La cronificación del sida ahuyenta el miedo y tira por tierra la prevención

Angélica González / Burgos
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El Comité Ciudadano afirma que se mantiene el estigma que vincula la enfermedad con colectivos minoritarios y recuerda que «el virus VIH vive entre todos nosotros, ahora mismo, en el Burgos de 2015»

 
A principios de la década de los 90 la imagen del sida era terrorífica.  Quienes eran jóvenes en aquellos años recordarán perfectamente la impresión que produjo ver a Rock Hudson o a Freddy Mercury en fotografías de los últimos momentos de su vida, con un deterioro que impactaba, o aquella tremenda campaña publicitaria de la firma de ropa Benneton en la que se veía agonizar a un enfermo en brazos de su padre. El pánico se apoderó de la sociedad y la protección frente al virus se incrementó. De hecho, el colectivo homosexual fue uno de los primeros en ser conscientes de que necesitaban cuidarse y así lo hicieron.
Casi treinta años después esta enfermedad, de la que mañana se celebra el día mundial, ya no mata y se ha convertido prácticamente en una patología crónica, lo que es muy bueno porque los pacientes no solo sobreviven sino que lo hacen con buena calidad, pero se trata de una moneda con reverso: el miedo ha desaparecido y eso ha provocado que la gente -sobre todo la más joven- sea mucho más vulnerable y esté más expuesta a la transmisión del virus. 
En el Comité Ciudadano Anti-Sida de Burgos lo saben bien. De hecho, distinguen dos colectivos diferentes de entre los que atienden porque llegan en demanda de ayuda. Por un lado, están las personas de mediana edad -mayoritariamente heterosexuales- que han descubierto que son seropositivas porque han ido al hospital aquejadas de otra enfermedad y en su analítica se ha reflejado y, por otro, los jóvenes -entre 18 y 26 años, aproximadamente, y homosexuales muchos de ellos- que se dejaron la prevención en casa. «Este último colectivo demanda un mayor conocimiento de la enfermedad y ayuda para afrontarla porque tienen una estructura social de apoyo -familia, trabajo, amigos- que no encontrábamos en los pacientes de hace una década», explica el presidente del Comité, José Antonio Noguero.
La vicepresidenta, Judit Beltrán de Otalora, es vehemente cuando recuerda a los chavales que el virus del sida «está entre todos nosotros, en el Burgos del año 2015 y tiene que ver con las relaciones sexuales, que es uno de los comportamientos más básicos del ser humano». Con ello se refiere a que hay que tirar por tierra el estigma que aún persigue al sida y que afirma que se trata de una enfermedad de minorías: homosexuales, prostitutas... «en definitiva, gentes de mal vivir», dice Beltrán de Otalora con una sonrisa agridulce. 
Tanto han cambiado las cosas que ni la reacción ante el diagnóstico es la misma. Lo reconoce Juan Francisco Lorenzo, médico internista con 30 años de experiencia en sida: «Claro que sigue siendo un drama cuando les das la noticia pero ahora casi todos dicen que se lo esperaban porque son conscientes de haber tenido prácticas de riesgo». El médico, que también es miembro del Comité Ciudadano Anti-Sida, aconseja como esta entidad, que la gente se haga la prueba ya que cuanto antes se sepa que se es portador del VIH antes se iniciará el tratamiento y se cortará el riesgo de contagio porque los fármacos antiretrovirales hacen que la carga del virus en sangre sea indetectable.
Hasta el 30 de septiembre, las consultas de VIH/sida del HUBU han registrado 25 nuevos casos (22 en 2014), en un 60% de heterosexuales, y las consultas han bajado de 1.488 el año pasado a 1.199 en 2015. Esto último tiene que ver con el hecho  de que al estar mucho mejor los pacientes, las revisiones se hacen cada seis meses en vez de cada cuatro, como ocurría antes. Siguiendo con las cifras, este año ha habido 110 ingresos frente a los 85 de 2014 y han fallecido 2 personas, tres menos que el año pasado y el número más bajo de los últimos años. Como ya se dijo entonces, los decesos están vinculados a personas que no seguían el tratamiento o que han muerto por otra causa distinta del VIH.
«La foto fija del sida es de estabilidad. Claro que 25 nuevas personas con la enfermedad es un número importante pero tiene que ver con la campaña que hemos hecho este año en los centros de salud urbanos instando a los médicos de Atención Primaria a que hicieran la prueba porque siempre que hacemos esto suele haber un repunte de casos», explica Lorenzo. Aún así, el 46% se diagnostica tarde, lo que supone que los medicamentos sean menos eficaces y que cueste más la recuperación del sistema inmunitario. 
Y como el sida sigue siendo un  tabú y un estigma que acarrea  problemas sociales (las personas seropositivas no pueden entrar en las piscinas municipales ni ir a los viajes del Imserso ni vivir en una residencia pública de ancianos, entre otras cosas), tanto médicos como expertos del Comité siguen aconsejando no decirlo. «Esto forma parte de las cosas que se deben vivir en la intimidad», concluye Lorenzo.