«Necesitamos nuevas voces como sea». El mensaje que lanza el director de la coral, el compositor César Zumel, no puede ser más explícito. La Coral de Cámara de San Esteban, fundada en los años 70, cuenta entre sus miembros con varios de los coralistas que iniciaron la empresa hace más de cuarenta años. «La coral está envejecida y antes de quedarnos sin recambio, queremos buscar ese reemplazo; incluso hay quien me ha pedido darse de baja porque a su edad no puede mantener el ritmo ni el esfuerzo que requiere la formación», argumenta Zumel.
La Coral necesita renovar todas las voces: sopranos, contraltos, bajos y tenores, y el director calcula una media de 4 personas por tipo de voz. «Lo único que pedimos es que sepan leer la partitura o que estén en condiciones de aprender a leerla. En los ensayos enseñamos solfeo y el canto lo vamos probando de uno en uno. Aprovechamos las capacidades de cada cual y le sacamos rendimiento. Un coro de este nivel es como un taller de crecimiento personal», sostiene Zumel, a quien no le gusta hacer pruebas de ingreso por la tensión que genera y sí una valoración continua (coralcamarasanesteban@gmail.com).
En la etapa de Zumel como director de la formación -tomó la batuta en 2010-, la Coral de Cámara de San Esteban se ha abierto a otras músicas (contemporáneas o gregorianas) manteniendo el repertorio clásico de la agrupación (centrado en el Renacimiento) e incluyendo estrenos de autores de todas las épocas.
Santa Teresa y Hontoria. Entre los proyectos para esta temporada 2014-2015 destacan dos actuaciones. Por un lado, un concierto previsto dentro del quinto centenario del nacimiento de santa Teresa y por otro, una actuación bajo tierra.
En el caso de la fundadora de las carmelitas, la coral prepara el estreno de un villancico escrito por la santa y musicado por César Zumel. La pieza Este niño viene llorando buscarán interpretarla en Burgos y en Ávila.
Con el concierto bajo tierra pretenden romper la cuarta pared del escenario convencional mezclando a los coralists con el público y aprovechar la sonoridad de una cueva como la de Hontoria.