«La riqueza si no es repartida es inmoral»

Angélica González / Burgos
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Fernando García Cadiñanos • Nuevo delegado diocesano de Cáritas

Reconoce que lo que sabía de Cáritas antes de tomar posesión la semana pasada como delegado diocesano era puramente teórico. Fernando García Cadiñanos (Burgos, 1968) pertenece al consejo de redacción de la Revista Corintios XIII de Cáritas Española y es profesor de su escuela de verano, así que este profesor de Teología y cura rural se está dando estos días un baño de realidad parando poco por el despacho.

¿Cómo afronta esta nueva responsabilidad?

Con mucha ilusión. Probablemente sea una de las más bonitas dentro de la diócesis porque tratas con las personas y haces más evidente la opción por los pobres, que debe ser una de las líneas fundamentales de la vocación sacerdotal y de la propia Iglesia.

¿Por qué a veces ocurre que la gente separa Cáritas de la Iglesia?

Se tiende a hacerlo, pero Cáritas es la propia Iglesia, un barco con multiplicidad de funciones y una de ellas es la caridad, que es esencial; las otras dos son la evangelización y la liturgia.

¿Ahora cuál de las tres funciones es la más importante?

El Papa Francisco está insistiendo en que la Iglesia tiene que estar cerca de los pobres...

¿Y más preocupada por ellos que por la liturgia?

No más preocupada sino que en el corazón de la Iglesia los pobres tienen que ocupar el puesto esencial, junto a Jesucristo. Lo tiene que hacer porque Jesucristo lo hacía; al fin y al cabo la labor de la Iglesia es prolongar su labor.

¿Por qué el Papa tiene que recordarlo?

No tanto recordarlo sino poner el acento en ello. El Papa lo que está recordando -quizás porque viene de un continente tan tocado por la pobreza y la exclusión- es que la Iglesia será Iglesia auténtica de Jesucristo cuando a los pobres les ponga más en el centro.

¿Con su llegada a Cáritas se cierra una crisis en la institución?

Quiero creer que no. Cáritas tiene su vida en la que ha tenido diferentes delegados y fases y ahora iniciamos una nueva pero no quiere decir que cortemos con lo anterior. Yo, al fin y al cabo, me uno al proyecto de esta casa y no es la casa la que se une al mío.

Entenderá que sorprenda mucho la marcha repentina de Óscar Moriana, el ínterin de Andrés Picón y ahora su nombramiento. Quizás la gente desde fuera se pregunte qué está pasando...

Puede ser que sí pero no puedo dar más datos porque no les conozco. Vengo a Cáritas a día de hoy, en lo que ha pasado hasta ahora no me voy a meter.

¿Cómo ve la institución?

La gente está muy ilusionada. El primer día que llegué envié una carta a todos los trabajadores donde les dije que queremos que sean los mejores profesionales y que sean personas que tengan el corazón grande y estoy convencido de que esto es así. La función del delegado no es meterse en cuestiones técnicas sino cuidar ese corazón para que a las personas no les demos solo cosas sino también el acompañamiento, que es la nota característica de Cáritas.

¿Qué le ha sorprendido más en esta primera semana?

El volumen de trabajo, de voluntarios, de acciones... Pero tengo un equipo directivo muy competente formado por gente que sabe donde está. Estamos en buenas manos.

El año pasado 14.000 personas necesitaron la ayuda de Cáritas. ¿Qué le dice esta cifra?

Que algo no estamos haciendo bien para haber creado una sociedad tan excluyente, algo que el Papa nos recuerda constantemente, como también que la política tiene que ser la rectora del funcionamiento económico y que es imprescindible cuidar del medio ambiente porque todas nuestras acciones tienen consecuencias.

El discurso del Papa no suena igual que el de la jerarquía católica española...

