Los ayuntamientos de Galbarros y Salinillas ofrecerán a la Diputación Provincial la titularidad de la carretera BU-5120, ahora en pleno proceso de arreglo gracias a una inversión de 215.000 euros, porque su mantenimiento será excesivamente gravoso para las arcas públicas de ambos municipios. Se trata de un tramo de 13 kilómetros que en los últimos cuatro años ha estado prácticamente intransitable. Los socavones y baches que la calzada presentaba la convertían en una de las más deterioradas de la provincia.

Para financiar la actual reparación de la vía, los consistorios de Galbarros y Salinillas han contado con una subvención de 120.000 euros aportada por la Diputación que todavía están pendientes de recibir. El arreglo se encuentra parcialmente ejecutado y se concluirá en la primavera, momento en el que las temperaturas serán más favorables para echar la capa de rodadura. «Tras esta primera parte de las obras, la carretera tiene tramos con aglomerado y otros parcheados con grava», explica el alcalde Galbarros, Miguel Cuesta, quien agrega que de cara al invierno «ha quedado bastante bien». En relación con el ofrecimiento de la carretera a la institución provincial, Cuesta explica que el mantenimiento es prácticamente inasumible para las austeras arcas de los ayuntamientos de Galbarros y Salinillas y agrega que en caso de nevadas, estos dos municipios carecen de medios para limpiarla. «Además, la BU-5120 une dos carreteras que pertenecen a la Diputación».

Este año, la Diputación ha incluido el arreglo de la única vía que da acceso a las localidades de Buezo, San Pedro de la Hoz, Galbarros, Caborredondo y Ahedo dentro de la partida presupuestaria cifrada en un millón de euros que la institución  destina a la reparación de carreteras de titularidad municipal. El proyecto inicial de reparación valoró las mejoras en 237.000 euros,  euros aunque finalmente se adjudicaron en 215.000 euros a la empresa mirandesa Asfaltos y Firmes Técnicos. Los ayuntamientos de Salinillas de Bureba (al que pertenece la pedanía de Buezo) y de Galbarros (al que pertenecen el resto de las pedanías afectadas) firmaron un convenio donde el primero delegaba en el segundo la contratación de la obra y donde se determinaba las cuantías económicas proporcionales que tendrían que aportar cada uno de ellos.

Miguel Cuesta recuerda que la institución provincial ha colaborado en la reparación de la vía en varias ocasiones a lo largo de los últimos años. También los vecinos, con prestación personal llegaron a extender hace cuatro años 35 toneladas de aglomerado en caliente a paladas. La calzada se creó hace unos cuarenta años con motivo de la concentración parcelaria. En aquel momento fue «una gran obra» ya que hasta entonces para ir de Galbarros hasta Briviesca había que hacerlo por un camino de monte. En los últimos cuatro años, el estado de la carretera había empeorado mucho y en algunos tramos los socavones eran de grandes dimensiones. Circular por ella con un turismo acababa saliendo caro. Uno de los extremos de la calzada se encuentra en las inmediaciones del Santuario de Santa Casilda, un enclave espiritual que atrae a miles de visitantes a lo largo de todo el año.