«Desde aquí podemos verificar que la pobreza es cada vez más intensa»

Angélica González / Burgos
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Fernando García Cadiñanos • Delegado diocesano de Cáritas

En el otro lado de la realidad. García Cadiñanos lleva apenas seis meses al frente de la entidad caritativa de la Iglesia Católica. Lo que más le ha tocado el alma en este tiempo han sido las personas sin hogar pero también levanta su voz frente a la precarización del mercado laboral, «que nos está trayendo muchos trabajadores pobres que necesitan ayuda».

No tiene ningún problema por posar en las literas que están preparadas en la Unidad de Mínima Exigencia para acoger en plena noche a las personas que quieran dejar de dormir al raso o en un cajero. De hecho, dice que la realidad que más le ha impresionado en el tiempo que lleva en Cáritas es la de las personas sin hogar.

¿En qué le han cambiado estos seis meses?

Creo que me han ayudado a crecer como persona y como sacerdote en la dimensión de entrega a los pobres y de empaparme de la realidad. Estoy bien, lo estoy viviendo con ilusión y esperanza.

En 2014 Cáritas tuvo 53.000 intervenciones, cifra que supuso «un severo repunte», tal y como ustedes lo definieron con respecto al anterior. ¿Cómo van a acabar este año?

Los datos serán parecidos. En el tercer trimestre atendimos a unas 6.000 personas, un número parecido al del 2014. Faltan los del final de año y sí que prevemos un leve repunte.

¿No bajan sus cifras?

No, ni mucho menos. Nosotros podemos verificar que la pobreza es cada vez más extensa, más intensa y más cronificada. La gente que está viniendo aquí lleva mucho tiempo con problemáticas profundas que se han radicalizado. La crisis, además, ha empujado a cronificar estas situaciones y vemos mucho desánimo, desesperanza y desilusión, sobre todo en personas de una edad media sin empleo, que tienen una perspectiva de futuro nada halagüeña.

¿Cómo luchan contra ese desánimo?

Pues con la esencia de Cáritas, que no es tanto la solución de los problemas concretos -porque éstos afectan a los derechos y tienen que ser resueltos por las administraciones-, como la del acompañamiento. Aquí tenemos grabada a fuego esta palabra, no dejar a la gente sola para que descubra que en su entorno hay una red social que posibilita que las dificultades sean aminoradas. Por dar un ejemplo: el otro día me decía una trabajadora social que estaba muy contenta porque una participante le dijo que no veía a Cáritas solo como una entidad generadora de recursos sino como una familia.

Veo que ya se ha adaptado al nuevo lenguaje de la casa, que llama participantes a los que siempre se había denominado usuarios. ¿A qué se debe este cambio?

Voy aprendiendo a hacerlo. La palabra participante responde a  la Doctrina Social de la Iglesia, uno de cuyos principios fundamentales de construcción de la sociedad es el de la subsidiariedad, el protagonismo que cada uno tiene en su propio proceso de desarrollo. La palabra participante viene de esa voluntad de que la gente que viene a nuestros despachos no sea pasiva sino que entre a formar parte del proceso en el que reconstruya el desarrollo en su vida.

Se ha calculado que este año vamos a gastar en Navidad (regalos, comidas, fiestas) entre un 4 y un 5 por ciento más que el anterior y que el consumidor está perdiendo el miedo de los tiempos más duros de la crisis. ¿Qué reflexión le merece?

A veces estos son datos de márketing, porque el consumo incita al consumo. Me gustaría ver en qué se basan  porque no dejan de ser unas previsiones de futuro. Es cierto que la crisis ha hecho una fractura social y no podemos obviar que ha habido gente que en la crisis ha vivido mejor y sabemos que las medias no corresponden a la realidad, que son un engaño. Parece que la solución se ve solo en el crecimiento económico y no desde otras perspectivas.

¿Diría que la crisis no está dejando ninguna enseñanza?

La salida de la crisis no debe ser  más de lo mismo. Tendríamos que descubrir otras perspectivas que nos ayudaran a crecer como personas y a superar fracturas de la sociedad para integrar a todo el mundo. El consumismo perjudica al planeta y a los más pobres y despersonifica porque hace crecer no sobre el ser sino sobre el tener.

¿Se debe entender su campaña de captación de socios como que ya no les llegan los recursos?

Creemos que las organizaciones tienen que tener una masa social fuerte como colchón de la entidad y respaldo de su actividad, de manera que cuanto mayor sea ese colchón, más respaldo haya. Por otro lado, también es cierto que la tendencia es a la disminución de los donativos, quizás por esos comentarios que hablan de la salida de la crisis que hacen que la gente no se ponga en acción. Cáritas busca una ayuda no puntual sino fidelizada en el tiempo.

Deme dos buenas razones para hacerse socio de Cáritas.

La labor social de apoyo a los más desfavorecidos y la buena gestión de los donativos que entran en la entidad, llegando no solo a la solución puntual de los problemas sino al acompañamiento y promoción de las personas con el objetivo de capacitarlas para salir de su mala situación.

¿Siguen siendo españoles los usuarios principales de Cáritas?

Sí, esto es una tendencia que se invirtió a raíz de la crisis. Antes, eran más inmigrantes; ahora son de aquí, de Burgos, lo que quiere decir que la pobreza está instalada muy cerca de nosotros.

¿Qué problemas presentan?

