Hace un año la Diputación Provincial intervino en la sala de exposiciones del Consulado del Mar para mejorar, entre otras cosas, sus accesos y adaptar a la normativa una de las galerías de arte más visitadas debido en gran parte a su céntrica ubicación. Se dejó para más adelante la accesibilidad a las plantas superiores del edificio construido en 1796, que no dispone de ascensor. La protección del edificio neoclásico como Bien de Interés Cultural supone contar con el permiso de Patrimonio y otros requerimientos especiales que han ido postergando esta decisión.
Aún así la Diputación, propietaria del inmueble que alberga a la institución Fernán González, la Academia de Dibujo, Sodebur y Agenbur, tiene claro que la intervención deberá hacerse en uno u otro momento:«Los arquitectos están pensando cómo actuar en un edificio BIC porque, por otro lado, no hablaríamos de una intervención aislada, sino de una adaptación del edificio en general», sostiene Ramiro Ibáñez, del área de Arquitectura y Urbanismo.
La reforma integral conllevaría por tanto no solo la colocación de un ascensor, sino una redistribución de los espacios para los que todavía no tienen definido su uso:«La actuación no se realizaría hasta que no se tuviera este aspecto claro», añade Ibáñez, que sugiere que todavía no se han sentado ni siquiera a valorarlo, por lo que la intervención no está precisamente a la vuelta de la esquina.
Aún así se prevé que sea un tema peliagudo para la Diputación porque el Consulado del Mar es un edificio muy goloso y con muchos pretendientes, que ya ha visto en otras ocasiones cómo se ocupaba y desocupaba con despachos de diversa naturaleza, archivos y bibliotecas. ¡Hasta Napoleón Bonaparte llegó a ocuparlo durante un mes en 1808! En realidad, lo único que ha permanecido inalterable es la Academia de Dibujo que, por otro lado, es para lo que fue levantado el edificio neoclásico.
Según recoge el libro que el historiador Alberto Ibáñez dedicó al inmueble del Espolón, el Ayuntamiento vendió el terreno a los consulares en términos ventajosos teniendo en cuenta el objetivo de la edificación y exigiendo el compromiso de que solo esa fuera su función: «baxo el concepto de que no se le ha de poder dar otro destino que el de la construcción de la referida casa para la escuela de dibujo», reza el documento de la época.
El inmueble lo mandó construir el «Real Consulado del Mar Casa de Contratación y Universidad de Mercaderes de Burgos», un organismo que surgió en el siglo XV para atender el comercio con Flandes. Con el tiempo la institución fue variando sus funciones hacia una labor más filantrópica, y la idea de crear una escuela de dibujo surgió por «el atraso e impericia en que se miran nuestros ofizios».
unificar servicios. Desde entonces, y ya son 222 años, esa materia se ha impartido en el edificio construido por Manuel de Eraso, propiedad de la Diputación desde 1833 y declarado Bien de Interés Cultural en 1995. La Academia ocupa la tercera planta y parte de la segunda y, además de impartir clases de dibujo técnico y artístico, al natural y por ordenador, ofrece clases magistrales, cursos y talleres de diseño, ilustración, grabado, cerámica artística, pintura, escultura, etc.
La segunda planta la comparten con otra actividad cultural, la de la Institución Fernán González, aunque en este caso sus responsables llevan tiempo diciendo que el espacio de que disponen se les ha quedado pequeño, sobre todo para dar cobijo a su biblioteca y archivo.
Desde la junta de Gobierno de la Diputación, explica también Ramírez, se apunta a «ir unificando servicios del mismo talante» en los distintos inmuebles de la institución. El edificio del Consulado del Mar debería entonces concentrar el área cultural, teniendo en cuenta el objeto para el que fue levantado, la sala de exposiciones recién remodelada y el uso que mayoritariamente ha albergado.Pero sobre este tema desde la Diputación prefieren no pronunciarse todavía.