En la cuerda floja

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Mas apuesta por la vía legal otorgada por 'su' propio 'Tribunal Constitucional', mientras admite en su entorno que la consulta no se va a celebrar, y sí unas elecciones anticipadas

En la cuerda floja

«El único plan es votar». Estas palabras pronunciadas en público por el jefe del Gobierno de Cataluña, Artur Mas, sobre el referéndum independentista que quiere celebrar el 9 de noviembre, contrastan con sus conversaciones privadas. El también líder de CiU asume lejos de los micrófonos que la consulta puede retrasarse o incluso no celebrarse.

El president apuesta por la vía legal e «impecable», y para ello tendría que contar con el beneplácito del Ejecutivo de Mariano Rajoy, algo improbable a día de hoy, cuando se da por sentado que éste recurrirá ante el Tribunal Constitucional la ley de consultas que aprobará el Parlament para intentar dar cobertura lícita al proceso soberanista. Desde que el barcelonés inició la deriva secesionista, el gallego repite una y otra vez que la consulta es inconstitucional.

Necesitaban los independentistas una ley a la que agarrarse y se la buscaron con el Consejo de Garantías Estatutarias, un órgano consultivo al que el Govern envía algunos proyectos de normativa para que analice si los ampara la Constitución. Yni por esas, pues, pese a dar luz verde el desafío, salió tocado, ya que el representante de ICV se negó, dejando a este partido en una situación incómoda.

«El referéndum se convocará porque los argumentos jurídicos avalan que se puede ir a las urnas de manera legal», manifestó después el portavoz del Gabinete catalán, Francesc Homs.

«Hambre de libertad». Pero hace poco, la número dos del Ejecutivo regional, Joana Ortega, abrió la puerta por primera vez a posponer el referéndum. «Yo trabajo por este 9 de noviembre, y si no, habrá otro», aseguró. «Un recurso no mata nada, lo aplaza», zanjó. Sus palabras provocaron un terremoto en ERC, que sostiene a Mas en la Cámara -en la sombra, eso sí, sin mancharse- y que pactó con él la fecha y las preguntas del referéndum. «En ningún caso aceptaremos someter nuestra voluntad de votar, nuestra sed de justicia y hambre de libertad, al arbitrio de un grupo de magistrados designados a dedo por el PSOE y el PP, nunca», expresó su líder, Oriol Junqueras, que instó al president a desobedecer al Constitucional. El guante no ha sido recogido por Mas que, con la ley en la mano, podría acabar cometiendo un delito de sedición. Aunque en ese terreno, el de las acusaciones, no se quedan cortos los nacionalistas. Así, Xavier Trías, el alcalde de la Ciudad Condal, el mejor pagado de España, deslizó que podría incurrir en prevaricación el TC.   

Lo cierto es que Mas se encuentra debilitado por el escándalo en torno a Jordi Pujol, su padre político. Yes que el hombre que dirigió los destinos de Cataluña entre 1980 y 2003 ha visto cómo la confesión de que había ocultado una alta suma de dinero durante 34 años no ha dejado satisfecho a nadie, y menos a Hacienda, que promete llegar hasta el final, por mucho que el antiguo Molt honorable denuncie a dos bancos andorranos por filtrar sus cuentas. Matar al mensajero... Como las cerezas, este pecado va seguido de otro, y de otro, y de otro... Las mordidas del 3 por ciento eran de muchos conocidas, pero todos las aceptaban. Pero los tiempos cambian, máxime ahora, cuando está en juego la unidad de España.

Aparte de las mofas que proliferan por la red -la aplicación Pujol Gate es, sencillamente, sublime-, el morbo está servido ante la inminente comparecencia del octogenario en el Parlament. Los partidos de la oposición afilan sus cuchillos, incluido ERC, que se va haciendo a la idea de que Mas se rajará, por lo que intentará sacar el máximo rédito político posible a esta previsible marcha atrás. Yes que huele a elecciones anticipadas. Eso es lo que asegura el entorno más cercano a Mas.