«Mi carrera no dio el salto profesional porque la gente estaba cansada de tanta Marisol»

I.M.L. / Aranda
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Charito Bartolomé, cantante

Charito con la placa de ganadora del concurso Canción Infantil de TVE, como hace 50 años. - Foto: DB

Hay gente que nace con un don para hacer algo destacado en la vida y un claro ejemplo es el de la arandina Charito Bartolomé, cuya facilidad para aprender e interpretar todo tipo de canciones le ha llevado a tener a la música como gran compañera a lo largo de toda su trayectoria vital. Los avatares del destino le alejaron de dedicarse a ella de manera profesional, pero oportunidades no le faltaron, sobre todo en su niñez y juventud.

Pero empecemos por el principio. Rosario Bartolomé era la mayo de cinco hermanos que siempre estaba escuchando música en casa gracias a que su madre era una gran aficionada y se pasaba el día cantando. Ahí comenzó la pequeña Charito, como todos la llamaban y la siguen llamando, a memorizar letras de boleros y canciones populares de su niñez. «Yo siempre he cantado, mi padre me subía a la mesa para que cantase ante la familia o las visitas, pero como la gracia de la niña que canta», recuerda. Esta afición la mantuvo en una temporada que vivió con su familia en Barcelona, donde comenzó a estudiar música y cantaba con sus amigos.

De vuelta a Aranda de Duero, su padre envió una cinta con su voz a un concurso de Televisión Española, en la que interpretaba la canción infantil Los cochinitos dormilones, que su madre le había enseñado. «La mandó y no pasó nada hasta dos meses después, cuando nos pidieron que mandásemos la partitura de la canción, que no teníamos porque yo cantaba de oído y tuvimos que pedirle a Juan Abad, que tocaba el piano y llevaba una orquestita aquí en Aranda, que nos hiciese la partitura de la música», relata. La respuesta de la televisión nacional se demoró otros dos meses y le llamaron para que fuese a Barcelona a participar en el concurso Canción Infantil.

Hasta los presentadores aplaudían sus temas.Hasta los presentadores aplaudían sus temas. - Foto: DB Corría el año 1963 y para ella fue toda una experiencia. El viaje y el alojamiento era con todos los gastos pagados para ella y su padre. Tras pasar la primera eliminatoria, en la que el jurado estaba compuesto por niños de su edad, llegó a la final, compitiendo con otros niños con ‘padrinos’. «Canté con la hija de Tete Montoliú, el pianista, la hija de José Guardiola, un niño de Andalucía, otro de Salamanca, que cantaba muy bien, otra niña de Barcelona y yo», explica. El concurso se emitía en directo, con toda la presión que eso suponía para una niña de 11 años, aunque «los del concurso me dijeron que dijese que tenía 9 años, porque como era bajita colaba y así quedaba más gracioso».

Y, sorprendentemente para ella, ganó el primer premio, lo que le llenó de satisfacción, aunque hubiese preferido quedar segunda. «Yo quería ganar el segundo premio, que era una televisión, porque en casa no teníamos, y me llevé un buen disgusto. El primer premio era un viaje a Roma para mis padres y para mí, de varios días, para asistir a una audiencia especial con el Santo Padre. Coincidió además que ese año falleció Juan XXIII y nos retrasaron el viaje hasta noviembre, cuando nos recibió Pablo VI», recuerda Charito.

Rosario de premios

Este no fue el único premio que Charito, como siempre se la ha conocido en Aranda y como la llama todo el mundo a pesar de no ser ya una niña. En su carrera musical cuenta también con el segundo premio del Festival ‘Gallo de Oro’ de Eibar en 1965, así como diversas participaciones en concursos radiofónicos, como los de Radio Madrid o Radio Juventud en Aranda, que en 1966 le otorgó el galardón ‘Al mérito Artístico’.

