Las desigualdades sociales ya existían hace unos 7.000 años

SPC-REUTERS
-

Un estudio científico revela que en la Era Neolítica había diferenciación de clases, como se puede apreciar en los tipos de enterramientos que se establecían para unos hombres u otros

Las desigualdades sociales ya existían hace unos 7.000 años

Que nadie se engañe, que esto de los ricos y los pobres, así como la escasez de miembros de la clase media, no es cosa de la revolución industrial y la burguesía, del Renacimiento, de las Cruzadas o de los romanos o los egipcios. La desigualdad social comenzó hace más de 7.000 años, en el principio de la Era Neolítica, según se desprende de una investigación en la que se ha encontrado una nueva evidencia que muestra que los agricultores que fueron enterrados con herramientas tenían acceso a mejores tierras que los que eran sepultados sin ellas.

Mediante el estudio de más de 300 esqueletos humanos en Europa central, el profesor Alex Bentley y un equipo internacional de científicos, financiados por el británico Arts and Humanities Research Council, han descubierto pruebas que reflejan diferencias en el acceso a la tierra, entre los primeros cultivadores de ese período prehistórico del que, a una velocidad de crucero, se van sabiendo más aspectos, todos ellos interesantes.

Así, el análisis de isótopos de estroncio de los cuerpos, que proporciona indicaciones sobre su lugar de origen, reflejaron que los hombres del Neolítico enterrados con diferentes azuelas de piedra (herramientas utilizadas para trabajar la madera) mostraban trazas de estos átomos menos variables que las personas que hallaban sin esos utensilios. Esto sugiere que los primeros dispusieron de mayores riquezas -en esos tiempos solo podía ser, desde un prisma actual, la vivienda con jardín,  el coto de caza, maquinaria, mascotas...- que los segundos.

Suelo fértil. En opinión de Bentley, que da clases en la Universidad de Bristol, el suelo fértil y productivo, favorecido por los primeros agricultores, era lo que diferenciaba a unos de otros. Lógicamente, el dinero quedaba en un segundo plano, aunque siempre estaba la posibilidad, según algunas teorías, de que ofrecieran mejores productos de calidad a la hora de hacer los populares trueques.

Pero hay más. El análisis de isótopos de estroncio también reveló que las primeras mujeres de este período tenían más probabilidades que los hombres de haber nacido en áreas alejadas de aquellas en donde se encontraron sus cuerpos. Ésta es una fuerte indicación de la patrilocalidad, un sistema centrado en lo masculino, donde las féminas se desplazan para residir en el lugar donde viven los hombres con los que se casan. Lo de la boda es un decir, porque habría que ver si eran monógamos aquellos hombres de hace 7.000 y si tenían idea de lo que podía ser el compromiso o la familia. Este último punto puede que sí, aunque en un sentido muy extenso, ya que se dieron los clanes.

Forma genética. Esta nueva investigación de los esqueletos, publicada en la revista especializada PNAS, se completa con otras evidencias de tipo arqueológico, genético, antropológico y lingüísticas. De hecho, los resultados tienen implicaciones para el modelado de la forma genética de las poblaciones humanas, que se expandieron a lo largo y ancho del Neolítico.

Para Alex Bentley, «estos resultados, junto con los estudios arqueobotánicos que indican que los primeros agricultores del Neolítico tenían un sistema de tenencia de la tierra, sugieren que los orígenes de las disparidades se remontan a una primera parte de este período, en lugar de a la prehistoria tardía, cuando las transferencias de la desigualdad intergeneracional y la riqueza eran más evidentes».

Los investigadores concluyen en su informe que «la Era Neolítica introdujo los bienes hereditarios -tierra y ganado- en Europa y la desigualdad de la riqueza se puso en marcha cuando esto sucedió y, a partir de entonces, no hubo vuelta atrás: durante la Edad del Bronce, la Edad de Hierro y la era industrial, las diferencias aumentaron de un modo considerable, pero las semillas de la desigualdad se sembraron en esta etapa de la Prehistoria».

Según el sociólogo Eduardo López, este fenómeno tan antiguo es el resultado de un «problema social», y no puede observarse meramente como algo natural. Es también histórico y cultural que ha existido en todas las naciones, y está fuertemente asociado a las clases sociales, al género, a la etnia, la religión...

Lo que no queda muy claro de todos estos estudios y opiniones de expertos es si ya en la Era Neolítica la desigualdad social degeneró en opresión en distintos aspectos, y, por supuesto, la exclusión, que es la ruptura de los lazos entre el individuo y la comunidad, una circunstancia que es, sin duda, su consecuencia más palpable.