El colegio que trajo el Polo

B.G.R. / Burgos
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28 niñas estrenaron en 1963 el Santa María la Nueva, impulsado por Cáritas ante la expansión demográfica por el impulso industrial • Hoy, junto al Artesano, cuenta con más de 1.700 alumnos, que ya conmemoran sus 50 años

Iba a ser una escuela de artes y oficios. O al menos eso era lo que tenía proyectado Cáritas construir junto a la barriada Inmaculada. Pero los acontecimientos cambiaron. Llegó a la capital burgalesa el Polo de Desarrollo Industrial y con él una expansión demográfica que era necesario absorber. Se levantaron viviendas pero también eran necesarios servicios. Instalaciones educativas en las que formar a los recién llegados, hijos de los trabajadores de esas empresas que empezaban a ponerse en marcha.

Es ahí cuando la idea inicial cambió y el Arzobispado concibió un proyecto educativo que «proporcionara preparación cultural, técnica y religiosa para la nueva población». Así fue como en el curso 1963-1964 nació como colegio femenino Santa María la Nueva. Lo estrenaron 28 niñas con el entonces bachillerato elemental, el equivalente hoy a la ESO. Poco a poco fue creciendo; con guardería, con Primaria, con las clases nocturnas, con las escuelas profesionales... La dirección pedagógica fue encomendada por la oenegé a la Institución Teresiana, que la sigue desarrollando hoy en día.

Pero los 50 años de este centro van unidos a los del edificio que hay al lado. Cáritas encomendó a los padres Marianistas la continuación del proyecto educativo, en este caso masculino. Se inició en el edificio ya construido pero en 1968 vio la luz el segundo inmueble que acogió no solo los estudios elementales sino también las enseñanzas de Formación Profesional que se impartían en el colegio San Pedro y San Felices. Nació entonces el San José Artesano.

Ambos colegios han ido de la mano pero, sobre todo, desde que hace tres años se unieron en uno solo bajo la tutela del Arzobispado (Santa María la Nueva era hasta entonces de Cáritas). Sus señas de identidad siguen vigentes. «La apuesta por los valores promovidos en el Evangelio», afirma José Antonio Vaquerizo, coordinador de Formación Profesional que ha recopilar la historia del centro.

No solo habla de principios, sino también de un marcado carácter «acogedor e integrador». Una escuela «inclusiva», con presencia de alumnado de otros países, y un «referente» de la FP en su relación con la empresa. A ello suma un «ambiente familiar y cercano», una «educación integral» y una  oferta de actividades culturales.

De aquellas 28 alumnas de sus inicios se ha pasado a los 1.700 estudiantes de la actualidad, repartidos en todos los niveles educativos, desde Infantil hasta Bachillerato y ciclos del FP, tanto de grado medio como superior, de los que se ocupa un equipo docente formado por 130 profesionales.

Durante todo este tiempo son miles los escolares que han pasado por estas aulas. Todos ellos están convocados el próximo 7 de mayo a volver al cole para compartir recuerdos y anécdotas.