Hay un documento de la Conferencia Episcopal,  Iglesia, servidora de los pobres, que es el discurso del Papa Francisco concretado en la realidad española. Creo que la Iglesia tiene que estar con todos, también con los poderosos, pero recordándoles su responsabilidad en estos tiempos en los que nos jugamos mucho, como recuerda el Papa en su encíclica Laudatio Si, y es la actitud que tenía Jesús en el Evangelio.

¿Jesús hubiera vivido en una casa como la de Rouco?

No la conozco pero he leído la prensa y no sé si los datos son reales... Creo que la Iglesia tiene no solo que hablar de los pobres sino hacer signos de que hace cosas  con ellos y no solo para ellos. En esto tenemos que purificarnos y convertirnos mucho todos.

¿Qué opinión le merecen los discursos optimistas del Gobierno sobre la recuperación?

Que una cosa son los datos macroeconómicos y otra, el día a día. El documento de la Conferencia Episcopal lo recuerda de una forma meridiana: la crisis para unos ha sido prácticamente inexistente y, para otros, un punto negro en sus vidas y hasta que la gente no sienta que esa realidad ha llegado a ellos la crisis existirá.

Hace unos días hemos sabido que en estos años ha crecido un 14% el número de ricos. ¿Cómo lo interpreta?

Es una vergüenza; es una vergüenza que de la crisis haya quien saque provecho propio. La riqueza si no es repartida es inmoral, algo que también nos lo recuerda el Papa en su encíclica Laudatio Si; la propiedad privada tiene una dimensión social que se manifiesta en la creación de trabajo y en el reparto de la riqueza, que tiene que llegar a todos porque si no la sociedad no se sostiene.

¿Que será de los 14.000 atendidos por Cáritas cuando se salga de la crisis?

Puede ser que algunos pierdan el tren pero desde aquí trataremos de recordar a la sociedad que su calidad moral se medirá en tanto que no haya exclusión y estaremos cerca de ellos para que desde sus propias capacidades puedan entrar en la marcha de la sociedad.

¿Dan abasto con toda la demanda que tiene?

Es que Cáritas no se tiene que meter en todo ni solucionar todo porque es tarea de las administraciones públicas hacer frente a la exclusión: hablamos de derechos y éstos han de ser garantizados por las administraciones. Cáritas tiene que ser expresión de la caridad de la Iglesia y del amor de Dios.

¿Le están sacando muchas castañas del fuego a las administraciones?

No sabría responder, a día de hoy, con números y datos pero intuyo que en muchos casos, sí; yo vengo del mundo rural y muchas ayudas urgentes han sido gestionadas antes por Cáritas que por las administraciones aunque luego lo han devuelto. Creo que su maquinaria es mucho más lenta.

¿Cómo quiere que sean las relaciones entre Cáritas y el Ayuntamiento y la Diputación?

De diálogo y de entendimiento. De hecho, hay una cooperación institucional muy positiva, cordial y colaboradora. Y este es el objetivo, porque nadie hace la guerra por su cuenta sino que estamos en la misma barca hacia el bien común de la sociedad.

Durante la campaña electoral todos los candidatos -incluso el que ahora es alcalde- apostaron por las cláusulas sociales en los contratos municipales. ¿Cree que se mantendrá?

Si se ha prometido, espero que sí, hay que pedir responsabilidad con los programas electorales.

Ustedes han mantenido sus programas de cooperación internacional a pesar de las necesidades locales y hay gente que se lo reprocha. ¿Cómo lo explica?

Desde Cáritas consideramos que la pobreza y la riqueza no se tienen que medir en contextos particulares sino que son líneas transversales que están presentes en todo el mundo. Si combatimos la pobreza en el ámbito cercano y la olvidamos en el lejano estaríamos errando la perspectiva y Cáritas trata de luchar por la justicia en la caridad a favor de toda persona, sea de donde sea y esté donde esté. En este sentido, tenemos la obligación de despertar esa conciencia de universalidad. A veces se critica a algunos partidos por xenófobos y racistas y aunque no me atrevería a tachar este discurso como tal sí  podría caer en esto. Estamos todos en un mismo barco y o nos salvamos todos o nos hundimos todos.