El 20N es día de mucho morirse

ANTONIO PÉREZ HENARES
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A pesar de los éxitos económicos, Rajoy debe ser más contundente con la corrupción

Fue la fecha del tiro al anarquista Durruti, del fusilamiento de José Antonio, del óbito de Franco y, anteayer , el de la duquesa de Alba. Un día, está claro, de mucho morirse en España. También fue cuando, hace tres años, ganó Rajoy las elecciones por mayoría absoluta. Pero esto parece casi hasta lo más perdido en el tiempo, un recuerdo poco recordado porque de aquellas alegrías peperas no se acuerdan casi ni los propios.

No se ha hecho apenas retrospectiva. La poca que hay es un tanto de obligado cumplimiento, anegado como está el país de registros de corruptelas y de proclamas separatistas, casi como porque no quedaba otro remedio. Y en la retrospectiva, qué cosas y quién se lo iba a decir a Rajoy, lo que le vienen a salvar es donde, a priori, peor lo tenía: la economía.

Casi nadie, que no sea parte de la contraparte política, se empecina en negarle algunos logros. Que salvó a España del embargo-rescate, que nos libró de la quiebra y que, poco a poco, aunque demasiado poco a poco y con desesperante lentitud, vamos saliendo de la crisis, aunque las angustias del paro sigan clavadas en millones de compatriotas. Pero bueno, justo es reconocer que aquello que recogió, aquel coche al borde del precipicio, con el motor gripado, sin frenos, con la chapa en siniestro total, sin gasolina y sin nadie que la prestara, parece haber arrancado y hasta se ha puesto a andar aunque sea todavía a muy pocos kilómetros por hora. Pero no es lo mismo, y eso cualquiera que no lleve puestas las anteojeras políticas de no ver lo que no quiere lo reconoce.

Es también de cierta justicia ponerse a su lado y no en el contrario ante su más que difícil lidia del motín separatista. Tampoco de perfil, pues entre quienes pretenden violar la ley, ciscarse en la Constitución y abolir la soberanía del pueblo español sobre una parte del territorio y quienes lo defienden, no cabe equidistancia, aunque el PSC y un día de cada dos Pedro Sánchez jueguen a hacerlo. No ha sido el Gobierno ni Rajoy quienes han actuado mal o sin prudencia. La partida sigue y la firmeza unida a la mesura van a tener que seguir siendo las recetas. Aunque pueda discutirse una mayor acción en positivo del Gobierno, que es quizás por donde pueda formularse la crítica que el propio presidente parece estar asumiendo.

Pero es el tercer flanco, el de la corrupción y el de la necesaria regeneración, la limpieza a fondo de fosas sépticas y cañerías emporcadas, donde el suspenso ciudadano es contundente. No han sabido y no saben dar la respuesta, que es, de hecho, de obras que son ya los únicos amores que valen, pero también de mensaje y compromiso claro, de plantearse ante la nación que se gobierna y ser capaz de trasmitirle una decisión, una promesa concluyente de que se va a acabar con cualquier sombra y se va a perseguir cualquier indicio y más aún que ninguno los que sean los propios y cercanos, lo de la propia formación, como ejemplo a todos los ciudadanos.

Y eso Rajoy no lo ha hecho, no ha sabido, podido o querido hacerlo. Esa es la tacha a día de hoy de todo su mandato, en el que la economía, por sí sola, no le salva. Y no va a salvarle si definitivamente no coge el toro de la corrupción por los cuernos y nos enteramos todos de que lo ha cogido y está dispuesto a desollarlo. Aunque en la faena acaben mucho dejándose el pellejo y él mismo más que pelos en la gatera. No sé. Incluso, si ya está a tiempo para hacerlo.

En esas estamos cuando hemos dejado atrás otro año de esa fecha luctuosa del 20N. aunque solo fuera para que el 21 acabara en la cárcel Isabel Pantoja. La muerte de la duquesa y la prisión de la folclórica concluyeron en un fin de semana de morbosas emociones desatadas. De Cayetana de Alba que, desde luego, supo y pudo vivir a su manera y como muy libremente le vino en gana, cabe decir descanse en paz. De la Pantoja hay para mucho símil operístico-racial como una Carmen rediviva un día penando el torero muerto y otra entre rejas por el novio golfo.

Jose Luis Perales le escribió unas canciones en Marinero de luces que la encumbraron entonces, quizás a la salida unas coplas carcelarias la devuelvan a la cima más alta. Pero discúlpenme si no me fijo en eso. Porque lo de la sevillana tiene una vertiente principal a la que no parece querer atenderse. Es, antes que nada, un caso, otro de los mil, de corrupción política, de saqueo de las arcas publicas, del dinero de todos, que Julián Muñoz, uno de aquellos rapaces pájaros que se cebaron en la Marbella de Jesús Gil y Gil, el pájaro más gordo, se embolsó y que, en connivencia con la tonadillera, blanqueaba. Isabel Pantoja no está en la cárcel de Alcalá de Guadaíra por amor ni por cantante de coplas, está por corrupta, por blanqueo de dinero negro y por robarnos a todos.