Un castigo inmerecido

Raúl Canales / Miranda
-

Fin a la imbatibilidad. El Mirandés buscó incansablemente la victoria ante el Nástic pero acabó perdiendo su primer partido en casa en el descuento

CD Mirandés 0 - Nástic de Tarragona 1
 
CD Mirandés: Raúl Fernández; Corral, Galán, Álex Ortiz; Kijera, Rúper, Eguaras, Sangalli (Abdón Prats 56’), Salinas, Álex García y Lago Junior (Ion Vélez 69’).
Nástic: Reina; Mossa, Xavi Molina, Xisco Campos, Rocha, De Groot, Rayco (Xisco 84’), Iago Bouzón, Palanca (Naranjo 56’), Mari y Tejera (Emana 66’).
 
Árbitro. Ais Reig, colegio valenciano. Amonestó al local Abdón Prats y a los visitantes Tejera y Xisco Campos. 
Goles: 0-1 (minuto 93). Naranjo. 
Público: 3.129 espectadores en Anduva, con cerca de una treintena de espectadores del Nástic. 
Lo mejor: El Mirandés lo intentó durante todo el partido, a pesar de que no tuvo su tarde. 
Lo peor: Las continuas interrupciones del juego que impidieron que el partido tuviera ritmo. El árbtiro fue excesivamente permisivo con las pérdidas de tiempo de un Nástic que supo tirar de oficio para trabar el choque. 

El Nástic puso fin a la imbatibilidad de Anduva. Un gol de Naranjo en el último minuto del descuento acabó con la racha rojilla en casa, un castigo excesivo e injusto para el Mirandés, porque si hubo un equipo sobre el terreno de juego que buscara la victoria, fueron los locales. 
El Nástic supo hacer su partido y acabó encontrando más premio del que realmente esperaba. El técnico visitante ya había advertido durante la semana que los malos resultados de su equipo a domicilio le estaban haciendo replantearse su estilo de juego, y paradójicamente con la propuesta más conservadora de las que se han visto esta temporada en Anduva, los catalanes han sido los primeros en llevarse los tres puntos del feudo rojillo. 
Los de Tarragona tiraron de oficio para cortar continuamente el ritmo al partido y lograron su objetivo, encontrando un aliado perfecto en Ais Reig. El árbitro, demasiado permisivo en las pérdidas de tiempo y muy puntilloso en aspectos menores, acabó desquiciando a los locales. 
Y es que el Mirandés, sin vértigo, es menos Mirandés, y ayer a su fútbol le faltó la chispa de otras tardes. Los de Carlos Terrazas lo intentaron sin descanso pero cada vez que quisieron meter una marcha más, el Nástic se encargó de bajar otra vez las revoluciones al partido. 
Aún así los rojillos tuvieron contra las cuerdas a su rival en varias fases del partido, sobre todo en la recta final. La sensación que planeaba sobre Anduva es que el gol estaba al caer, aunque solo fuera por simple insistencia, pero los minutos pasaban sin que locales pudieran concretar el golpe definitivo que derrumbara la muralla de un Nástic que cedió el balón y esperó agazapado su oportunidad. Y la aprovechó. 
El Mirandés dominó, propuso y buscó más que su rival, pero esta vez le faltó su habitual acierto en los metros finales. Sin excesiva brillantez, a base de empuje, los rojillos lograron que el balón merodeara constantemente el área visitante, aunque las llegadas fueron más cuantitativas que cualitativas, ya que la sensación de peligro permanente no se tradujo en ocasiones realmente claras. 
Ante la dificultad para generar, el Mirandés recurrió a la vía más directa, los centros desde las bandas, pero aunque con agobios, la defensa del Nástic se las ingenió para achicar una y otra vez las acometidas. Tampoco las acciones a balón parado dieron resultado y eso que el Mirandés sacó una veintena de córners. En uno de ellos, Galán rozó el gol, pero su remate pegó en el cuerpo de un defensa que estaba sobre la línea, en la que fue la mejor oportunidad de la primera mitad. 
En el segundo tiempo, el asedió rojillo fue a más, aunque con la misma eficacia. A los 53 minutos la grada reclamó un posible penalti sobre Lago Junior y poco después fue Abdón Prats quien probó a Reina, pero el meta visitante respondió con seguridad. Sin embargo, la mejor ocasión llegó otra vez desde el córner, cuando tras el rechace al remate inicial, el balón quedó muerto en el área pequeña y Álex García, en posición muy forzada, llegó a rematar, pero no pudo evitar la salida de Reina. 
Cuando parecía que el Mirandés por fin se animaba, Ais Reig se encargó de sacarle nuevamente del partido, al no frenar los continuos intentos del Nástic por trabar el choque. 
Aún así, los de Terrazas no dejaron de intentarlo y precisamente pagaron su exceso de valentía, ya que cuando el partido agonizaba, los visitantes supieron sacar petróleo de su segunda aproximación con peligro en todo el partido. Primero fue Rayco el que rozó el gol en un mano a mano que desvió Raúl Fernández y Álex Ortiz sacó sobre la línea, y en el descuento, en una acción casi idéntica, Naranjo no perdonó.