«Nadie se queda, encontrar algo en España es muy difícil»

G.A.T. / Miranda
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La mirandesa Anaïs Iglesias se encuentra trabajando en un estudio de arquitectura en Nueva York, una ciudad que no deja de sorprenderla ni por las posibilidades para su profesión ni por el paso reciente del huracán Sandy

Anaïs Iglesias posa con una de las clásicas instantáneas de Nueva York, el puente de Brooklin. - Foto: DB

A sus 24 años el de Anaïs Iglesias es un ejemplo de cómo la experiencia de salir al extranjero, además de una vivencia inolvidable, está siendo una oportunidad para trabajar. Esta mirandesa estudió en el colegio Príncipe de España y en el instituto Fray Pedro de Urbina, para después licenciarse en Arquitectura en la Universidad de Navarra (Pamplona), especializándose en Restauración y Rehabilitación de Arquitectura. Desde Nueva York (Estadio Unidos) nos cuenta su testimonio, cómo recaló en la ciudad de los rascacielos, cómo se vive allí y cómo está tratando de labrarse un futuro.

Nada más acabar la carrera empezó a buscar opciones en el extranjero, buscando principalmente un país de habla inglesa, «para perfeccionar el idioma», explica. La respuesta llegó desde Nueva York, y aunque había enviado su currículum a otros países como Inglaterra o Australia, reconoce que era la ciudad americana «la que más me apetecía. Poder vivir un año en esta ciudad, y trabajando de lo que he estudiado, era algo que me parecía casi imposible; el día que supe que venía aquí no podía creérmelo, me dieron la noticia justo el día antes de entregar mi proyecto final de carrera, siempre me acordaré de esto», resume.

En su mente estaba ya la idea del ir al extranjero, al menos por un tiempo, y al no poder hacer un Erasmus durante la carrera, optó por intentarlo una vez acabada, destacando que además de por la experiencia laboral, lo ve como un hecho esencial en materia de aprender otro idioma.

Aunque su prioridad fue buscar desde el principio algo fuera antes de hacerlo en España, reconoce que muchos de sus compañeros, «casi todos», están fuera. Suiza, Holanda, Francia, China, Estados Unidos, Chile, México... «Los que están en España están haciendo un máster, pero no trabajando. Nadie se queda, encontrar algo en España es muy difícil», reconoce.

En Nueva York trabaja en una oficina que hace fundamentalmente proyectos de bibliotecas para la ciudad, tanto para la Biblioteca Pública de Nueva York, como para los colegios de la ciudad. «También estamos diseñando un proyecto para la Universidad Americana de Líbano, la biblioteca y la administración. Creo que he tenido mucha suerte de poder estar en un estudio pequeño «, reflexiona.

Su estancia en la ciudad es toda una experiencia, más al ser arquitecta, ya que le permite conocer de primera mano una de las ciudades más impresionantes en cuanto a la arquitectura se refiere. «Lo que me gusta de Nueva York es la mezcla que hay de todo, la variedad de estilos en todas las cosas», dice, valorando que aunque impresionen «no solo hay rascacielos», poniendo en valor «edificios preciosos, más antiguos».

Por ello, y casi a modo de consejo, reconoce que «los barrios con más encanto son los que no tienen rascacielos o edificios nuevos; se ha rehabilitado mucho, y recuperado nuevos barrios, que se ponen de moda, con tiendas y restaurantes, como el Meatpacking, por ejemplo», explica.

El trabajo en Estados Unidos varía con España. Ella entra a las diez de la mañana y sale a las siete de la tarde, con una hora para comer, y reconoce que aunque hay varios festivos y se hacen puentes, «Acción de Gracias se celebra en jueves y el viernes se descansa», corrobora, «las vacaciones son sólo diez días laborales», cuenta.

La acogida que le han dado es estupenda, aunque cree que en Nueva York es complicado lo contrario. «La verdad es que aquí todo el mundo es de fuera, la mayoría están de paso como yo, para más o menos tiempo. Hay gente de todo el mundo, con lo que es difícil sentirse extranjera. Lo difícil es encontrar a alguien que realmente haya nacido aquí», comenta.

De España echa de menos a la familia y a los amigos, «bueno y la comida también, claro», añade, y sobre la visión que la gente con la que convive tiene de nuestro país, hay de todo. «De España ya saben que el panorama no es el ideal, saben también que somos campeones del mundo de fútbol, eso lo saben todos, y las ciudades que más conocen son Barcelona y Pamplona, por los Juegos Olímpicos y los Sanfermines; también hablan muy bien de nuestra comida».

Sandy

Anaïs recuerda que lo peor de su estancia allí fue el paso del huracán Sandy. «La verdad es que fue peor de lo que la mayoría pensábamos. A día de hoy hay muchas cosas que siguen aún cerradas porque quedaron arrasadas, y estaciones de metro del dowtown que no han podido volver a abrirse».

Calles sin luz, edificios sin calefacción, ausencia de teléfono e internet, sin metros, sin gasolina, colas «interminables» para coger el autobús y durante varios días... «La ciudad se paró, aunque parezca mentira, se vio obligada a dormir por unos días, me sorprendió muchísimo, que estando en el mismo Nueva York, no haya nada previsto para estas situaciones ni una sola luz de emergencia en las calles... la gente iba con linternas», narra. La ciudad, no obstante, poco a poco ha ido adquiriendo la normalidad, y Anaïs recomienda paseos como el High Line Park, «un trazado de antiguas vías de tren de mercancías que se quedaron abandonadas y ahora, rehabilitado, es un parque precioso». Y si no, basta con caminar por cualquier calle de Manhattan, «aquí nunca dejas de encontrar cosas nuevas, en cada calle te sorprende algo, puedes salir de casa sin ningún destino concreto y encontrar muchas cosas interesantes, y creo que eso es lo que le encanta a la gente que viene; aquí no hay tiempo para aburrirse», dice. Y lo hace, ya que tanto en la parte de conocer una ciudad nueva tan impresionante como en la parte laboral, abriéndose camino en uno de los mejores lugares del mundo para un arquitecto. «Estoy intentando aprovechar al máximo la oportunidad de estar en una ciudad así», concluye.