La fiesta del movimiento

Angélica González / Burgos
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El concurso de baile premia, ex-aequo, una pieza contra la violencia de género y otra basada en la obra 'Ensayo sobre la ceguera', del nobel José Saramago

Imagen final del certamen de danza moderna con todos los premiados, los miembros del jurado y otras personas vinculadas a la organización. - Foto: Ángel Ayala

Es siempre inmenso el palmarés del certamen de danza moderna y contemporánea Burgos-New York. Tiene que ver, probablemente, con que la calidad de las piezas que se presentan es tal que cuesta decidir, y con que tanto el jurado como los amigos del concurso demuestran una generosidad a prueba de crisis. Porque, ayer, además de los premios ya previstos, Marco Batti, director artístico del Ateneo della Danza de Siena, un italiano alto y elegante que andaba como si flotara, anunció que iba a galardonar a tres de las piezas a concurso con una colaboración con el centro que dirige en su país. El Teatro Principal se vino abajo, metafóricamente por los aplausos y casi en la realidad por la cantidad de bailarines que subieron a por su diploma y sus sustanciosos premios.

 Después de muchos minutos de deliberación y de que el secretario del jurado, Ignacio de Miguel, leyera el acta con una cadencia no apta para cardíacos se dio a conocer que el primer premio, dotado con 7.500 euros, fue ex-aequo para la pieza que abrió el certamen, El diablo a sus hijos, del cubano Jairo Cruz, que la interpretó con la bailarina mexicana Analí Aragón -un  rotundo alegato contra la violencia hacia las mujeres- y para L’Aveuglement, una creación de Victor Launay y Sara Olmo inspirada en la obra del premio nobel José Saramago Ensayo sobre la ceguera y enriquecida con la música de Dead Combo y Tom Waits.

El segundo, de 4.500 euros, fue para  Distorted Seasons, de Jorge García Pérez, que, desde que se presentara el pasado jueves, todo el mundo tenía  la sensación de que no se iría de vacío. Lo mismo que pasó con el atrevimiento de Fabian Thomé Dutena y su Entre sombras, que, finalmente, fue el premio RCH a la Mejor Interpretación, por el que recibió 1.000 euros. Más: El centro de producción y creación escénica L’Estruch, de Sabadell (Barcelona) se fijó en Victor Launay y Sara Olmo por L’Aveuglement, dándoles, así, la posibilidad de participar en el certamen coreográfico de esa ciudad catalana y el festival SóLODOS, de Barva (Costa Rica) galardonó a  la coreógrafa e intérprete Victoria Miranda And that´s why i´m here today, lo que le permitirá participar en su próxima edición.

El reconocimiento del amigo italiano fue para el colectivo hispano-brasileño Lamajara, por Innings; para -otra vez- Víctor Launay y Sara Olmo y para Jorge García Pérez, que ya se había llevado el segundo premio. En danza vertical triunfaron D-Evolution, de Eduardo Castro, que se llevó 5.000 euros, y La arquitectura del aire, de David Gutiérrez, que obtuvo 3.000. El premio de hip-hop fue para los catalanes Iron Skulls, que entretuvieron al público mientras el jurado se decidía.

En ese ínterin también llenó el escenario del Principal  la compañía De Sangre y Raza,  un ballet de folclore que ofreció su trabajo Raigambre, una apuesta arriesgada del director del certamen, Alberto Estébanez, que se emocionó al ver cómo los asistentes aplaudían a rabiar y jaleaban a los bailarines que habían ofrecido segundos antes unos aires que poco tenían que ver con lo que se había contemplado hasta entonces. «El folclore cuando tiene fuerza es tremendo», decía, sobre este particular, Estébanez, que no paraba de dar palmas, de bailotear sentado, de animar a los bailarines sobre el escenario, el trabajo del DJ Samuel Peñas -encargado de crear los minutos musicales que se escuchaban entre obra y obra- y de felicitarse por haber elegido a la periodista Lydia Sainz-Maza, de Onda Cero Burgos, para presentar el evento. Y aún con todo este jaleo tuvo tiempo también para insinuar que en la edición del año que viene habrá sorpresas. Qué emoción.