Nunca imaginó que su sueño de escribir un libro fuera a hacerse realidad. Lo consiguió, y la respuesta del público fue tan positiva que en cinco años ha publicado tres obras. La última es Dagoyamaya, la eterna, con la que María Belén Fernández pone punto y final a una trilogía de novela fantástica que ha atraído a centenares de lectores. De hecho, su primer hijo literario, La Leyenda de Aranday, estuvo entre los diez libros más vendidos de Álava.
A las presentaciones de sus libros acuden tanto niños como adultos o abuelos, porque como ella misma defiende, sus obras están dirigidas a lectores «de 9 a 100 años». Sus libros gustan, enganchan, y así lo comprobamos hace unos días en el colegio Sagrada Familia, el mismo centro educativo en el que la autora estudió hace décadas, y donde reunió a familia, amigos y seguidores para presentar en sociedad a Dagoyamaya, la eterna.
«No es habitual, y menos en una mujer de mi edad, escribir fantasía, pero es que me ha gustado siempre», explica esta profesora de niños con necesidades educativas especiales que, por cierto, cuando era una niña y estudiaba en la Sagrada Familia ganó un primer premio de literatura. El jurado le comentó que habían valorado su capacidad imaginativa, la fantasía que imprime a sus historias. Y desde entonces no ha parado de escribir. «Me gustan los mundos fantásticos, la magia... Me parece que es una forma de demostrar a la gente que la fantasía no tiene edad», cuenta.
Un aspecto importante de su trilogía es que para leer esta obra no es necesario haber devorado las dos anteriores. Son «independientes» aunque unidas por distintos nexos en los que ahora pone «un punto y final porque no quiero seguir ahondando más en la historia». Los personajes de sus anteriores historias están presentes en Dagoyamaya, la eterna, y todos se unen para salvar el universo, porque «hay mundos que están desapareciendo», cuenta.
Con el cierre de esta apasionante trilogía no termina la aventura de Fernández como escritora. Asegura que seguirá escribiendo fantasía y también libros infantiles.