alfonso Perote
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Desayuno completo, cinco comidas diarias, ejercicio y descanso adecuado son las claves en el bienestar de los pequeños de la casa

 
Tras dos meses de vacaciones, hay que regresar al colegio. Probablemente durante el verano se ha sido permisivo con los hijos en cuanto a horarios, comidas rápidas y otros caprichos. El retorno a la escuela es un momento ideal para recuperar los buenos hábitos de vida y alimentación.
Para afrontar bien la vuelta a las aulas, hay tres apartados importantes que se deben recuperar: disciplina en los tiempos de las comidas, dormir las horas necesarias y realizar ejercicio físico. A priori, puede parecer que es un reto inalcanzable y puede suponer un problema para las familias que, sin duda, tendrá éxito si se plantea como una responsabilidad compartida entre los padres, el colegio y los hijos.
Se debe volver a la costumbre de realizar cinco comidas al día y establecer unos tiempos para las mismas. La más importante es el desayuno. La palabra lo dice, romper el ayuno de la noche. Éste debe suponer entre el 25 y el 30 por ciento de la energía diaria. Ha de ser completo, es decir, contener tres grupos de alimentos: una ración de lácteos (tazón o vaso grande de leche), una de cereales (en forma de pan o cereales) y otra de fruta. Se ha demostrado que los niños que no desayunan son menos eficientes en la selección de información crítica. En el recreo, llega el almuerzo, que puede ser un pequeño bocadillo, pieza de fruta o un lácteo. Esto les ayudará a llegar a la hora de la comida en perfectas condiciones. 
La tercera toma será aproximadamente el 40 por ciento de la energía diaria. Si se hace en el colegio, es importante conocer los menús diarios para completarlos en casa con las dos últimas ingestas. La cena no debe ser más del 15 por ciento de la energía diaria y es un momento ideal para introducir las raciones de frutas y lácteos recomendadas al día.
 
Equilibrio. Las terceras y quintas comidas deben ser equilibradas y complementarse entre sí. Ambas deben incluir verduras, hortalizas y cereales (pasta o arroz); combinados con alimentos proteicos, priorizando las carnes blancas y los pescados azules, dos o tres veces por semana. Las legumbres, las grandes olvidadas, deben ocupar nuestros platos tres o cuatro veces semanales. La cena debe ser más ligera. Tanto a mediodía como por la noche, no hay que olvidar la fruta. 
La práctica de algún deporte, mejor colectivo, es un hábito saludable para evitar el sobrepeso, además de influir en la adquisición de un estilo de vida que debería permanecer durante toda la vida. Junto con un buen desayuno, se ha demostrado que son los dos factores que más influyen en la lucha contra la obesidad. Hoy está plenamente demostrado que el sedentarismo es la causa más importante en muchas de las enfermedades no infeccionas de nuestra sociedad. Los mayores deben dar ejemplo a los hijos, desayunando con ellos, dedicándoles tiempo y haciendo que los niños valoren la comida hecha en casa y el colegio. La alimentación es algo que se debe hacer en familia el mayor número de veces posible. Los padres tienen que ser los protagonistas en la transición hacia la normalidad, tras la permisividad del verano, y no dejar esta responsabilidad solo a los centros escolares. 
Y por último, el descanso. Habitualmente se ignora la necesidad de dormir las horas necesarias para mantener la estabilidad emocional, disminuir la agresividad y prevenir alteraciones como hipertensión, obesidad e incluso diabetes y la insuficiencia cardíaca. El sueño es un momento de reparación y de ajuste de nuestro organismo. Los horarios desordenados, las malas dietas, la falta de ejercicio y de sueño son factores todos ellos de muchas enfermedades cardiovasculares y metabólicas. Descansar entre ocho y nueve horas, con una buena calidad de sueño, es un hábito saludable que ayudará al cuerpo a afrontar los retos diarios con un mayor optimismo.