«25.000 euros por encontrar a nuestra madre»

I. Elices / Burgos
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Los hijos de María de los Ángeles Andrés, desaparecida hace hoy 3 años en Melgar, ofrecen una recompensa para dar con su paradero

Miguel Polo posa con una foto de su madre. - Foto: Alberto Rodrigo

Hoy hace tres años que los hijos de María de los Ángeles Andrés Martínez buscan a su madre. Pese al tiempo que ha transcurrido desde su desaparición en Melgar de Fernamental el sufrimiento de sus descendientes por ignorar cuál es su paradero no ha decaído un ápice. Las batidas que organizó la Guardia Civil y las búsquedas espontáneas que han efectuado los vecinos del pueblo fueron y siguen siendo infructuosas. Pero sus deudos sienten tal desconsuelo que van a dedicar parte de sus ahorros para pagar a quien ofrezca una pista segura sobre el lugar dónde puede hallarse el cuerpo de su progenitora. Y es que la familia da por sentado que está muerta. La recompensa asciende a 25.000 euros y será merecedor de ella el ciudadano que aporte una información que «lleve directamente a dónde esté el cadáver».    

Quien habla es su hijo Miguel Polo Andrés, que ayer mismo acudía a la Subdelegación de Gobierno para comunicar de forma oficial su iniciativa. Para recibir los mensajes sobre el paradero de su madre ha contratado una línea conectada a una grabadora que responde al número 695 42 53 47.

El propio Miguel hace memoria para recordar qué aconteció aquel 22 de noviembre de 2011, el día que ni él ni sus parientes volvieron a saber más de María de los Ángeles, que tenía 86 años y sufría una «ligera demencia senil». La mujer vivía junto a su marido y una hija de ambos en el número 12 de la calle Vistalegre, de Melgar de Fernamental. Como todas las tardes, salió de paseo, aunque en esa ocasión lo hizo sola, sin la compañía de su esposo, que «no se encontraba bien».

Caminó por la orilla del Cuérnago y «debió llegar casi hasta el puente de la N-120, donde la vieron algunos vecinos. En su regreso a casa «se cruzaron con ella muchas personas y la última vez que fue vista se encontraba a 200 metros escasos de su domicilio». ¿Dónde pudo ir después? ¿Qué pudo ocurrir? María de los Ángeles «tenía problemas de motricidad, por su edad, y no caminaba muy bien, por lo que no pudo marcharse muy lejos, si es que echó a andar sin rumbo», algo que ignoran la familia y los investigadores de la Guardia Civil.

Su hijo Miguel reconoce que son «especulaciones», pero él y sus hermanos sospechan que «alguien la pudo atropellar, seguro que sin querer, la echó al coche y luego se deshizo de ella en un lugar alejado de Melgar». Esta teoría es la única que explicaría que «su cuerpo no haya aparecido en todos estos años, ya que no pudo distanciarse mucho del pueblo». Y lo que no contempla es que nadie la raptara o asesinara. Aunque hay un pensamiento que no se le quita de la cabeza. Justo un mes antes de que su madre no volviera a casa otra mujer desaparecía sin dejar rastro en Villada, Palencia. Curiosamente su cuerpo tampoco ha sido hallado. ¿Pueden estar conectados ambos casos? Se resiste a pensarlo, «pero pasan tantas cosas raras en este país».

Hace tiempo

Hace más de dos años que le rondaba la cabeza la idea de dar una recompensa por una pista sobre su madre, pero ocurrieron otras desgracias en la familia que retrasaron su decisión. Su padre, «que no quería seguir viviendo» desde que desapareció su esposa, enfermó y falleció. Y han muerto dos hermanos de cáncer.

Se plantean pagar por cualquier información que les conduzca al lugar donde se encuentra María de los Ángeles porque necesitan «descansar un poco». «Necesitamos saber y nos da igual quién sea el responsable de la desaparición, solo queremos encontrar su cuerpo para quedarnos tranquilos», indica Miguel.

Además, advierte de que ni él ni sus parientes están descontentos con la actuación de la Guardia Civil. Al contrario, están muy agradecidos a todos los agentes del cuartel de Melgar  «por el gran esfuerzo» que han hecho para encontrar a su madre.  Y en especial recuerda la labor del sargento Marcos, que «utilizaba su tiempo libre para rastrear todos los parajes de la localidad». Reconoce que el Instituto Armado «puso todos los medios». «De hecho el mismo día que desapareció yo viajé hasta el pueblo y ya había dos coches patrullas buscándola», recuerda.  También está muy satisfecho con todos los vecinos de Melgar y con su alcaldesa, Monserrat Aparicio. Muchos de los habitantes del pueblo «cambiaron sus rutas de paseo solo por buscarla», afirma. Y se «volcaron» en las batidas que se efectuaron en los primeros días.

La investigación de la Unidad Orgánica de la Policía Judicial sigue abierta en tanto no aparezca el cuerpo, pero «está estancada». Aparecieron rastros de sangre en el cementerio, que recogió la Guardia Civil, pero después no hubo ningún resultado.

Miguel estuvo siete meses seguidos -muchos días acompañado por su hija Virginia- explorando los alrededores de Melgar en busca de su madre. «Pero al sexto mes era tal la sensación de impotencia que influía en nuestro ánimo», lamenta. Y abandonaron la tarea. Pero no por ello cesó su dolor y el de su familia. «Cuando llegan épocas como éstas (hoy se cumplen 3 años de su desaparición) los sentimientos están a flor de piel y nos causa gran angustia no haber acompañado a nuestra madre en sus últimos momentos». También le crea desazón ignorar «cómo fueron sus últimos instantes de vida, pues seguro que sufrió mucho». Desconoce si la recompensa aportará buenos indicios, pero era algo que «había que hacer». «No descansaremos tranquilos hasta que no la encontremos», sentencia.