El 60% de pacientes de la unidad de ictus recupera la autonomía

Angélica González / Burgos
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En el Hospital Universitario de Burgos existe el denominado 'Código Ictus', un sistema de traslado prioritario de enfermos con sospecha de estar sufriendo esta patología aguda, para que puedan ser atendidos cuanto antes

Una Enfermería entrenada en la patología es clave para la atención a los pacientes de la Unidad de Ictus. - Foto: Luis López Araico

 
La Unidad de Ictus del Servicio de Neurología del Hospital Universitario de Burgos (HUBU) atiende todos los años entre 300 y 320 casos de una patología que es la primera causa de muerte en mujeres en España y la tercera en varones (después del infarto y del cáncer) y que provoca muchas y grandes invalideces. Un ictus es una lesión que se produce súbitamente por una falta repentina del riego sanguíneo (trombosis) o por una hemorragia (derrame). «Se trata de una alteración en la circulación de la sangre que va al cerebro y que ocasiona que una zona reciba menor aporte sanguíneo del necesario, lo que se manifiesta en una pérdida de una o varias funciones del organismo», explica la neuróloga Yolanda Bravo, que trabaja en la Unidad y precisa que el 60% de los pacientes a los que atienden cuentan con buena autonomía a los tres meses de haber sufrido el ictus: «Puede haber pequeñas limitaciones (no ver del todo bien, padecer un hormigueo)pero son autosuficientes. Hay otro 40% que necesita ayuda para la vida diaria o que queda postrado en cama».
Conocer cuáles son los síntomas resulta clave para poder reaccionar de forma inmediata porque de cuanto antes se tomen  medidas médicas depende una mejor supervivencia y la ausencia o no de secuelas. Lo ideal, según  esta especialista, sería llamar rápidamente al 112 y pedir ayuda cuando se note una pérdida brusca de la visión, de la sensibilidad o de la fuerza en un lado del cuerpo, imposibilidad repentina de hablar o hacerlo con dificultad o un dolor de cabeza muy fuerte y sin causa aparente.
De esta manera se pondría en marcha lo que Sacyl da en llamar Código Ictus, que en Burgos existe desde el año 2006 cuando -entonces en el Yagüe- se abrió la Unidad. «Se trata de un sistema de activación y traslado prioritario para pacientes con sospecha de ictus. Así que cuando se avisa a emergencias nosotros ya estamos avisados y esperando a que llegue el paciente que, como lo hace en una ambulancia medicalizada, ya ha sido visto por un profesional y tiene la analítica sacada, con lo que se gana tiempo. También están alerta los médicos de Urgencias y  los radiólogos para hacer el escáner», añade. Tanta prisa tiene que ver con que los mejores tratamientos tienen lo que se denomina una ventana terapéutica limitada, es decir, que han de ser aplicados antes de que hayan pasado cuatro horas y media: «Si esto se hace al principio tenemos probabilidades de recuperar parcial o totalmente las funciones; el cerebro aguanta muy poco tiempo sin sangre, por eso hay que darse mucha prisa».
Las personas que más se benefician de la unidad y de estos tratamiento son aquellas que tenían buena calidad de vida previa, que no padezcan contraindicaciones por sufrir otra patología o tomar un medicamentos concreto y que hayan sufrido el ictus muy recientemente. La edad no se considera un factor excluyente: la media a la que ocurre está en, aproximadamente, 69 años aunque también afecta a personas jóvenes. 
De todos los atendidos, solo el 27% llega a través del Código Ictus. De ellos, el 16% lo hace vía 112 y el resto son personas que van por sus medios a Urgencias y allí se activa, o que les ocurre estando ingresados en el hospital por otras razones: «Nos gustaría que se incrementara esta cifra porque más gente se iba a beneficiar de los tratamientos fibrinolíticos».
En cualquier caso, se pueden tomar medidas de autocuidado para no llegar a sufrir un ictus, porque algunas de las causas que lo producen son evitables. Es imprescindible controlar la presión arterial, el colesterol y la diabetes, hacer ejercicio físico y corregir la obesidad y hacer desaparecer hábitos nocivos como el consumo de tabaco y de alcohol. Quienes sufren arritmias u otras patologías cardíacas también tienen más riesgo, por lo que es necesario que se siga el tratamiento indicado por el especialista.