Las discrepancias surgidas en el último congreso del Partido Castellano (PCAS), en especial las las motivadas por el cambio de siglas, antes era Partido de Castilla y León (PCAL), han llevado a una veintena de cargos públicos de la formación nacionalista y a varios afiliados a desvincularse del PCAS para permanecer en el PCAL.
Entre los que han decidido darse de baja se encuentran algunos históricos castellanistas, como José Ignacio Delgado, alcalde de Caleruega y secretario regional del PCAL, quien considera que el partido ha derivado en su último congreso hacia «un nacionalismo excluyente», a la vez que pierde los intereses regionales que defiende el PCAL «por el que nos presentamos a las elecciones», recuerda.
Además de Delgado, también abandonan el PCAS concejales y afiliados de localidades de la Ribera del Duero, Lerma, Salas, Briviesca y Merindades, así como de algunos municipios de Palencia y Ávila. La marcha de estos cargos públicos y afiliados no ha sorprendido a los dirigentes del PCAS. Luis Marcos, secretario de Organización de la formación castellanista, señaló que entienden esta marcha «con naturalidad», a la vez que manifestó que «la mayor parte de los cargos públicos, afiliación y simpatizantes van a seguir trabajando dentro del PCAS».
Marcos, tras recordar que en el congreso nacional de Segovia se aprobó «de forma mayoritaria la denominación de Partido Castellano, ya que como tal estábamos legalizados», señaló que esta marcha les hará trabajar más «porque estamos convencidos de que esta tierra necesita una alternativa castellanista y solo la podemos generar desde el Partido Castellano, heredero de Tierra Comunera».
También Delgado expresó su deseo de «continuar trabajando por los intereses de una tierra que no es de nacionalismos» y para ello esperan poder mantener la ‘marca’ PCAL, unas siglas con las que concurrieron a las pasadas elecciones municipales.
Tanto Marcos como Delgado, militantes desde hace más de veinte años en la misma formación castellanista, no quieren entrar en polémicas y reconocen que es muy difícil que ambas corrientes puedan acercar posturas, aunque no están cerrados al diálogo.