Tienen muchas necesidades. La principal, el desempleo, que provoca falta de recursos que se manifiesta en el acceso a la sanidad, la educación, los suministros, la alimentación... Pero al final, es la misma pobreza que tiene distintas caras. No hay que hablar de pobreza infantil o pobreza energética: es todo la misma pobreza con diferentes rostros y que viene, sobre todo, por la falta de trabajo y por la precarización del mismo y de los recursos sociales: hay gente con empleo que no sale de la pobreza. Desde Cáritas queremos llamar la atención sobre el empeoramiento de las condiciones laborales que, al final, está derivando en los trabajadores pobres. Tradicionalmente, el trabajo era la vía para la integración social y a día de hoy esto no se cumple.

En este sentido, ustedes están poniendo su granito de arena con el proyecto de reciclaje de ropa...

Sí, y me gustaría hablarte de él porque puede que haya lectores que piensen que se hace negocio con la donación de ropa. No es así. Este proyecto responde a tres aspectos muy importantes: la ayuda social -la ropa que se necesita  es gratuita-; la empleabilidad, ya que estamos dando un puesto de trabajo digno -y no de los que hablábamos antes- a 25 personas; y el impulso de un consumo responsable que nos ayude a cuidar el planeta.

Habla de no ponerle etiquetas a la pobreza porque todas son la misma, pero no me resisto a preguntarle por la energética: ¿En una provincia tan fría como Burgos Cáritas paga muchas facturas de calefacción?

No te sabría decir las cantidades concretas pero muchas, muchas. Y mira, la colecta que se hizo en la misa del inicio del Año de la Misericordia, va a ir a financiar pagos de calefacción y electricidad de las familias que atendemos.

Han pedido una ventanilla única para las ayudas sociales. ¿Cree que la burocracia marea excesivamente a quienes las solicitan para sobrevivir?

Pedimos que se agilicen los trámites porque, por ejemplo, para conseguir una renta garantizada de ciudadanía a veces se tardan 150 días y durante todo este tiempo la gente tiene que vivir, que comer y que pagar su vivienda y sus gastos. Desde aquí hacemos la labor de adelantar estos pagos que las administraciones hacen pero tarde. También queremos una mayor flexibilidad porque se dan casos de incompatibilidades que no se entienden, como el de una persona que cobra una pensión en Rumanía de 50 euros y eso le quita el derecho a la renta garantizada de ciudadanía.

El albergue municipal que ustedes gestionan acaba de cumplir 10 años en la ubicación de la calle San Francisco. ¿Cree que llegará el momento en el que estos recursos no serán necesarios?

Eso nos gustaría. Ahora le hemos cambiado de nombre, ha pasado a llamarse Hogar San Francisco, en una voluntad de que la casa no sea un lugar de paso donde se da cobijo a transeúntes sino  un auténtico hogar. ¿Dejaremos de necesitarlo algún día? Yo creo que al revés, que le queda mucho recorrido todavía.

¿Ha venido ya a verles el nuevo arzobispo?

Sí, el día 11 estuvo dirigiendo una pequeña oración, cosa que le agradecemos, y ha prometido que vendrá en breve a hacer una visita institucional.

¿Cómo valora las palabras que dijo a su llegada invitando a los creyentes a hacer de la Iglesia burgalesa «una casa y una escuela de misericordia, sensible y atenta a quién más lo pueda necesitar»?

Pues que es el deseo del Año de la Misericordia. Él quiere que nos lo tomemos más en serio y por ahí tiene que ir la labor de Cáritas y de otros ámbitos eclesiales, porque no solo nosotros nos ocupamos de los desfavorecidos. Hay cantidad de religiosos y religiosas y de entidades que también lo hacen.

¿Los palacios arzobispales suelen estar muy alejados de la realidad que ustedes pisan?

En los palacios cuesta que entre esta realidad... Pero no se llama palacio sino Casa de la Iglesia porque es la voluntad de que sea la casa de todos y ojalá sea una realidad, sobre todo de los predilectos de Jesús, que son los pobres.

¿Cree que Fidel Herráez se sorprenderá de la realidad con la que se trabaja en Cáritas?

Creo que conoce la realidad social y entiende cuál es nuestra labor. Se sorprenderá, como todos nos sorprendemos, yo el primero cuando llegué. Creo que Cáritas, aún siendo muy valorada, no se conoce en toda su dimensión.

Uno de los colectivos a los que ayuda Cáritas es el de los presos. ¿Cuáles son las razones que les impulsan a estar junto a ellos?

Dice Pepe Pinedo, el capellán del centro penitenciario, que las personas privadas de libertad son las más pobres de entre las pobres. Personifican de la mejor manera esta sociedad del descarte en la que nos encontramos. El de los presos es el colectivo al que más expulsamos y enviamos a los extrarradios, incluso geográficamente. Hemos iniciado con ellos un programa que se llama Amanecer, un nombre muy simbólico de lo que tiene que ocurrir tras la privación de libertad.

¿Le ha marcado alguna historia personal en este tiempo?

Lo que más me ha gustado en Cáritas es la relación  que he tenido con las personas sin hogar, sobre todo con Paolo, un hombre cuya historia contasteis en el periódico, que vivía en la calle y que su mayor ilusión era ver la Catedral. Se ha integrado en nuestro programa de vivienda y está muy bien; vive en la Barriada Illera, donde soy cura, y me ha invitado a su casa, no veas con qué ilusión lo cuida todo. El otro día después de la misa me dio un gran abrazo. Por cosas así vale la pena este trabajo.

Dentro de cuatro días es Nochebuena. ¿Cuál es el mensaje de Cáritas para estos días?

Pues que queremos una Navidad alejada del consumismo y en la que recordemos que estos días son el acercamiento que Dios tiene con la Humanidad que hace separar todas la barreras entre las personas como hizo Jesús con todos los que fueron a presenciar su nacimiento. La Navidad es unir a las personas, acercarlas para vivir la esencia del ser humano.