Ningún escrúpulo pero mucha maña para ‘limpiar’ sin dejar testigos ni huellas.Así durante al menos tres años y en una docena de pisos de la capital, fundamentalmente de la zona sur. Ni la sombra de la sospecha que se cernía sobre la trayectoria profesional esta mezcla de hormiguita y ratera pudieron con ella. Tampoco la presión de sus jefes, con varias investigaciones abiertas por quejas laborales. Así hasta que, por fin, la Policía ha podido echarle el guante y llevarla ante el juez.
M.N.O.P. tiene 48 años y trabajaba desde 2005 como limpiadora para una empresa de la ciudad, especializada en la prestación de servicios a domicilio. En ese periodo, sus responsables llegaron a incoar a la sospechosa hasta tres expedientes sancionadores, que tuvieron que archivar sin castigo ante la falta de pruebas de su participación directa en los hechos que relataban las víctimas o, mayoritariamente, sus familiares.
La investigación de la Comisaría partió precisamente de la denuncia de una anciana. Porque sus víctimas preferidas eran personas de edad avanzada, que vivían solas, muchas de ellas con alguna incapacidad física o psíquica. Eso no suponía una barrera, sino un acicate. Tampoco le frenaba que sufriesen enfermedades como demencia o alzheimer. Mejor para ella. En muchos casos los ancianos no reparaban, por su enfermedad, en las sustracciones o cuando comentaban los hechos a sus allegados, éstos achacaban la desaparición del dinero o de los efectos a pérdidas accidentales o a despistes relacionados con la edad o el deterioro cognitivo de los perjudicados.
El Cuerpo Nacional de Policía no solo ha podido esclarecer ese hurto, sino que ha obtenido pruebas «inequívocas», según Comisaría, para vincular a la detenida con robos en otros 12 domicilios, de los que ha sido posible acreditar que había sustraído joyas y diversas cantidades de dinero. No obstante, M.N.O.P. ha estado empleada en al menos 24 pisos de Burgos.
CONSCIENTE DE SU DEBILIDAD
Según la detenida, los robos en los domicilios comenzaron hace unos tres años, motivada supuestamente por la necesidad de obtener dinero para mantener a sus hijos, y siendo consciente de que sus víctimas eran personas con dificultades físicas y psíquicas, lo que dificultaba que descubrieran que les sisaba de sus propias habitaciones y cajones.
La cantidad obtenida con la venta al peso de las joyas sustraídas en los domicilios supera los 5.100 euros, aunque a esta cantidad habría que añadir el dinero en metálico sustraído durante todos estos meses, que Comisaría no se atreve a cuantificar.