Sergio, símbolo contra la violencia

I. Elices / Burgos
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El caso del joven que aún está en coma tras un altercado el 26 de diciembre de 2010 hizo reaccionar a las autoridades y a la sociedad civil, que se ha volcado con la familia

La manifestación celebrada el 2 de enero de 2011, con 6.000 personas, demostró que la sociedad empezaba a sensibilizarse. - Foto: DB/Luis López Araico

La ciudad ha asistido con una mezcla de rabia y resignación desde 2008 a los casos de violencia en las zonas de ocio. La muerte de tres jóvenes entre octubre de ese año y noviembre del siguiente han provocado numerosas muestras de dolor de la sociedad burgalesa. Tras la brutal paliza a Jonatan Gómez en mayo de 2009 y su posterior fallecimiento nació la Asociación Cívica Burgalesa, que hizo ver a ciudadanos y autoridades la necesidad de aunar posiciones y actuar para poner fin a unos comportamientos de parte de la juventud que han llevado la tragedia a demasiadas familias.  

A pesar de que esos tres hechos luctuosos provocaron una importante reacción ciudadana, lo cierto es que la agresión que dejó en coma a Sergio Izquierdo el 26 de diciembre del año pasado ha marcado un antes y un después en el modo en que la sociedad burgalesa se está tomando estos terribles sucesos. Sus representantes políticos se han convencido de que  estas muertes van más allá de meros hechos aislados causados por la fatalidad y los ciudadanos se han volcado para prestar ayuda a la familia a través de diferentes iniciativas solidarias.

Por tanto, este triste suceso -que ha sumido en la más absoluta tristeza a una familia burgalesa- ha actuado como catalizador de una ciudad que hasta ahora había vivido con cierta distancia unos episodios que creían lejanos. Pocos días después de la agresión de que fue víctima este joven que cursaba Historia en la Facultad de Humanidades, una manifestación convocada en el centro de la ciudad ya demostró que las cosas estaban a punto de cambiar. Durante más de una hora, más de 6.000 personas tomaron las calles para mostrar su repulsa y hartazgo por la reiteración de este tipo de agresiones. Una cifra nada desdeñable, dado que se trataba de un 2 de enero, en plenas vacaciones navideñas.

Desde el mismo día de la agresión, un grupo de amigos de la familia -vinculados la mayoría a la localidad de Sotopalacios, donde residía Sergio- se movilizó para hacer ver a las autoridades que había que intentar poner fin a este fenómeno de algún modo. Solicitaron reuniones urgentes con el alcalde, Juan Carlos Aparicio, y con la subdelegada de Gobierno, Berta Tricio.

Y contactaron con los medios de comunicación para que actuaran de altavoz de sus reivindicaciones. Una de sus principales exigencias fue la de la instalación de cámaras en las zonas de copas de la ciudad, una propuesta que ya había planteado con anterioridad -en el año 2009- la Asociación Cívica Burgalesa. Pero cayó en saco roto porque el Consistorio y la Subdelegación de Gobierno no se entendieron a la hora de solicitarlas conjuntamente.

Sin embargo, tras la agresión a Sergio algo cambió en la mentalidad de las autoridades, que empezaron a tomar conciencia de que  la vigilancia policial en las zonas de copas se revelaba insuficiente para neutralizar estos episodios de violencia entre jóvenes. Esta circunstancia, unida a la fuerza que estaban haciendo los amigos y familiares de la víctima, obligó al Ayuntamiento a tomar la iniciativa y solicitar -sin el acuerdo con el Gobierno- los dispositivos de grabación en los espacios de ocio. Y así lo hizo. En septiembre enviaba la solicitud a la Comisión de Garantías de Videovigilancia de Castilla y León, que aprobaba el proyecto. Y a los pocos días la Delegación del Gobierno ratificaba el visto bueno. El año que viene estarán en funcionamiento.

No solo los políticos han reaccionado, también la sociedad civil, que ha respondido de una manera magnífica a la campaña de recogida de tapones que han iniciado varios colectivos y asociaciones para recaudar dinero para la familia. Los amigos y vecinos de Sotopalacios, así como la Asociación de Empresarios del Polígono de Villalonquéjar, el colegio Maristas, el Ayuntamiento y la propia Universidad pusieron en marcha una iniciativa a mediados del año pasado, que está dando sus frutos, con cerca de 25 toneladas recogidas, lo que arrojaría una recaudación de unos 4.000 euros. Un dinero necesario para sufragar -entre otras cosas- los gastos del piso que han tenido que alquilar los padres en Valencia, ya que Sergio ha ingresado en un hospital especializado en la recuperación de daños medulares.

Asimismo, la cadena de televisión La 8 de Burgos, con la colaboración del Grupo Promecal, lanzó la lotería solidaria de apoyo a Sergio Izquierdo. Y la Fundación Aída destinará el dinero que recaude su puente de lavado de Villalonquéjar entre diciembre y enero a la misma causa.