Las ágoras del medievo

H.J. / Burgos
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Cinco ejemplos burgaleses aparecen en un libro sobre los pórticos románicos de Castilla. Su autor destaca el papel de lugar de reunión política, social y religiosa que cumplieron durante siglos

Jaramillo de la Fuente - Foto: Diario de Burgos

 
Antes de que surgieran los ayuntamientos, los polideportivos o los centros comerciales, los habitantes del Burgos rural durante la Edad Media se reunían en los pórticos de las iglesias. Al abrigo de los vientos, las lluvias y las nieves sirvieron como lugar de convocatoria de los concejos, como mercadillos o como recinto de juegos populares, y allí también se quedaban los penitentes y los conversos que, en época de Reconquista y de zona de frontera, convivían con los cristianos viejos que no tenían problema para acceder al templo.
Esta función de ágora pública y de socialización, junto con su riqueza artística e histórica, es uno de los aspectos que analiza el libro ‘Pórticos románicos en las tierras de Castilla’ recién editado por la Fundación Santa María la Real y que incluye cinco ejemplos de la provincia de Burgos.
Rebolledo de la Torre, Jaramillo de la Fuente, Vizcaínos, Pineda de la Sierra y San Zadornil figuran en esta obra de José Arturo Salgado Pantoja cuyo valor reside en ser el primer estudio sistemático sobre estos pórticos o «portales», como se los conoce en muchas localidades, de los que analiza también su iconografía y simbolismo, en algunos casos especialmente rico.
«He tratado de ahondar en los elementos arquitectónicos y escultóricos», explica Salgado a este periódico, «pero también en su función social». Fue un lujo, desde luego, reunirse durante siglos en recintos que son verdaderas obras de arte que se han conservado hasta nuestros días.
Una de estas joyas es la de Rebolledo de la Torre, «uno de los ejemplos más interesantes, si no el que más», reconoce el autor del libro, «por su iconografía, la calidad de sus capiteles y por estar fechada mediante una inscripción en un ventanal que lo sitúa en el año 1186».
El siguiente en calidad artística es el pórtico de Jaramillo de la Fuente, en el que se encuentran reminiscencias de Silos «con temas muy similares, e incluso idénticos», que delatan la extendida influencia del afamado monasterio en toda la comarca serrana.
Pineda de la sierra es el tercer ejemplo de la provincia, «también de gran belleza, con el estilo de los talleres serranos aunque con una iconografía más sencilla» y unas generosas dimensiones.
Y por último, los de Vizcaínos y San Zadornil, más transformados y con un menor grado de conservación, aunque este último tiene la peculiaridad (que comparte con el de Rebolledo de la Torre) de ser un caso geográficamente apartado del resto, fuera del triángulo imaginario que marca el territorio de los pórticos románicos y que se extiende a provincias vecinas. 
Con la publicación del libro de José Arturo Salgado el románico demuestra de nuevo que su arte y su leyenda siguen de actualidad, generando un enorme interés. Y también que una provincia tan extensa y tan dispersa como la burgalesa conserva en muchos de sus pueblos, por pequeños que sean, tesoros dignos de conservar y valorar.