El rompecabezas del 'Brexit'

M.R.Y. (SPC)
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La falta de acuerdo en los términos del 'divorcio' con la UE ha sumido al país en una encrucijada de la que debe salir en menos de medio año

Queda poco más de medio año para que llegue el día en el que el Reino Unido rompa con la Unión Europea, un 29 de marzo de 2019 para el que todavía no hay nada claro. Es más, parece que la incertidumbre se está incrementando conforme se acerca la fecha marcada por la primera ministra británica, Theresa May, quien, con su plan Chequers -como es conocida su hoja de ruta para el divorcio- se ha alejado aún más de la UE -con la que aún no ha cerrado un acuerdo sobre la inminente ruptura- y de la oposición laborista; y, además, ha abierto heridas todavía más profundas en el seno de un Partido Conservador fragmentado.

Para colmo, la nación anglosajona está cada vez más dividida sobre el futuro que vendrá. Sin un consenso con Bruselas, todo podría cambiar y el país anglosajón se encuentra ahora en una encrucijada de la que apenas tiene seis meses para salir. 

 

División en el país

Cuando los británicos acudieron a votar en el referéndum del 23 de junio de 2016, la polarización sobre la permanencia en la Unión Europea quedó patente. El triunfo del no fue ajustado, con un 51,9 por ciento, y las cuatro naciones que componen el país mostraron sus diferencias: Escocia e Irlanda del Norte se mostraron a favor de seguir en el bloque -con un 62,8 y un 55,7 respectivamente-, mientras que Inglaterra y Gales se decantaron por la desconexión -53 y 52,5 por ciento-.

Desde entonces, los nacionalistas escoceses (SPN) han batallado con el Gobierno para que la autonomía, al margen de lo que haga el Reino Unido, siga en la UE, algo que Bruselas ha considerado inviable. Tras numerosos desencuentros con el Ejecutivo de Downing Street, esta semana su líder, Nicola Sturgeon, su formación votará en contra del plan de May y que tan pronto como se cierre un acuerdo con los Veintisiete, se planteará un nuevo referéndum para la independencia, tras la fallida consulta de 2014.

En Gales, que se posicionó a favor del divorcio, crece, no obstante, la indignación hacia Londres y cada vez son más las voces que apelan a un proceso de secesión.

Mientras, Irlanda del Norte es el punto caliente de las negociaciones. Al tratarse del único territorio con frontera física con la UE, los términos del acuerdo en materia aduanera podrían cambiar allí. Una excepcionalidad que ya ha sido criticada y reinvidicada por Glasgow, que reclama un estatus similar para Escocia.

 

Caos político

El Brexit fue el debate central de los congresos anuales de los dos principales partidos británicos, el conservador y el laborista.

En el caso de los primeros, quedó patente que existen importantes divisiones sobre cómo afrontar la salida, a pesar de la llamada de «unidad» realizada por May. El bando euroescéptico de los tories amagan con echar por tierra cualquier proyecto de la premier, al considerar que se ha debilitado la apuesta realizada inicialmente y aun a riesgo de acabar con cualquier esperanza de ruptura.

Entre los laboristas también hay fragmentación, si bien, al no tratarse de un partido en el Gobierno, sus diferencias no pesan tanto. Mientras algunos miembros de la formación apelaban a una segunda convocatoria de referéndum sobre la permanencia en el caso de no alcanzar un acuerdo con la UE, otros abogaron -y fue la postura final- por un adelanto electoral.

Una llamada a las urnas que no es del todo descabellada, ya que los unionistas del Ulster (DUP) amenazan con retirar su apoyo parlamentario a May si no se llega a un consenso con los Veintisiete sobre la frontera de Irlanda. Y esos 10 diputados -a los que se podrían unir los conservadores díscolos- son el único sustento para que la primera ministra cuente con una mayoría en la Cámara Baja, de modo que su legislatura está completamente en el aire a falta de medio año para que el Reino Unido viva uno de los episodios más importantes de su Historia moderna.

 

Frentes con Bruselas

Y, mientras en el Reino Unido se suceden los problemas, en el seno de la UE tampoco hay buenas noticias para la dirigente, cuyo plan Chequers no solo no sido aceptado por los Veintisiete, sino que ha sido tachado de «inaceptable».

La mandataria lanzó un órdago el pasado septiembre a sus colegas, a los que quiso imponer su hoja de ruta para mantener el libre comercio sin pertenecer al grupo. Pero su propuesta fue descartada porque «el marco económico no funcionará ya que, entre otras cosas, corre el riesgo de socavar el mercado único», según apuntó el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk.

Lejos de negociar, May se encerró en sus propuestas y cargó contra la Unión, agrietando unas negociaciones cuyo plazo inicial concluye este mismo mes.

La premier insiste en que habrá Brexit, con o sin acuerdo con la UE, pero su problema reside en que puede que el próximo 29 de marzo haya una ruptura unilateral sin ella al frente del Ejecutivo británico.