Las agresiones bajan un 40% en la capital en la última década

I. Elices / Burgos
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Las causas. La reacción ciudadana a las muertes en zonas de copas y la colocación de las cámaras de vigilancia explican solo en parte el descenso

Las peleas entre jóvenes son un motivo de preocupación social en Burgos desde hace años. La sucesión de muertes en zonas de ocio entre los años 2008 y 2009 -perdieron la vida Iván Herrero, Aitor del Álamo y Jonatan Gómez-, el suceso por el que quedó en coma Sergio Izquierdo en 2010, y el fallecimiento en Belorado de Eduardo Valgañón han provocado tal alarma que incluso la Administración se ha visto obligada a actuar, al menos en la capital. La presión vecinal logró finalmente la instalación de cámaras de videovigilancia en las tres zonas de ocio de Burgos -Llanas, Bernardas y Bernardillas-. Y los resultados son palmarios. El número de agresiones en general -no solo en zonas de copas- ha disminuido en la ciudad. Si los forenses examinaron a 960 víctimas de lesiones en el año 2005 esa cifra ha disminuido hasta las 589 de 2014, según la memoria del Instituto de Medicina Legal. Lo que arroja una reducción porcentual del 38%.

La presencia de las cámaras de videovigilancia a buen seguro que no explican del todo esta caída del número de agresiones. El director del Instituto de Medicina Legal, Amador Martínez Tejedor, atribuye también el descenso a la crisis económica. Opina que la sociedad «se ha replegado en sí misma» en los últimos años y la falta de dinero ha «hecho disminuir la gente que sale los fines de semana, lo cual incide directamente en una caída del consumo de alcohol y de drogas, factores que excitan la agresividad». «No hay más que echar un vistazo a las zonas de ocio para darse cuenta de que no hay ni la mitad de personas; se sale mucho menos y esto se nota en las estadísticas», señala.

Esa es la principal explicación que esgrime Martínez Tejedor. Relacionada con ella, aunque de forma secundaria, también habla de «la pérdida de población, tanto de jóvenes que se han marchado de Burgos para buscar un destino laboral como de inmigrantes que han regresado a su país ante la falta de perspectivas en España».

En la provincia, el número de agresiones también ha bajado en la última década, de las 1.425 contabilizadas en 2005 a las 1.020 del ejercicio pasado, lo que representa una disminución del 28%. De estas cifras cabe deducir por tanto que casi todo el descenso en territorio burgalés es achacable a la capital.

La ausencia de homicidios en los últimos tres años también puede «entenderse desde este mismo punto de vista, aunque al hablar de cifras tan pequeñas es más arriesgado aventurarse a dar una explicación». El último asesinato del que se tiene noticia en la provincia es el del abogado vizcaíno Txetxu Ezquerra, cuyo caso ya ha sido juzgado. Doroteo Braceras, pastor del Valle de Mena, fue condenado a 17 años de prisión.

La memoria de los forenses burgaleses contiene otros datos de interés. El año pasado el Instituto de Medicina Legal practicó un total de 231 autopsias. Tras ellas, los doctores determinaron que 103 muertes obedecieron a causas naturales; 72 fueron fallecimientos accidentales, y en 27 casos se trató de suicidio. En este punto conviene detenerse. El hecho de vivir en plena crisis económica podría invitar a pensar que las autolisis van en aumento, pero no es cierto. La tasa de suicidios ha descendido en los últimos años y ha pasado de los 14 por cada 100.000 habitantes en 2005 a los 8 actuales. Así que «no se puede decir que el mal momento económico esté reflejándose en la estadística», señala Martínez Tejedor, quien subraya que el «índice es menor que en otros territorios».

Entre las muertes naturales que terminan requiriendo de la práctica de la autopsia la gran mayoría, 63, se deben a distintos tipos de cardiopatías. Le siguen a mucha distancia las patologías pulmonares, con cinco. El año pasado fue necesario practicar una necropsia por muerte súbita de un lactante.