Santo Domingo, de Silos a Caleruega

Máximo López Vilaboa
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El santoral burgalés une dos localidades a través de sendos patrones que comparten nombre. Una coincidencia que ha generado confusiones a lo largo de la Historia

Hoy, 20 de diciembre, se celebra la fiesta de Santo Domingo de Silos. En el Sur de la provincia de Burgos, en Silos y en Caleruega, se venera la memoria de dos santos medievales de igual nombre: Santo Domingo de Silos y Santo Domingo de Guzmán. Ambas localidades, plenamente identificadas con estos dos ilustres hijos suyos, distan tan solo 19 kilómetros.

El que los dos se llamen igual ha dado pie a numerosas y variadas confusiones a lo largo de la Historia, pero compartir el nombre no es una casualidad sino consecuencia de la intercesión milagrosa del santo de Silos en el nacimiento del santo de Caleruega. Hacia Santo Domingo de Silos (1000-1073) ya existía gran devoción cuando nace Santo Domingo de Guzmán, pues ya habían pasado 97 años de la muerte del fraile benedictino.

Vamos a adentrarnos en la leyenda que rodea el nacimiento de Santo Domingo de Guzmán (1170-1221) a través del relato que hizo el Padre Cecilio Gutiérrez, fraile benedictino. Lo plasmó en una sencilla obra de divulgación entre los devotos del santo de Silos, que editó la propia Abadía en 1932 y que lleva por título ‘Vida y milagros de Santo Domingo de Silos (Narración popular)’. El autor, como ya adelante el título de la obra, ofrece una obra sencilla. Así lo afirma el autor en el prólogo: «Lo hemos escrito sin arreos científicos ni pretensiones literarias, pensando únicamente en su hijos de Silos, de Cañas y la Rioja y en los muchos admiradores y devotos del Taumaturgo español».

En esta obra incluye un apartado titulado ‘Santo Domingo, Abogado de felices partos’, y en él hace la siguiente narración sobre la Beata Juana de Aza: «Por los años de 1170 vivía en Caleruega la noble familia de Guzmán, que si bien había tenido dos hijos, Antonio y Mamerto, pero, habiendo abrazado ambos la vida religiosa, se veía sin sucesor de su linaje y posesiones. Para conseguir de nuevo descendencia, se valió de la intercesión de Santo Domingo de Silos, de quien era muy devota doña Juana de Aza. Así, pues, vino a visitar su sagrado cuerpo, asistiendo nueve días con sus noches ante su altar, como acostumbraban los peregrinos de aquella época, tiempo que ocupó en fervorosas oraciones. El séptimo día apareciósele Santo Domingo de Silos, revestido de cogulla monacal y resplandeciente de gloria, diciéndole afable y sonriente: Concebirás un hijo que será la luz de la Iglesia y la destrucción de las herejías.

Consolada doña Juana con esta celestial visita ofreció al Santo el hijo de la promesa, al que había de poner el nombre de Domingo en honor de su glorioso intercesor. Pasado algún tiempo y hallándose en cinta, tuvo la señora de Guzmán una visión en que le pareció llevaba en su seno un perro blanco y negro con una antorcha en la boca; visión que coincidió con la promesa de Santo Domingo de Silos, pues el color blanco y negro del animalito simbolizaba el hábito de la Orden que había de fundar, y la antorcha la luz de su doctrina y predicación. Cumplió doña Juana su promesa y al nacer el hijo púsole por nombre Domingo, que el fundador de la Orden había de cubrir de gloria singular.

Consignan las tradiciones del monasterio de Silos que el santo niño Guzmán se educó en esta abadía con los jóvenes escolares. El Padre Pérez, hijo de Silos y arzobispo de Tarragona, lo dice expresamente, aunque no hay documentos de la época que lo confirmen. Lo cierto es que Santo Domingo de Guzmán visitó varias veces el monasterio de Silos cuando era canónigo de Osma y que toda la vida tuvo particular devoción a nuestro Padre. Al fundar en Madrid un convento de religiosas de su Orden, le puso bajo la advocación de Santo Domingo de Silos. Este prodigio dio ocasión a que fuese considerado Santo Domingo de Silos como abogado de felices partos y que acudiesen implorando su valimiento las estériles».

Esta narración explica perfectamente la razón por la que ambos santos, de gran devoción en la provincia de Burgos, tienen el mismo nombre. Junto a estas líneas reproducimos un fragmento del tebeo dibujado por el dominico Fray Javier Serrano publicado en 1966. En él se ve la aparición de Santo Domingo de Silos a Santa Juana de Aza. Aunque la madre de Santo Domingo no es oficialmente santa, sino beata, en la Ribera del Duero siempre se ha hablado de ella como Santa Juana de Aza.

Durante siglos tampoco había sido reconocida oficialmente como beata y fue el Papa León XII quien en 1828, mediante un procedimiento de beatificación especial, quien confirmó su culto que ya se venía realizando desde tiempo inmemorial en Castilla y en toda la orden dominicana. Juana Garcés, como se llamaba en realidad, nació hacia el año 1135 en la localidad ribereña de Aza. Se casó con Félix Núñez de Guzmán, de familia noble, y tuvo varios hijos en la también ribereña localidad de Caleruega: el Venerable Antonio; Manés de Guzmán, también conocido como Mamés o Mamerto, beatificado por el papa Gregorio XVI en 1834; y Santo Domingo de Guzmán, que fue canonizado en 1234 por Gregorio IX.

Juana de Aza murió en Caleruega el 2 de agosto de 1205, tras una vida absolutamente normal para una mujer de su época. En el relato del Padre Cecilio Gutiérrez se hace alusión a la posible etapa de formación de Santo Domingo de Guzmán en Silos. También hay relatos que nos hablan de que pudo formarse en la Ribera, en el monasterio premonstratense de Santa María de la Vid. Lo que parece más seguro es que, antes de acudir a la recién fundada Universidad de Palencia, estuvo bajo el cuidado y educación de su tío Gonzalo Garcés de Aza, arcipreste de Gumiel de Izán. En la Plaza Mayor de esta localidad todavía está en pie la casa donde, según la tradición, vivió el santo con su tío materno desde los siete años.