En esta emisora local era una habitual, ya que participaba en el programa que se emitía todos los jueves por aquel entonces, donde los niños iban a hacer cada uno lo que sabía y, al final, se daban unos premios. «Yo siempre me llevaba el primer premio -comenta resignada- que era una par de calcetines, así que tenía pares para hermanos, para primos y demás familia».

Esta presencia en las ondas radiofónicas locales y su participación en el Festival Hispano Portugués de la Canción del Duero le llevaron a granjearse el cariño de los arandinos y ribereños. En sus actuaciones interpretaba temas ‘de mayores’, coplas, habaneras, boleros y ese tipo de canciones, y compartía escenario con intérpretes tan conocidos como Dyango o Salomé.

Su estilo varió en el año 1967, cuando quedó finalista en este festival, que se celebraba en la capital ribereña, en la antigua plaza de toros y que suponía todo un acontecimiento, no solo a nivel local. El tema que interpretó Todo o nada tenía una melodía más actual, de corte pop melódico y con una letra más apropiada a su edad, hablando del amor.

La Marisol arandina

A pesar de esta presencia en los escenarios nacionales, Charito no fue más allá. Su carrera se estancó al intentar dar el salto al mercado discográfico, no por falta de ofertas sino porque en sus primeros contactos con este mundo no le gustó nada. «Iba a grabar algunas canciones de la compositora del tema del Festival de la Canción del Duero, pero al llegar al estudio de grabación, el de la compañía discográfica saltó nada más verme «Bah, otra Marisol, no quiero ninguna Marisol más», porque ya estaban un poco hartos de las niñas prodigio porque en aquella época estaba Karina, Marisol, Joselito...», explica la intérprete arandina.

A pesar de ese revés, Charito no se arrepiente de haber perdido el tren de grabar un disco y continuar con su carrera musical por ese camino. «Nunca me ha gustado ese ambiente, había muchos halagos gratuitos que no me gustaban y en la discográfica me dijeron que tenía una voz del siglo pasado, que no debía ser bueno para esos años porque empezaba el boom de las chicas yeyé», apunta.

Dúo ¿solo musical?

Ahí se paró en seco su carrera musical, aunque su padre estaba empeñado en que lo siguiese intentando. «Afortunadamente me casé y ya hice lo que quise», asegura Charito con una gran sonrisa. Y es que su cara se ilumina cuando habla de «mi Paco», como siempre se refiere en público a su marido. Le conoció cuando su padre le contrató como profesor para que le enseñase a tocar la guitarra y ella pensó: «¿Para qué voy a aprender yo, que él toque y yo canto?».

De esta forma tan sencilla se creó un dúo sentimental-musical que, en sus inicios, participó en un grupo musical llamado ‘Los pocos’, muy del estilo de la época de principios de los años 70 pero que duró muy poco. Tras esa incursión en los escenarios, las actuaciones de Charito y Paco se reservaron para el ámbito privado. Además, ella se dedicó a dar clases de música en el Colegio Claret, en la Guardería Ándersen,... todo ello en la capital ribereña.

En el año 2001, esta pareja artística hizo caso a su amor por la música y se decidió a organizar un espectáculo de canciones de siempre, con boleros, habaneras, rancheras, cumbias, baladas,... «lo que a mí me gusta», apostilla Charito. «Hemos recorrido toda la provincia de Burgos, algo en Palencia, Soria y por aquí y hemos recibido el cariño del público, les gustaba mucho nuestras actuaciones y los temas y fue una experiencia muy bonita», asegura.

Esta etapa musical puso su punto y seguido en 2004, cuando Charito y Paco dejaron de subirse a los escenarios, aunque ella sigue cantando y enseñando a cantar en el coro de la iglesia de Santa María. Nunca han cerrado la puerta a su afición artística, ya que les unió en el pasado y sigue siendo algo muy importante en sus vidas. «La música ha sido la compañera ideal todos estos años, para mí lo ha sido todo, de hecho, toda mi familia, todos mis hijos, son músicos porque lo han mamado, y me ha dado muchas satisfacciones y algunos llantos», concluye.