50 años y una boda

A. Castellanos / Arreba
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La esbelta iglesia de Arreba acogerá el sábado su primer enlace matrimonial tras medio siglo sin ver una pareja casarse en una pequeña localidad que casi perdió el pulso, como todo su entorno, con la gran emigración de los 60

Lydia Díaz y Mario Rodríguez posan frente a la iglesia y la casa de la novia, donde nacieron su abuelo y su padre. - Foto: Ana Castellanos DB

Lydia Díaz Conejero, hija de Clemente, nieta de Moisés y biznieta de Amado, todos ellos nacidos en la pequeña localidad de Arreba, se casará el próximo sábado en esta pequeña localidad con Mario Rodríguez Moreno. Esta boda sería una más, si no fuera porque hará posible que la iglesia de Arreba recupere un poco más el pulso después de cincuenta años sin haberse celebrado en ella ni un solo enlace matrimonial. El alcalde de esta pequeña localidad del Valle de Manzanedo, antaño cabeza del Alfoz de Arreba, Martín Estrada, recuerda muy bien la última boda en el pueblo, porque él mismo fue monaguillo en el enlace de Antonio y Clementina, una pareja que se fue a Barcelona.

Lydia Díaz, maestra de Primaria, ya nació en Madrid, lugar al que emigró su abuelo con Valentina Sedano cuando su padre tenía 5 años. A pesar de contar con suficiente labranza, ganado y llevar la cantina del pueblo, que desapareció pocos años después de su marcha, tomó la decisión «por sus hijos», en opinión de Clemente, quien ha conservado la inmensa casa familiar y se escapa de Madrid con toda la familia cada vez que tiene oportunidad.

Situada a pocos metros de la iglesia, la sede de la antigua cantina y también hospedaje de la maestra y el párroco en sus tiempos, la casa de los Díaz ha sido el lugar donde Lydia ha querido siempre volver en sus vacaciones e incluso soñar con crear una granja escuela. Su futuro marido, también nacido en Madrid como ella, conoció los bellos valles de Manzanedo y Zamanzas hace siete años y «nada más entrar por ellos me enamoré», asegura. Así que se sumó a las vacaciones familiares en Arreba, donde el sábado llegarán cerca de un centenar de invitados, la mayoría de los cuales ni se imaginan las pequeñas dimensiones del pueblo, donde hay 17 empadronados, ni la exuberante naturaleza que lo rodea.

Arreba llegó a sumar 70 habitantes hace solo cinco décadas. Martín Estrada tiene 58 años y recuerda esa cantidad de vecinos. Incluso estuvo entre los últimos alumnos de la escuela del pueblo, que cerró en 1968 al no alcanzar un total de seis niños matriculados, aun a pesar de que las clases se daban junto a los niños de Población de Arreba y se alternaban un año en cada pueblo. «Una año sí y otro no teníamos que andar un kilómetro y medio a la escuela de Población cuatro veces al día, porque veníamos a comer a casa», recuerda el alcalde.

La historia de Arreba podría ser la de cualquier pequeña población del Valle de Manzanedo, con poco más de un centenar de habitantes distribuidos en quince pueblos, o del cercano Valle de Zamanzas, con solo 74 habitantes, quienes no en todos los casos pasan el año completo en sus casas. En la década de los sesenta, las difíciles condiciones de vida en los pueblos, el declive de la agricultura y la ganadería, el cierre de la cercana fábrica de Cristalería Española en Arija y la incipiente industria vizcaína y de otras grandes ciudades provocaron una gran emigración hacia el País Vasco, Madrid, Asturias o Barcelona y los pueblos perdieron prácticamente el pulso vital.

Incluso el Arzobispado pensó que Arreba iba a terminar por desaparecer y en 1976 decidió llevarse a Burgos el retablo de su iglesia, que regresó en 2002 restaurado por los alumnos del Instituto Universitario de Restauración de Burgos gracias al empeño de los vecinos. Antes, demostraron su interés por recuperar un templo que estaba a punto de caerse y lograron con su esfuerzo personal y una ayuda de 42.000 euros del convenio de las goteras renovar por completo la cubierta y  acabar con las humedades. Esta semana, los pintores acaban de embellecer todo el interior de la iglesia, que Lydia Díaz ve «preciosa». Una ayuda de la Diputación ha hecho posible esta inversión de 12.000 euros de la junta vecinal. Todo está listo para el enlace en Arreba.