Cuatro miradas a la torre de San Juan

Máximo López Vilaboa / Aranda
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Aprovechando la ya culminada restauración del elemento arquitectónico más antiguo que se conserva íntegro en la capital ribereña, esta sección recoge una serie de testimonios literarios sobre este torreón testigo de la Historia

La torre, cubierta aún por un chapitel, se sumó al retrato de unos soldados de la Guerra Civil. - Foto: Archivo Máximo López

Durante las últimas semanas la torre de la iglesia de San Juan ha estado cubierta de andamios para poder ser restaurada. Esta esperada restauración ha sido realizada gracias a un convenio firmado entre la parroquia de Santa María, la Fundación de Patrimonio de Castilla y León y el Ayuntamiento de Aranda de Duero, colaboración en la que también han participado económicamente diversas empresas y entidades. A través de cuatro breves testimonios literarios vamos a aproximarnos a la torre de San Juan, una joya arquitectónica que pertenece a una iglesia que cerró al culto en 1966 para ser reabierta como Museo Sacro en 2004, que previamente había sido declarada Monumento Nacional en 1982 y que en 2014 será sede, junto con Santa María, de la edición arandina de las Edades del Hombre.

En 1941 se publicó en el Boletín de la Sociedad Española de Excursiones el que podemos considerar primer gran estudio artístico sobre la iglesia de San Juan Bautista. Su autor es Francisco Layna Serrano (1893-1971), médico e historiador. Éstas son sus palabras sobre la torre de San Juan:

«La actual iglesia (como su vecina Santa María) no conserva del primitivo templo, con seguridad románico, sino el emplazamiento; en el siglo XIII, o mejor en el XIV creció la importancia militar de la villa, fueron dotadas ambas iglesias de altas torres campaneras fortificadas: torres que es lo único subsistente de aquellas edificaciones pues la riqueza progresiva de la población llevó a sustituir los templos parroquiales por otros más capaces y suntuosos. (…) con la vieja torre del antiguo templo (sin duda destinada a ser hundida) antiestética e impropiamente situada tangente al hastial y en el centro de éste. Para no ocuparme más de ella diré que es muy robusta, de planta cuadrada, construida en piedra sillar distinta a la que se empleó en el templo, desprovista en su primer cuerpo que es muy alto del menor hueco para el paso de la luz al interior, ostentando en el segundo amplios ventanales góticos con ruda moldura circundante por todo exorno, y encima pareados huecos rectangulares abiertos con mucha posterioridad y que achabacanan el severo conjunto, todavía más adulterado por el chapitel que le cubre en sustitución de la antigua terraza almenada similar a la que todavía se advierte en la torre de la cercana iglesia de Santa María, pues no debe olvidarse que por la proximidad de ambas a la muralla, por su fortaleza y elevación, constituyeron en la Edad Media interesantes y poderosos elementos del sistema defensivo con que contaba la villa de Aranda; desde la torre de San Juan al muro, habrá unos doce metros que es poco más de lo que falta de largo al templo para tener las debidas proporciones».

Domingo Ximeno (1893-1972) publica en 1968 su libro Estampas de mi álbum, en el que se incluye la siguiente alusión a la torre de San Juan: «La alta torre campanera da guardia de honor a la iglesia, y el conjunto se recorta en el cielo azul intenso desvanecido en rosadas tonalidades por la fronda de la chopera que mira al río».

El polifacético poeta Dionisio Ridruejo (1912-1975) publicó en 1973 el primer tomo de su Guía de Castilla la Vieja. Cuando se acerca a San Juan realiza esta breve descripción, tras haber visitado Santa María:

«Otra iglesia sumamente interesante, y hoy salvada por la restauración, es la de San Juan, de un gótico más puro, aunque la puerta, muy abocinada, lleva una discreta orla exterior que revela el toque flamígero. Dentro es severa y ordenada, pesando un poco hacia el románico, en cuyo estilo está aún inspirada la torre. El conjunto de esta iglesia, vista desde el puente gótico de un solo arco que sobremonta el lecho de un arroyo, es de una belleza muy sobria, pero muy verdadera».

Pedro Sanz Abad (1907-1978) en su Historia de Aranda, publicada en 1975, dedica estas palabras a la torre: «Visto su conjunto, desde el barrio de las Tenerías, erigida en una pequeña colina, al lado de las murallas, con el río Bañuelos como foso, esta iglesia presenta el aspecto de una verdadera fortaleza medieval, comunicada con el exterior por el puente romano y defendida por su torre, formidable bastión, construido pensando más en la defensa de la villa que en los servicios religiosos. Data esta torre probablemente del siglo XIII y, por tanto, estaba ya en pie cuando se comenzó la iglesia. Era, sin duda, un elemento indispensable en el sistema defensivo de Aranda. Es de planta cuadrada, fuerte y bien construida, de piedra de sillería, con un primer cuerpo muy alto, sin hueco alguno, y un segundo cuerpo con ventanales góticos, abiertos más tarde para alojar las campanas. No hace muchos años el tercer cuerpo estaba cubierto con chapitel como el de Santa María. Hoy termina en una terraza almenada».

Pedro Sanz Abad alude al chapitel que existió en la torre de San Juan hasta mediados de los años 50 y que había sido construido en 1681. La torre de San Juan es la construcción más antigua de Aranda, ha sido testigo de alguno de los más importantes capítulos de la Historia de capital de la Ribera como el célebre Concilio de 1473. Un buen testimonio del paso de la Historia ante la torre es la fotografía que publicamos hoy junto a estas líneas, absolutamente inédita hasta ahora, en que un grupo de soldados posa durante la Guerra Civil Española y en la que se puede apreciar aún el chapitel que cubría la torre. La otra imagen es una fotografía coloreada que sirvió como portada del programa de fiestas de 1959.