La Semana Santa recupera el Descendimiento y la salida en procesión del Cristo de Burgos el Viernes Santo

ICAL
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La Diócesis presenta y bendice una réplica del original del siglo XIV

Presentación y bendición de una réplica del Cristo de Burgos. El arzobispo de Burgos, Francisco Gil Hellín, bendice al Cristo. - Foto: Ricardo OrdóÑez / ICAL

La Semana Santa de Burgos recuperará el acto del Descendimiento y la salida en la procesión del Santo Entierro del Santísimo Cristo de Burgos el día de Viernes Santo. La catedral burgalesa acogió esta mañana la presentación y bendición de una réplica del original del siglo XIV que fue elaborada por Talleres de Arte Granda, de Alcalá de Henares, durante los tres últimos meses.

La copia del Cristo supuso una inversión para el Cabildo catedralicio de 49.175 euros. A ellos hay que sumar los 52.737 que costaron las andas y las carrozas para su procesionado. En el acto de presentación participaron el delegado diocesano de Patrimonio y deán de la catedral, Juan Álvarez Quevedo; la directora de restauración de Talleres de Arte Granda, Francisca Soto; el abad de la Real Hermandad del Santísimo Cristo de Burgos, Alejandro Millán; así como el arzobispo de Burgos, Francisco Gil Hellín.  

Los trabajos llevaron consigo un estudio del Cristo original, analizando sus materiales y técnicas de construcción. Para llevar a cabo la réplica se alternaron nuevas tecnologías –escaneado de imagen y radiografías, entre otras- y técnicas tradicionales como la talla en madera de las diferentes partes del cuerpo por separado: cabeza, torso, brazos y piernas.

Posteriormente, se realizó el ensamblaje metálico de articulaciones, relleno de éstas con fibras y forrado con cuero. De este modo se consiguió la misma movilidad de la talla original. Los detalles de la talla se completaron con aditamentos de pergamino encolado y barbotina de yeso. La policromía, a base de veladuras, se realizó con técnica mixta de temple y óleo aparejando las zonas de madera a la manera tradicional.

Esta imagen se venera desde el año 1836 en la catedral, cuando se trasladó desde el antiguo monasterio de San Agustín, pasando antes por la iglesia de San Nicolás. Se trata de una talla de autor desconocido, de origen flamenco, del siglo XIV, de gran realismo y perfeccionamiento técnico. Es una figura articulada con capacidad para mover los brazos, las piernas y la cabeza.